Colosio: nuestro J. F. K
Héctor M. Magaña
Hoy, la columna de Fabrizio Mejía Madrid para Sin Embargo a abordado el tema más influyente de las secciones de política en diversos medios: el caso Colosio y el (posible) indulto a Mario Aburto. La columna en cuestión trata de hacer una reconstrucción de los hechos de aquel fatídico día y cómo en el asesinato de Colosio se vieron implicadas figuras que, aún hoy, tienen un peso y un papel la política actual mexicana.
Ante todo, no quiero hacer un recorrido de lo mismo que ha redactado Fabrizio Mejía Madrid en su columna, sino que quiero recuperar ciertas implicaciones que conllevan el regreso del magnicidio Colosio. En primer lugar (o primer disparo) fundó una nueva oligarquía basada en la meritocracia con tecnócratas graduados en Harvard. Más allá de lo que implicó la llegada del PAN, el asesinato de Colosio marcó el inicio de una política depredadora y sin escrúpulos.
“Las cuentas con Salinas se habían extinguido. Habían sido pagadas por Gutiérrez Barrios. Usando al Partido para llegar a la Presidencia, Salinas era como un extraterrestre para los políticos de antiguo cuño. Todos eran marrulleros, traidores, corruptos y, por ello, amenazables y obedientes. Pero estos nuevos juniors eran, además, despóticos. No cuidaban las formas, tenían exabruptos en público —algo impensable para Don Fernando—, decían las cosas sin atender al interlocutor. “
En segundo lugar (segundo disparo), con la llegada de Salinas de Gortari empezó la era de inseguridades que asolaron a todo el país:
“El asesinato de Colosio no fue el resultado de la guerra interna del PRI, sino su disparo de salida. El Presidente Salinas encerrado en Los Pinos tratando de explicar la violencia en su sexenio: un cardenal, José de Jesús Posadas Ocampo, asesinado; el Ejército Zapatista en armas contra su Tratado de Libre Comercio de Norteamérica; el candidato abatido por dos disparos. Por la violencia estaban afectados la Iglesia Católica, los indígenas, y Colosio. Era el derrumbe de un sexenio prepotente y fantoche.”
Quizá la llegada de AMLO, la aparente caída del PRIAN, la falta de perspectivas de la oposición ya se venían venir desde antes. La muerte de Colosio fue la muerte de una oligarquía que trató de justificarse sin éxito ante sus extravagancias y abusos. Los disparon (supuestamente hechos por Aburto) en realidad hirieron de muerte al PRI, hoy vemos su desangrado.