La dictadura de la mentira

Héctor M. Magaña

En su columna para Sin Embargo Fabrizio Mejía Madrid decidió abordar un tema amplio pero que en nuestra realidad mexicana se da en un tema muy concreto: el discurso de la mentira. Establece las bases: “`Hacerte creer aquello en lo que yo mismo no creo’. Esa sería la definición básica de una mentira donde el que la difunde tiene la intención de sacar partido de ella o hacerle daño a su inocente víctima.” De ahí se parte con ejemplos de la realidad política mexicana y sus consecuencias: “La gente que cree esta falsedad es quien la padece. Y nos debería preocupar porque son sus víctimas. Porque viven y actúan engañados y ellos deberían de saber la verdad porque la necesitan para defenderse de las mentiras que los acosan por radio, televisión, redes digitales, y hasta en el WhatsApp. Para ellos es esta columna. Para los engañados. Para los que confunden no conocer un tema con no creer en él.”

También hay un trabajo de claificación de mentiras: “La simple (decir una falsedad), la metamentira (que no se dijo lo que se dijo o que no era su intención mentir), la prementira (preparar una gran mentira que sirva de paraguas para las demás mentiras), mentiras por implicación (presentar una verdad parcial que lleva a creer en algo falso), la mentira por supresión de evidencias (donde no digo lo que contradice mi falsedad), y la mentira que aprovecha la imprecisión del lenguaje para decir que una cosa es otra, como ésta de que no vivimos en una democracia, sino en una dictadura o aquella de que México se ‘destruye’ mientras la economía crece y hay cinco millones menos de pobres.” He aquí lo notable: la multiplicidad de mentiras que surgen conforme a la situación que lo amerita. Un torre de Babel de falacias y timos.

Pero más allá del espectaculo discursivo que se desarrolla en la política y que se ve ejemplificada en lo ocurrido con el INE, con las críticas al presidente de la República, con la deforme interpretación que se da a la irnoía y el sarcasmo, más allá de todo eso existe algo insidioso: la agresión a la integridad del ser humano. La mentira como un signo de que para la política de oposición el ciudadano, el ser humano, no más que un medio para los fines de los privilegados. Al igual que en el caso de Trump, en México, el discurso solo se remite a una cosa: el miedo debe cultivarse para convertirse en odio, y el odio hará el trabajo sucio que la clase prilegiada no quiere hacer por sí misma.