El caleidoscopio del odio

Héctor M. Magaña

 

No cabe duda de que, para Alejandro Páez Varela, Xóchitl Gálvez ha mutado de diversas maneras a lo largo del tiempo en que ha durado esta campaña. Su discurso ha cambiado tanto y tan abruptamente que, para muchos de sus críticos, lo menos grave que se ha dicho sobre ella es que es inconsistente en sus posturas y planteamientos. En el más grave de los casos, que su fin justifica cualquier discurso (una especie de maquiavélica guerra sucia). Sea como fuere, hemos pasado de la Xóchitl Gálvez inseparable de Creel para ver a una Xóchitl Gálvez que ahora busca apoyo en la (ultra) derecha española. El discurso de Cayetana fue un claro ejemplo de ello. Al igual que los comentarios del PP y de la recepción de las Madres Buscadores por parte del rey Felipe.

No hay que olvidar, como lo rescata Páez Varela, que desde la llegada de López Obrador, muchos grupos que gozaron de un gran poder se ven ahora en las antípodas, en el exilio del impotente. Elites oligarcas, elites intelectuales, elites partidistas, elites de todo tipo. En fin, en su camino al poder era inevitable que el presidente fuera el receptor de muchos grupos deseosos de venganza. Son grupos que buscan socavar y desacreditar a como de lugar. He aquí la cruda realidad: Xóchitl Gálvez, entonces, nunca fue apoyada por los intelectuales, los viejos políticos ni por miembros de su partido. Xóchitl Gálvez es en realidad un vehículo donde el odio viene de todas direcciones, por todos aquellos que fueron “degradados” en la esfera política. En palabras de Páez Varela: “La nueva Xóchitl es básicamente un muestrario de los odios de todos los grupos que quedaron fuera del poder con la llegada de AMLO a la Presidencia. Seguramente ellos estarán satisfechos.”

Al final, nada bueno puede suceder para la candidata de la oposición: el caleidoscopio del odio que las elites del PRIAN han construido no permite crear confianza en votantes ni interés. La retórica del miedo poco pega, y por supuesto, tampoco pega el victimismo de las elites más populares del país. El interés de España por las elecciones es también un reflejo de eso. Es el último eslabón, la última lente rota en este caleidoscopio de odio político.