La montaña de los siete círculos de Thomas Merton (reseña)

Héctor M. Magaña

Hay autores que pueden pasar a la historia por su espíritu sincrético y ecléctico. Las consecuencias de ello, muchas veces, son enormes críticas. Ante un mundo polarizado donde todo se vuelve cada vez más blanco y negro, los espíritus armonizadores son cada vez más necesarios. Thomas Merton (1915-1968), un monje estadounidense bastante atípico en su época (e igualmente en la nuestra), se lanzó a la fama con sus confesiones autobiográficas tituladas: La montaña de los siete círculos (1948).

La referencia a Dante es clara pero más allá de eso el libro de Merton pretende revivir la tradición autobiográfica cuyos predecesores inmediatos son san Agustín de Hipona y Jean Jacques Rousseau. A través de sus viajes y su itinerante búsqueda de saberes espirituales, Merton buscaba la armonía espiritual que es necesaria en los tiempos convulsos como los nuestros. Un matrimonio espiritual entre Oriente y Occidente. Una “Pax” propia de legalidad de su orden fundada por san Benito en la Francia medieval.

¿Qué es una autobiografía sino la búsqueda de todo aquello que nos falta y que necesitamos en demasía? ¿No es acaso eso que dijo Antonio Machado en sus famosos versos: “el caminante hace el camino”? Seamos religiosos o no, el libro de Merton es un fiel testimonio de autenticidad y de búsqueda de sentido. Una búsqueda que es regla general en todos los seres humanos.