Creatividad

Creatividad

POR: Renatta Vega Arias

En el artículo de la semana pasada, les comenté sobre importancia del arte en el desarrollo integral del ser humano. Ligado a esta idea, se encuentra el desarrollo de la creatividad y la gran importancia que esta tiene en la formación, no solo del artista, sino de todo individuo, porque le brinda elementos que impulsarán su desenvolvimiento para toda la vida.

Cuando estudiaba para educadora, conocí el cuento “El niño pequeño”, de Hellen Bucklein, una enfermera militar estadounidense, nacida el 21 de octubre de 1913, que me impactó por su elocuencia y me permitiré transcribir a continuación:

“Una vez, un niño pequeño fue a la escuela, él era bastante pequeño y la escuela muy grande, pero cuando el niño pequeño descubrió que podía entrar a su salón desde la puerta que daba al exterior, estuvo feliz y la escuela no le parecía tan grande.

Una mañana, la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer un dibujo”. “¡Qué bien!” -pensó el pequeño, – le gustaba hacer dibujos y podía hacerlos de todas clases: Leones, tigres, pollos, vacas, trenes y barcos; sacó su caja de crayolas y empezó a dibujar.

Pero la maestra dijo: “¡Esperen! Aún no es tiempo de empezar”, y esperó a que todos estuvieran listos. “Ahora” -dijo la maestra-, “Vamos a dibujar flores”. “¡Que bien!”, -pensó el niño-, le gustaba hacer flores y empezó a hacer flores muy bellas con sus crayolas rojas, naranjas, amarillas y azules.

Pero la maestra dijo: “¡Yo les enseñaré cómo, esperen! ¡Es roja y con el tallo verde! Ahora, pueden empezar”.

El niño miro la flor que había hecho la maestra y luego vio la que él había pintado, le gustaba más la suya, pero no lo dijo, sólo volteó la hoja e hizo una flor como la de la maestra, roja y con el tallo verde.

Otro día, la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer trabajos con plastilina”. “¡Qué bien!, -pensó el pequeño-, le gustaba la plastilina, podía hacer toda clase de cosas con ella: víboras, hombres de nieve, ratones, carros, camiones, y empezó a estirar y a revolver su bola de plastilina, pero la maestra dijo: “¡Esperen, aún no es tiempo de empezar!”, y esperó a que todos estuvieran listos. “Ahora”, -dijo la maestra-, “vamos a hacer un plato”. “¡Qué bien!”, -pensó el pequeño-, le gustaba hacer platos y comenzó modelarlos de todas formas y tamaños. Entonces, la maestra dijo: “¡Esperen! Yo les enseñare cómo”. Y les mostro cómo hacer un solo tipo de palto, hondo. “Ahora, ¡ya pueden empezar!”.

El pequeño miró el plato que había hecho la maestra, luego vio los que él había modelado, le gustaban más los suyos, pero no lo dijo, solo revolvió la plastilina e hizo un plato como el de la maestra, que era hondo.

Muy pronto el pequeño aprendió a esperar, a ver y a hacer cosas iguales a las de la maestra, y no hacia más las de él solo.

Luego, sucedió que el niño y su familia se mudaron a otra casa en otra ciudad y el pequeño tuvo que ir a otra escuela. Esta escuela era más grande que la otra y no había puerta del exterior a su salón. El primer día la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer un dibujo”. “Muy bien”, -pensó el pequeño- y esperó a que la maestra dijera, pero ella no decía nada, sólo caminaba por el salón. Cuando llegó con él, le pregunto: “¿No quieres hacer un dibujo?”, “Si”, -contestó el pequeño-. “¿Qué vamos a hacer?”, -preguntó- “No lo sabre, hasta que lo hagas”, -dijo la maestra-. “¿Cualquier color?”, “Si, cualquier color, el que más te guste. Si todos hicieran el mismo dibujo y usaran los mismos colores ¿cómo sabría yo quién hizo qué y cuál es cuál?”- respondió la maestra-.

“No sé”, -contestó el niño pequeño-, y empezó a hacer una flor roja con el tallo verde.” FIN

Al nacer, todos poseemos un potencial creativo y, dependiendo de la educación que recibimos y la forma en que somos estimulados, esta capacidad será más o menos desarrollada.

Se sabe que en los artistas esta es una cualidad muy importante, pero cualquier individuo en el que se estimule y desarrolle la creatividad, tendrá mayores oportunidades de desenvolverse en cualquier área, gracias a su pensamiento original. De ahí la importancia de respetar la manifestación personal de los niños y de proporcionales los elementos para que logren potenciar al máximo sus capacidades creativas.

Como hemos podido percatarnos, el niño pequeño fue obligado a ceder su fuerza creativa en pro de ser “obediente y bien portado”, en una sociedad que valora esas cualidades. Como padres, profesores o cualquier adulto que tenga el privilegio de influir en la formación de los niños, debemos aprender a observar los procesos personales sin imposiciones.

Para ello, podemos aprovechar la gran oportunidad que ofrece el arte, ya que una de sus premisas es, justamente, que requiere y a la vez coadyuva al desarrollo de la creatividad y muchas otras capacidades de suma importancia para fortalecer la personalidad.

Una reflexión para hacer de manera personal ¿Es usted creativo? ¿Permite y estimula la creatividad en sus hijos, educandos o en usted mismo?

 

Renatta Vega Arias

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