Una carta a los Reyes Magos, una visión de la política estadounidense
POR: Héctor M. Magaña
Fue en después de ver el debate entre Donald Trump y Joe Biden que recordé las palabras tan controvertidas de Ronald Regan: “Los derechos humanos son una carta a los Reyes Magos”. La frase, a mi parecer, sintetiza muy bien la crisis política de los Estados Unidos de los ochenta. Ahora, pienso, que el candidato, y expresidente, Donald Trump diría algo parecido sobre la cuestión inmigrante, los problemas del estadounidense de clase trabajadora o los problemas de grupos minoritarios en general.
No, no quiero insinuar que ese “nihilismo”, esa falta de fe en los derechos humanos, es obra del Partido Republicano. Antiguamente, desde los tiempos de la antigua Grecia y Roma, exisitió el concepto de “Derecho Natural”. Un tipo de derecho que no necesitaba ser escrito en papel o roca. Era un tipo de derecho que se sabía instintivamente, intuitivamente, Era un derecho propio del ser humano. Le pertenecía de nacimiento. Una regla de Oro que sellaba nuestra existencia. A diferencia del Derecho Positivo, que es el que está sistematizado en las leyes que todos conocemos. Un trabajo colectivo sobre lo que “debe ser”. Desde a finales de siglo, ese “deber ser”, se covirtió en absoluto. El derecho natural (lo que “es”) perdía vigor y credibilidad. Todo el sistema legal y de justicia parecía reducirse a una sistematización de normas que no tenían porque tener una base “naturalmente” propia.
Un ejemplo, realmente burdo, sobre esto es el siguiente: “El hombre tiene derecho a la vida (derecho natural), pero esa vida debe estar regulada para que la convivencia con otros sea ordenada, justa y efectiva (derecho positivo)”. El problema actual deriva de que, para el derecho positivo, ese “derecho a la vida” tiene una base cultural y social desarrollada a lo largo de la historia, y no es, como dicen los ortodoxos del derecho natural, inherente a nuestra especie.
Desde hace mucho tiempo se ha olvidado en el marco del derecho y de la política, el concepto de “Derecho Natural”. Se le suele asociar con tintes religiosos. Es más, el derecho natural fue muy defendido durante la Edad Media. No obstante, una revisión más a fondo sobre sus orígenes puede revelar la verdadera naturaleza del derecho, no solo del natural, sino, incluso, del llamado “Derecho Positivo”. Es incluso pertinente decir, que, el derecho natural ahonda temas sobre la verdadera naturaleza de la justicia, la legalidad, la moral e incluso, la política.
Para J. L. Aranguren, filósofo español, nosotros solo tenemos un solo sustantivo para “justicia”, en cambio, los griegos usaban dos términos. Estos dos términos tenían no solo un referente en los seres humanos, sino que, lo que lo aplicaban a todo el cosmos. Anaximandro, un filósofo griego presocrático quien pensaba que el principio de todas las cosas era lo indeterminado (ápeiron), los usa en el siguiente fragmento: “pero cualesquiera que sean las cosas de donde procede la génesis de las cosas que existen, en estas mismas tienen éstas que corromperse por necesidad; pues estas últimas tienen que cumplir la pena y sufrir la expiación que se deben recíprocamente por su injusticia, de acuerdo con los decretos del Tiempo.”
Paras los griegos el tiempo cósmico era un orden, era la instauración de la justicia. Un cerrar de todos los círculos que se abren por las diversas injusticias. Werner Jaeger, filólogo clásico alemán, lo describe del siguiente modo: “en el reino entero del ser, acaezca lo que quiera, acabará por prevalecer la justicia y la generación y la corrupción tendrán lugar dentro de ella.” Eso quiere decir que el tiempo de justicia/injusticia se coordina de un modo natural con el de preservación y corrupción. En el universo griego el cosmos es orden, es justicia, es redistribución y corrupción Todo en un perfecto orden natural. Heidegger lo señalará como “lo que se ajusta”, la “juntura”, el “encaje”.
Sin entrar en muchos detalles solo quiero destacar una serie de cosas: Tal como lo señala Anaximandro, en ese bello pasaje, el cosmos es corrupción y creación. Estos dos aspectos se mueven con la justicia y la injusticia. ¿Qué tiene que ver ese mundo griego arcaico con nuestro mundo actual? Creo que es pertinente hacer un ejercicio de reflexión y hacer notar que para los griegos el hombre no es ajeno al mundo, a la naturaleza. Una serie de leyes, un sistema de justicia, o normas, que se no tengan en cuenta esto, no crean un sistema positivo (“deber ser”) sino que crean un sistema completamente antinatural. Heidegger usa el término “lo que se ajusta”. El derecho, es final de cuentas eso, lo que se ajusta al hombre. ¿Qué es lo que se ajusta al hombre? La sociedad y el mundo del que forma parte.
Ronald Regan, al decir que los derechos humanos son una carta a los Reyes Magos, sentencia sin sustento. El derecho natural es una base que permite al ser humano ser actor de su sociedad con sus congéneres, son sus contemporáneos, y con el mundo que habita. Los derechos humanos son imperativos para evitar relativismos peligrosos. Basta recordar que Regan veía con desdén la seguridad social, el cuidado del medio ambiente, los derechos civiles, etc. Para Ronald Regan, todo lo que no fuera libre mercardo, era una carta a los Reyes Magos. Un ejercico de reflexión siempre es terápeutico para evitar los desastres que provocan políticas semejantes. Un ejercicio que hoy en día es necesario. www.revistasinrecreo.com