El día que secuestraron a Morena
Por: Luis Gerardo Martínez
Desde hace 8 años que empecé a entrevistar a los simpatizantes y militantes del partido Morena, les cuestionaba ¿Van a aceptar a priistas y panistas en las filas del partido? ¿No es contradictorio a los Principios que ustedes defienden? La respuesta de casi todos, particularmente de Ivonne Cisneros, ahora diputada federal plurinominal de Morena, fue: “La historia los juzgará”.
Esa respuesta siempre me pareció “comodina”; lo que realmente buscaban era ganar a cualquier costo; ella implicaba incorporar a políticos vinculados a corrupciones de gobiernos anteriores. Sin mayor rubro, los morenistas permitieron la incorporación de priistas, panistas, verdeecologistas, petistas y gente de Fuerza por México; para todos, el negocio es estar adentro de Morena.
Es claro que los caballos de troya están desde inicios del movimiento; otros se fueron sumando sin mayor recato. El resultado es demasiado evidente: en el presídium de los eventos masivos hay más priistas y panistas que morenistas; peor aún, los candidatos a cargos de elección popular están siendo otorgados a ellos y no a los que originaron el movimiento con Andrés Manuel López Obrador, de ahí el malestar manifiesto en Veracruz, Puebla y CDMX.
El gran riesgo: las tribus en Morena determinarán la fecha de caducidad de un movimiento que, sin Andrés Manuel, no puede entenderse.
Las tribus dividirán a morena mientras que los priistas y panistas que tienen secuestrado al partido se apoderarán de éste, porque lo ven como un negocio, no como una posibilidad de transformación a favor de los que menos tienen.
El día que secuestraron a Morena fue aquel cuando permitieron ingresar al primer priista corrupto y panista hipócrita. Es cierto, la historia los juzgará, pero a los morenistas.