Primer debate: curiosidad; segundo debate: morbo

Héctor M. Magaña

Si usted es como yo, estimado lector, seguramente el día de ayer se sentó frente a su pantalla de televisión o de computador para ver el debate, en concreto el segundo debate. Quiero hacer énfasis en “segundo”. Porque, más allá, de la inocente propuesta de que esto se trata de un ejercicio de información ante el público, la ciudadanía, el potencial votante, es en realidad, una trilogía de comedia morbosa.

 

Morbosa, porque de antemano el público conoce quienes son los ganadores y los perdedores. Sabe el público que Xóchitl Gálvez atacará a Sheinbaum; Sheinbaum responderá parcamente; Máynez dirá algunas cosas, pero, sobre todo, lo quieren ver hacer el mimo frente a la pantalla.

 

Es cierto que Máynez sorprendió en este segundo debate con propuestas más o menos interesantes y plausibles: hablo de muchos temas de interés como la reducción de la jornada laboral, la ecología y la responsabilidad de las grandes empresas en los problemas de México. Así, Máynez logró recuperar la seriedad que parecía perdida cuando mostró su “I love you” en lenguaje de señas, el cartel del meme y, por supuesto, la despedida con el gesto rockero.

 

Ahora bien, frente a este elemento sorpresa, Claudia Sheinbaum siguió como el debate anterior: defendió el camino de la ortodoxia de su (posible) predecesor. En ese sentido, no hubo cambios. Con Xóchitl Gálvez, en cambio, vimos otra cosa. La vimos más agresiva, con sus carteles que le ganaron una que otra amonestación por parte de los moderadores; sacó todo el armamento que pudo para atacar a Claudia. En este debate, las propuestas de Xóchitl Gálvez brillaron por su ausencia. Los memes, nuevamente, no se hicieron esperar.

 

Creo que para cualquier observador que no peque de ingenuidad habrá notado que este segundo debate fue para muchos un “entretenimiento dominical”. Los memes abundan, y aunque el humor de los cibernautas no discriminó a ninguno de los tres candidatos, es claro que la mayoría de los memes tienen que ver con Xóchitl Gálvez. Y he aquí lo interesante: el público parece que espera la intervención de ella, lo que hará. Sabe que atacara, pero es el morbo el que mueve a muchos a encender la pantalla.

 

El primer debate fue visto por la curiosidad. Hasta ese momento poco se sabía de Xóchitl Gálvez en materia de propuestas, se la ubicaba como candidata de la oposición y nada más. Álvarez Máynez era completamente desconocido. Claudia, era la imagen de referencia. En este segundo debate lo que vemos es la continuidad de lo que se vio en el primero: los ataques, los famosos carteles, las frases pegajosas y, las sonrisas. Este debate fue visto con morbo, claramente, y parece que la ciudadanía quedó complacida.