Voto petrolero secreto, insuficiente
Por Wenceslao Vargas Márquez*
Los trabajadores petroleros sindicalizados van a elecciones seccionales y nacionales. Enfrentan ellos lo que enfrenta el SNTE: la reelección anticipada de sus líderes nacionales. La del petrolero Romero Deschamps en diciembre de 2017 y la de Juan Díaz de la Torre (SNTE) en febrero de 2018. Ambos líderes se reeligieron para no enfrentar al (entonces) hipotético escenario de un gobierno del Morena en el camino.
Con sus respectivas reelecciones creyeron que ya tenían resueltos sus casos de impunidad. Está claro que sus sospechas fueron ciertas (triunfó Morena) pero ambos se enfrentan a elecciones renovadas que habían creído superadas. Ya hemos dicho en otra nota (cfr. Vidas paralelas) que ambos representantes sindicales son lo mismo: ambos se reeligieron con anticipación a sus plazos estatutarios para evitar hacerlo bajo un gobierno de Morena, ambos se inclinaron corporativamente por el PRI, ambos perdieron escaños legislativos; uno lo tenía, el otro lo esperaba.
En el caso del sindicato petrolero no logramos captar la fundamentación jurídica en la que descansaría la realización de una próxima elección cuando ya se había hecho la de diciembre de 2017, elección que tuvo porras y matracas de parte del secretario del Trabajo, ahora de Gobernación, Navarrete Prida. Pocas veces hemos tenido la oportunidad de leer en tiempo real a un secretario de Estado convertido en explícito porrista de una elección sindical. Navarrete Prida escribió lo siguiente de manera paralela al desarrollo de la Convención petrolera el once de diciembre de 2017, día electoral:
A las 9:59 escribió Navarrete: “En minutos, acompañaré al Senador y líder Carlos Romero Deschamps, así como a los integrantes del Comité Ejecutivo General del #STPRM a la inauguración de su XXVI Convención Extraordinaria”. A las 11:43 escribió: “El #STPRM
¿Cuál trabajador o grupo de ellos es capaz de enfrentar un proceso electoral sindical donde en tiempo real el porrista del único candidato, el candidato oficial, es el mismísimo secretario del Trabajo? ¿Quién, quiénes? Romero Deschamps procesó su reelección bajo las porras y matracas de Navarrete Prida. Juan Díaz en el SNTE lo hizo (cfr. Arturo Cano) por órdenes del antecesor de Navarrete en Gobernación, Osorio Chong. Por la cronología de la cuenta en Twitter de Alfonso Navarrete Prida sabemos que la reelección de Romero Deschamps duró menos de dos horas usando planilla única y mano alzada. La reelección de Juan Díaz en el SNTE duró nueve horas con reforma estatutaria incluida para permitir la reelección usando… voto secreto.
Por este marco de referencia que narramos es que queremos compartir con los trabajadores petroleros el hecho de que exigir y obtener el voto secreto para las próximas elecciones no basta para hacer de ellas unas elecciones limpias donde se respete la voluntad mayoritaria. Los petroleros sindicalizados deben tomar nota de que el SNTE tiene voto electoral secreto obligatorio desde 1992, y deben ver lo que pasa, lo mismo, reelecciones… pero con voto secreto. Por fin, al término de una lucha opositora nada despreciable, con fecha 11 de octubre, en oficio sin número, Carlos Romero Deschamps ordenó a los líderes de las 36 secciones sindicales petroleras convocar a elecciones locales (seccionales) con base en el art. 123, apartado A, fracción XX bis, que ordena constitucionalmente el voto sindical secreto desde febrero de 2017.
El voto sindical petrolero será secreto por vez primera como concesión de parte del PRI que todavía no muere, al Morena que todavía no nace. Los tiempos cambian. El PRI-gobierno que a contrapelo del mandato constitucional toleró el voto petrolero a mano alzada en diciembre de 2017, ordena el voto secreto en octubre de 2018. (López Obrador y Luisa María Alcalde todavía no gobiernan). Con la experiencia conocida del SNTE, la pura secrecía petrolera del voto sindical no es suficiente para evitar reelecciones ni para desahogar un proceso electoral equitativo y democrático.
Twitter @WenceslaoXalapa