El tren como símbolo y como proyecto

Héctor M. Magaña

 

Si algo ha caracterizado a este sexenio es, por supuesto, la creación del Tren Maya, uno de los mega proyectos de Andrés Manuel López Obrador y de su partido, Morena. No obstante, en medio de las elecciones de 2024 y con su período presidencial por finalizar, López Obrador no ha abandonado su interés por modernizar las vías ferroviarias. Su objetivo es que el tren sea, nuevamente, un medio de transporte seguro.

 

Este interés por lo ferroviario no es gratuito. Como es bien sabido, en el Porfiriato, México experimentó un gran impulso en lo que se refiere a la creación de sistemas modernos de transporte y comunicación. El impulso obedecía a las corrientes positivistas de la época (el positivismo de Comte, Stuart Mill y Spencer). En el siglo XIX México se propuso alcanzar la modernidad de una forma acelerada. Las vías ferroviarias (al igual que otros hitos institucionales y arquitectónicos) jugaron un papel protagónico.

 

Ahora, en los tiempos actuales, el tren ya dejó de ser el símbolo de la modernidad para tratar de convertirse en un cohesionador social. El tren pretende no solo ser un medio de transporte, sino también un gran canal para conectar a México en toda su diversidad cultural, social y económica. El tren pretende hacer visible el sur (que ha sido subestimado por las élites políticas) y pretende a su vez hacer un México (un poco) menos atomizado.