Una imaginación transfronteriza, lo opuesto a edificar muros: Lynn Stephen
- La académica de la Universidad de Oregón dictó la conferencia magistral de la Cátedra “Gonzalo Aguirre Beltrán” 2017
Por David Sandoval Rodríguez* La imaginación transfronteriza posee una riqueza que permite dimensionar la situación de 11 millones de migrantes en Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) que viven en la incertidumbre de ser deportados, manifestó Lynn Stephen, académica de la Universidad de Oregón, responsable de su Centro de Estudios Latinos y Latinoamericanos, así como vicepresidenta de la Asociación de Estudios Latinoamericanos.
La profesora Stephen impartió la conferencia magistral “Hacia una imaginación transfronteriza en los tiempos de Trump” al fungir como titular de la Cátedra “Gonzalo Aguirre Beltrán”, organizada por la Universidad Veracruzana (UV) y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
En evento celebrado en el Salón Azul de la Unidad de Humanidades el martes 12 de septiembre, Stephen expresó que los niños que crecieron dentro de las familias extendidas y transfronterizas son quienes poseen esta imaginación, “un recurso muy rico que podemos utilizar como un marco para nuestro pensar”.
Ante el sombrío panorama que ha expresado en sus declaraciones el presidente Donald Trump, afirmó que como profesionales y universitarios “debemos tratar de enseñar a nuestros estudiantes y al público en general, tanto en México como en EEUU, el arte de la imaginación transfronteriza; es lo opuesto a construir muros, volverse hacia el interior de uno mismo y poner los lentes nacionales”.
Estas familias en cierto sentido muestran una perspectiva de cautiverio involuntario, ligada a la inmovilidad forzada de millones de personas en el país del norte debido a la ausencia de una reforma migratoria comprensiva que facilite el movimiento físico entre las fronteras de ambas naciones y para múltiples propósitos.
Para los 11 millones de indocumentados en EEUU y los cinco millones de niños que son ciudadanos estadounidenses y que tienen uno o dos padres indocumentados, “el imaginar la vida a través de varias fronteras y en múltiples lugares es, al mismo tiempo, tan natural como dormirse todas las noches”.
La ponente calificó como necesario aprovechar la riqueza que provee la imaginación transfronteriza para llevarla a las arenas donde se discuten las políticas públicas, en la misma medida a las instituciones y sus procesos educativos, a los gobiernos municipales y estatales.
“Si 11 millones de personas hoy en día han tenido la fortaleza para tener una imaginación transfronteriza, nosotros también lo podemos hacer”, enfatizó ante un auditorio compuesto principalmente por estudiantes y académicos.
Presentó un fragmento de un documental realizado en 2012 llamado Triste alegría, donde sigue el recorrido de Cinthya Bautista Gómez de 11 años, cuando viaja a conocer a sus abuelos a Teotitlán del Valle en Oaxaca. En el viaje la acompaña la profesora Stephen, quien es madrina de su madre y no puede volver a México dado que emigró sin documentos.
“La historia de Cinthya ilumina los deseos y las luchas de millones de familias divididas entre Estados Unidos y México, como de otros países, donde los niños son ciudadanos pero los papás no”, acotó.
El documental, disponible en Internet de manera gratuita, trata de ilustrar el concepto de la cognición transfronteriza en la vida cotidiana, “tratando de responder a la pregunta de cómo las familias que se encuentran separadas, a través de fronteras nacionales,
geográficas y lingüísticas, permanecen conectadas y cómo hacen para mantener una cosmovisión en sus lugares de residencia”.
Recordó que la última reforma migratoria en EEUU ocurrió en 1983 y fue a favor de los migrantes; sin embargo, la propuesta de la actual presidencia busca reducir la población que no cuenta con residencia y ciudadanía, no sólo de México sino de Latinoamérica y ha comenzado con la supresión de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que afecta al día de hoy a cerca de 800 mil jóvenes, muchos de ellos combinan los estudios con el trabajo. Colaboración*