Inegi y Coneval cucharean datos de pobreza

Por Araceli Damián*

La semana pasada el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer los resultados de la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los hogares) 2016. En su comunicado afirma que “la ENIGH 2016 inicia una nueva serie histórica con una medición más precisa del ingreso”. Cínica y descaradamente el INEGI nos viene a contar que, de la noche a la mañana, las familias más pobres del país tuvieron un ingreso en 2016, 30% superior al de 2014, en términos reales.

La “nueva” metodología del INEGI logró que los que menos ingreso tienen lo declararan “todo”, incluyendo el dinero que tenían debajo del colchón.

El primer intento por contar “la nueva historia de un México no tan pobre” se dio el año pasado, cuando el INEGI presentó el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS), 2015, que mostraba una elevación del ingreso en las mismas proporciones que las que ahora supuestamente halló con la ENIGH 2016. En ese entonces, el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social) fue tajante: no elaboró cifras oficiales de pobreza dado que las cifras no eran comparables con 2014. El INEGI no pudo defender sus nuevos datos e incluso no presentó documento alguno que explicaran el cambio metodológico y su posible impacto en la captación del ingreso.

Aparentemente la controversia CONEVAL-INEGI fue superada mediante la presentación de dos versiones de la ENIGH 2016, pero ello no da certeza sobre los datos, ya que muestran dos realidades muy diferentes: La primera versión, contiene los datos obtenidos directamente con la encuesta, los cuales, como dijimos, presentan un incremento desproporcionado del ingreso de los hogares y que no permiten comparación con años anteriores. La segunda, un modelo estadístico que “cocina” el dato del ingreso de los hogares de la ENIGH 2016 para supuestamente hacerlo comparable con 2014. Sin embargo, el modelo está construido con innumerables vericuetos, fallas e inconsistencias. Por ejemplo, toma el ingreso por trabajo de la ENIGH 2014 y lo proyecta a 2016, con base en la evolución que se observa en el mismo concepto en otra encuesta, la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación Empleo), la cual no se levanta en los mismos meses que la ENIGH.

Los enredos para lograr la supuesta comparabilidad requieren otra colaboración para explicarlos. Sólo doy un ejemplo. El INEGI asume que el ingreso no laboral (utilidades, transferencias de programas sociales, jubilaciones, etc.) crece en la misma proporción que el ingreso por trabajo, lo cual es falso. Por ejemplo, las pensiones y jubilaciones presentan mayor deterioro que los salarios, las utilidades suelen crecer más que éstos y no hubo crecimiento real de las transferencias en los programas sociales.

El CONEVAL debió mantener su postura original: no medir la pobreza y proponer revisar el método de medición, a la luz de los nuevos datos de la ENIGH. Sin embargo, dobló las manitas, y no sólo eso, sino que se volvió cómplice del maquillaje de los datos al alterar los resultados del indicador de acceso a la seguridad social que se desprenden de la ENIGH 2016, algo que no le correspondía hacer y que viola el artículo 36 de la Ley General de Desarrollo Social.

El acceso a la seguridad social es el indicador que, junto con el ingreso de las familias influye más en la evolución de la pobreza multidimensional. Lo anterior debido a que la falta de seguridad social es el indicador de privación con mayor porcentaje de carencia, lo que refleja el casi nulo crecimiento económico en nuestro país, la política de contención salarial y el escaso aumento del empleo formal en las últimas tres décadas.

El CONEVAL le propuso al INEGI a principios de 2016 redactar de manera más precisa dos de las tres preguntas del cuestionario de la ENIGH 2016 con las que se mide la carencia en el acceso a la seguridad social, las referidas a si se cuenta con las prestaciones laborales de incapacidad con goce de sueldo y la de contar con Ahorro para el Retiro o pensión de vejez (véase cuadro 1). Sin embargo, al quedar más claras las preguntas, la cobertura bajó, en lugar de subir, como supongo esperaba el CONEVAL.

En una especie de mea culpa, el CONEVAL “corrigió” (cuchareó) el dato de seguridad social captado en la ENIGH 2016 para hacerlo “comparable” con años anteriores. Emulando al INEGI elaboró un modelo estadístico. Veamos que sucedió. Según sus datos, 58.5% de la población carecía de seguridad social en 2014. Si se utilizan los datos de la ENIGH 2016, el porcentaje de carencia aumenta a 67.9%(1); sin embargo, la cifra cocinada del CONEVAL muestra una baja, ubicándose en 55.8%.

La “corrección” del indicador de seguridad social provocó una disminución mayor en la pobreza de la que se hubiera reportado. Así, mientras que según el CONEVAL ésta se redujo de 46.2% a 43.6% de la población, sin el ajuste a seguridad social hubiera caído a 45%, el número de personas en pobreza se hubiera mantenido casi sin cambios (55.3 millones).

La demanda por tener datos comparables del ingreso de los hogares era absolutamente legítima, pero con los dos modelos, uno del CONEVAL y otro del INEGI, se favorece la imagen del gobierno de Peña Nieto y con ello la del PRI, precisamente cuando inicia la lucha política por la sucesión presidencial.

*Colaboración

(Tomado de Aristegui Noticias).