Teocelo, la historia escrita por José Luis Xilot

Teoceo

Por: Luis Gerardo Martinez García*

 

Gracias Abigael por considerarme en los grandes eventos de tu señor padre; reconozco el enorme orgullo que te genera ser hijo de don José Luis y doña Felicitas.

Gracias Ángel Rafael por ser un buen promotor de la difusión de la historiografía, me costa que gracias a ti varios de los libros de tus amigos se han dado a conocer en varios recintos culturales. Reconozco en ti esa cordura para no ser de aquellos que quieren destruir o quemar los libros. Al contrario, siendo director de la biblioteca más importante de Xalapa, metiste a más gente, y en menos tiempo, a las salas de lectura durante el presente siglo.

Hoy no hablaré de política porque no quiero medir el nivel de sensibilidad de mis amigos aquí presentes.

¡Por eso sólo voy a decir que es un honor estar con ustedes hoy!

Gracias María Reyna por todo; por considerarme para participar en este evento, y ante todo, por compartirme amistades de Teocelo, gente realmente excepcional.

Voy a empezar aclarando que no puedo insistir en que lean… esa etapa de mi vida ya la superé desde hace algunos años en que dejé la docencia.

Lo que debo insistir, así como lo hace José Luis es invitar a que conozcamos nuestra historia; nuestra microhistoria y, casi obligatorio, las historias de vida de aquellos que son cercanos a nosotros. ¿Quién de nosotros conoce la historia de los bisabuelos? ¿Quién sabe cuál fue el lugar exacto donde surgió nuestro municipio? ¿Quién conoce la línea del tiempo de nuestros actores políticos? ¿Quién conoce los 5 momentos históricos emblemáticos de nuestro espacio?

José Luis, en pocas palabras nos hace esa invitación: conozcan su gente y sus calles, porque nosotros somos eso, nuestra propia historia. Y la historia no nos es ajena, no son datos oficiales que debemos memorizar para repetir como las efemérides los días lunes, ni aquella que se lee en las estampitas que aún se venden en las papelerías o la que se googlea en los portales de búsqueda.

Nosotros tenemos la responsabilidad de recuperar la memoria histórica como un ejercicio; a veces esperamos al experto para que nos avale lo que es historia y lo que no. Lo valioso de gente como José Luis es que son los cronistas o narradores natos que tienen la legitimación de los propios; no requieren de un nombramiento. El cronista no debe ser un burócrata, debe ser una persona que en verdad valore la gente, los acontecimientos, los espacios y desarrolle esa capacidad de rescate de la memoria histórica. Eso le permitirá tener en sus manos el bastón de mando; lo aclararé para no herir susceptibilidades: es tener el poder de la palabra y darle forma de historia.

José Luis viene a detener el tiempo en hojas de papel para convertir los recuerdos en historiografía; porque los recuerdos corren el riesgo de caer en el olvido, mientras que la historiografía nos permitirá que la historia trascienda en el tiempo y entre las personas.

Los olvidados seremos todos en tanto alguien deje de recordarnos; de ahí la importancia de que historiadores verdaderos como José Luis hagan un cohorte en el tiempo y espacio y desarrollen esa capacidad para ver el detalle de la vida. ¡Qué difícil debe ser la selección de ese momento que se va a plasmar en una hoja! Ese espacio que formará parte de nuestra historia y que gente como José Luis ha desarrollado para darle forma y estilo.

Debe ser tan difícil, que mucha gente prefiere plagiar, es decir, robar el trabajo del otro. De ahí que el plagio se convierta en una moda de nuestros días, que no sólo pone en tela de juicio a la magistrada o a la aspirante dicharachera, sino a los asesores de textos que ni siquiera revisan lo que avalan, y peor aún a las instituciones; la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM, nuestra máxima casa de estudios es un nido de plagiadores, ladrones de ideas escritas. Si eso pasa en la Universidad con mayor prestigio de México, imagínense como estarán las demás.

Ahora bien, los textos genuinos y originales como el de José Luis nos dan la tranquilidad de que lo que dice es cierto, porque él no busca una beca, un ascenso, una constancia o un papelito que le diga que es mejor que el otro.

No, José Luis tiene claro en “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo»; pero lo traduzco para que no se vaya a pensar que ando haciendo política:

No mentir: hablar con la verdad, eso que realmente es o pasó.

No robar, como persona honesta que es, no tiene ninguna necesidad de copiar textos de otras personas para decir que son suyas.

No traicionar a su pueblo, dándole la espalda como historiador nato a la gente, traicionando sus ideas sus vivencias compartidas.

Me consta, José Luis tiene el temple y la calidad moral necesarios para exponer sus idea en palabras escritas y exponerlas a un público para su disfrute no para su trauma.

Insisto, José Luis no nos invita a leer, no es un promotor de la lectura, ni yo. Lo que sí dice es, denle valor a su gente y a su tierra; ahí están, son parte de nuestra esencia, de nuestro ser.

Si no conocemos nuestra historia, dicen, estamos condenados a repetirla, como si eso fuera malo. Lo realmente malo es que desconocemos nuestra propia historia.

Finalmente, debo agradecer a José Luis que mencione en su obra a don Adalberto “Beto” Ánell, artesano y precursor de la máscara de payaso en Teocelo; porque de esa manera nos hace reflexionar y voltear a ver a don Miguel y doña pachita, los primeros queseros de La Joya; o a doña Etelvina que junto con sus hijos puso a la venta por primera vez el pulque en Las Vigas; o a don José quien fue el primer cartero en San Miguel del Soldado.

También se agradece que nos de un recorrido por las calles de Teocelo: La bomba, que nos orilla a querer conocer sobre la historia del agua en este municipio; o El Tinaco, calle que nos lleva a pensar en la historia de la estación del emblemático tren que iba de Teocelo a Xalapa.

También nos lleva a detenernos en saber quién es Enrique C. Rébsamen o Benito Juárez y no contestemos que son una escuela y una calle en la ciudad de Xalapa.

En si, José Luis nos invita a conocer nuestros espacios y, lo que es mejor, dignificarlos. Por eso hoy Teocelo presume un municipio en transformación en el que confluyen la diversidad y el cambio; los espacios y las comunidades jamás deben ir en detrimento. Al contrario, como agentes de cambio deben conversar por la dignificación.

José Luis, Gracias por convocarnos. Y muchas felicidades.