¿Cobranza Social?

Por Teresa Carbajal*  

¿Qué harías, si después de perseguir un sueño de tener casa propia, lograste acceder al crédito del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT), pero por motivos diversos ya no pudiste seguir pagando, fuiste demandado, y cuando te acercaste a tu acreditante para poder llegar a un acuerdo de pago, te dijeron que ya no tenías opción más que pagar el total de tu deuda, o entregar la casa?

No acaba ahí la pregunta, ¿qué harías si aunado a eso el valor de tu deuda es superior al valor de la vivienda? Sin opciones de descuento, o de pagarlo en partes.

¿Qué harías si tu casa por motivo de la deuda en moratoria fue sacada a remate y te enteras de que tu acreedor, ya acordó con una tercera persona vender tu casa es subasta judicial a un precio menor al cincuenta por ciento de la cantidad que a ti te pedía?

Esa impotencia, dolor y desesperación, motivados por la injusticia que vive y que está a punto de consumarse son los que ahora experimenta Miguel una persona que se ha acercado a nuestra Organización como la última opción para no perder su vivienda.

Resulta que él, en el año dos mil, -cómo muchos mexicanos- cumplió el sueño de comprar casa propia, la que estuvo pagando durante varios años, pero cambios en su situación laboral (despido) le orillaron a dejar de pagar con la misma puntualidad que recién adquirida. Pues ahora, aparte de que ya no tenía el mismo ingreso, ya no era vía descuento de su nómina como se abonaba a su deuda, sino vía pago directo en ventanilla bancaria, lo que comenzó a hacer desde el año dos mil ocho.

Otros compromisos, y dificultades para sobrevivir sin un sueldo fijo, lo hicieron no poder abonar con la misma frecuencia que se lo había propuesto, sin embargo consciente de la deuda, me refiere que cada ocasión en la que se atrasaba iba al Instituto para exponer su situación y saber si había alguna posibilidad de que le redujeran la mensualidad, le reestructuraran la deuda u obtener alguna ayuda, algún beneficio, algo que lo ayudara a seguir pagando pero conforme a sus posibilidades.

En todas esas ocasiones, -me comenta- le dijeron que ya no había nada qué hacer sólo que pagara en una sola exhibición más de seiscientos mil pesos el doble de la cantidad que le acreditaron o que entregara la casa, es más, “ya no pague más, deje de tirar su dinero” fue muchas veces la frase de cierre con la que lo despedían de la ventanilla de atención.

Al cabo de un tiempo lo demandaron, dice, que entonces contrató a un abogado que lo defendiera, pero tristemente ni siquiera el abogado se enteró cuando su casa salió a remate. Se enteraba por un aviso en el periódico en donde se anunciaba la venta de su casa en subasta en donde se pedía por ella $310,000.00 (Trescientos diez mil pesos 00/100 M. N.) a quien pudiera pagarlos para quedarse con la vivienda.

Así llegó el día del remate y ese día también llegó un postor que, dedicado a “cazar” viviendas baratas u oportunidades en remate judicial ofreció pagar el precio por el que salía a la venta el inmueble, ahí mismo la apoderada del Instituto –representante del Despacho de Cobranza- negociaba con el postor, diciéndole la cantidad que debía ofrecer para quedarse con la vivienda de Miguel poco más de trescientos mil pesos.

Que va de trescientos mil pesos que le piden a un tercero que ve la compra de una vivienda en un remate como una oportunidad de hacer negocio; a los más de seiscientos mil pesos que le piden al deudor por conservar su casa, de la que además ya había abonado varios años.

Por qué todas esas veces que se acercó a intentar arreglar su caso, no le ofrecieron pagar la misma cantidad por la que ahora se la “soltaban a un postor” palabras utilizadas por la apoderada y encargada de la cobranza en el juicio.

Por qué no se da prioridad a quien con años de trabajo logra reunir el puntaje para verse beneficiado con un crédito, y por causas ajenas deja de pagar conforme al contrato pero nunca deja de buscar opciones para resolver su situación.

¡Hace falta mucho por hacer en materia de Cobranza Social!, quizá es capacitación a sus operarios o mayores opciones para que los derechohabientes puedan resolver su caso, por nuestra parte lucharemos para que Miguel no pierda su casa, a través de la acciones legales pertinentes y elevaremos una queja al Instituto para que tomen conocimiento de este caso, que suponemos no es el único.

¡Hasta la próxima!   Visite  www.elbarzonrc.org Contacte elbarzonrc@yahoo.com.mx, O sígame en @terecarbajal Cel 2281148502

*Colaboración.