La negación de lo evidente
Héctor M. Magaña
Cada cuanto aparecen en la política elementos disruptivos y destructivos. Su presencia en lugar de presentar una ley, son solo un síntoma. Trump, Mieli, Bolsonaro, etc. Los políticos que pretenden destruir el statu quo de las democracias occidentales en lugar de colocar una nueva ley, son un síntoma de un profundo cambio en la sociedad. Algo nuevo se avecina.
Quizás se avecina el nuevo panorama geopolítico que incluya ecología y las ciencias de la Tierra. Lo que Edgar Morin llamaba “Patria-Planeta” o lo que Bruno Latour denominó “actor-red”. O sea, la aparición de una nueva política que contemple los problemas ambientales, climatológicos y por supuesto antropológicos. Paradójicamente, la aparición de una nueva derecha que pretende negar el cambio climático hace que sea más evidente su presencia. La pandemia de COVID-19 muestra claramente la aparición de este nuevo panorama bio-geo-socio-político.
La negación de lo evidente es la paradoja del nuevo siglo. No por nada en la película No mires arriba, el elemento satírico era precisamente este: un elemento grande y destructivo (un meteorito) era negado por la política (una parodia obvia hacia Trump). La política planetaria, es tan evidente que el negarla solo hace que sea más obvia su presencia. Quizás, en el futuro los nuevos políticos sean benefactores de hacer la bio-geo-socio-política algo evidente.
Más allá de la aparición del uso de energías renovables y la reducción de combustibles fósiles, la política requiere nuevos parámetros. Álvaro Monterroza Ríos explica en un estudio sobre la propuesta de Bruno Latour: “(…) Por ello, propone un principio de simetría generalizado en que los actantes no-humanos (artefactos, guiones, textos, etc.) poseen la misma capacidad agente que los actores humanos.” ¿Suena descabellado? Con la aparición de una amplia gama de novedades en la técnica tales como el ChatGPT, la aparición de redes sociales, algoritmos, etc., hemos creado verdaderos actantes no-humanos que interactúan a nivel social, biológico y político. Hay que responsabilizarnos. La Tierra más allá de sus elementos naturales y antrópicos la hemos saturado de elementos actantes no-humanos. Su reconocimiento es imperativo.
La paradoja de la política ultraderechista hará que su necesidad sea evidente. Después de todo, la naturaleza del COVID-19 que al inicio fue negada tuvo que ser reconocida (a menos a nivel político). Al final, la naturaleza impone su ley.