Resentimiento total
Por: Felipe de Jesús Fernández Basilio
Desde a Janela
Hay cosas que verdaderamente resultan inexplicables y una de ellas es cuando el resentimiento que alberga en su ser una persona o un grupo social es tan fuerte que ya no distingue ni siquiera los éxitos de los fracasos y a cualquiera de ellos reacciona con una furia inusitada.
Solo alcanzo a comprender que para llegar a ese punto es necesario estar totalmente decepcionado de la vida que uno lleva, ya que la frustración va mucho más allá de cualquier causa a la que uno se haya entregado de manera razonada o incluso fanática.
Lo anterior lo comento, porque me resulta totalmente inentendible por qué grupos de mujeres salieron a vandalizar templos religiosos en la ciudad de Jalapa, Veracruz el día que la legislatura estatal aprobó unas reformas que despenalizan muchas situaciones que eran tipificadas como delito de aborto.
No es mi intención en esta ocasión tratar sobre las virtudes y defectos de dicha reforma legal o que, si el aborto debe de castigarse penalmente o no, ya en alguna otra ocasión en este espacio se escribió sobre el tema, sino que me quiero centrar en las reacciones de esos grupos de mujeres que supuestamente apoyaban tal modificación al cuerpo normativo penal del estado.
Y es que la lógica dice que, si tantos años tenían con esa lucha y poco lograban, acumulando dolor y frustraciones por no ver alcanzado su objetivo, casos en los que si no era justificable al menos era comprensible que desataran su ira debido a la frustración por el fracaso; más ahora que obtuvieron lo que querían, resulta imposible de entender la reacción que tuvieron.
Ya que no es posible que, si alguien está comprometido con una causa al verla coronada por el éxito reaccione de la manera en que estas personas lo hicieron y tan es incomprensible esa reacción que, si algo queremos tratar de entender, la respuesta hay que buscarla en situaciones que van más allá de la causa que dicen defender, porque resulta obvio que el triunfo de su causa no les genera satisfacción.
Lo anterior lo sostengo sin pasar por alto que temas sociales, religiosos y morales como los son el aborto, la eutanasia, los matrimonios formados por personas del mismo sexo y las familias que a partir de ellos se pretende crear entre otros muchos que existen; generan una polarización social tan grande que López y sus compinches quisieran que sus ocurrencias como el perdón por la conquista o su dizque lucha contra la corrupción, tuvieran al menos una pequeña parte de ese encono y no pasaran tan desapercibidas como lo están haciendo.
Y es que, en estos temas sociales tanto tirios como troyanos se insultan a más no poder y así tenemos que ministros de culto señalan como engendros demoniacos a quienes promueven ideas contrarias a las establecidas por sus cultos y quienes buscan cambiar esos cánones, también atizan a los religiosos clasificándolos a todos sin excepción como pedófilos intolerantes; diciéndose unos y otros, tantas linduras que el diccionario casi se agota al buscar adjetivos para denostar al de enfrente.
Pero ni ese nivel de rijosidad puede explicar el que esos grupos ataquen templos religiosos cuando se supone que obtuvieron una gran victoria y es que se pudiera pensar que esa victoria no les es suficiente debido a que lo que en verdad buscan es el aniquilamiento del rival, más estoy seguro que ni eso les quitaría el odio y el rencor que tienen.
Aquí más bien se ve que son personas marginadas o auto marginadas de la sociedad y que expresan su odio hacia las instituciones establecidas por igual en este y cualquier otro tema y que muy posiblemente son organizadas y hasta pagadas por las mismas autoridades que como el avestruz entierra la cabeza cuando salen a la calle no solo a manifestarse sino a destruir todo a su paso.
¿O acaso creen ustedes que es creíble el cuento de que el gobierno no impone el orden por respetar el derecho de la gente a manifestarse?
La respuesta es un no rotundo, ya que para empezar estas movilizaciones no son manifestaciones, sino que son verdaderos tumultos y además el gobierno no siempre respeta a los manifestantes y como ejemplo tenemos en la misma ciudad el caso de los dueños de los verificentros a los que el gobierno arbitrariamente les quitó las concesiones, quienes sí se manifestaban pacíficamente y fueron reprimidos por las autoridades de tal suerte que hasta sus líderes fueron a dar con sus huesos en la cárcel y los procesaron por el inconstitucional delito de ultrajes a la autoridad.
Más volviendo al tema que nos ocupa, en este caso definitivamente no nos encontramos ante grupos de feministas o abortistas (unos y otros no son lo mismo), sino que nos encontramos ante gentes anarquistas a quienes nada les satisface y muestra de ello es que no disfrutaron su victoria y con ello la máscara de su lucha cae por sí misma.
Pero si todo lo que hemos tratado de por sí ya es bastante malo, todavía hay algo peor y eso es que a sus desmanes, esas mujeres llevaban a niñas de ocho o nueve años y tal vez hasta más pequeñas; a quienes les enseñaban como rayar y destruir inmuebles, vulnerando con ello su infancia, la cual debería de desarrollarse en un entorno de armonía y felicidad y todo eso sucediendo ante la complacencia de las autoridades que supuestamente pregonan el interés superior del menor, los derechos de los niños y no sé cuántos bellos pero inaplicables conceptos que solo viven en el mundo de las ideas, porque en la práctica ni siquiera fueron capaces de intervenir para preservar la inocencia de esas criaturas a quienes envenenan desde la más tierna edad.
Así que no nos confundamos viendo con simpatía o con indiferencia como grupos de personas que tienen un profundo resentimiento total (ya que odian todo) marchan por donde les place destruyendo todo a su paso, siendo tolerados por un gobierno indolente que incumple con sus deberes al no controlar a estas anarquistas disfrazadas de luchadoras sociales y es que los inmuebles se pueden reconstruir, pero la vida y el futuro de esas niñitas, ya no.
Twitter: @FelipeFBasilio