Una imagen dice más que mil palabras
Por: Felipe De Jesús Fernández Basilio
En estos días el presidente de la república llevó a cabo otra de sus acostumbradas puestas en escena e hizo la pantomima de llegar en un vuelo comercial para supervisar la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, para muchos mejor conocido como la “Central Avionera del Norte” y a juzgar por la imagen del edificio que mostraron, efectivamente guarda un gran parecido con la central de autobuses a la que debe el mote.
En ese mismo acto circense desfilaron varios aviones comerciales sin pasajeros para demostrar que las pistas sirven, mas no me voy a detener en los pormenores del acto teatral ni tampoco en los avances o en la utilidad de esa obra caprichosa, ya que la imagen que más me impresionó en ese show fue la del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación supervisando la obra junto al ejecutivo, legisladores oficialistas y la Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, quien tampoco se comprende el sentido de su presencia ahí, ya que ni la obra es local ni se encuentra dentro de los límites de la ciudad pero al menos su presencia podría justificarse como de invitada al evento y el reproche que se le pudiera hacer no pasa de descuidar un rato sus labores.
Pero el que sí no tiene forma de justificar su presencia ahí es el ministro presidente de la corte; deliberadamente lo dejo en minúsculas, porque con esa acción demuestra lo minúscula que hace a la institución que representa en estos tiempos.
Y es injustificable su presencia en ese acto, porque la obra que ahí se está construyendo está siendo impugnada a través de juicios de amparo iniciados por muchas personas y esas personas van desde los comuneros del lugar que se han visto afectados por la obra hasta ciudadanos que consideran que la cancelación del otro proyecto aeroportuario que ya estaba avanzado para construir desde la nada a este va en contra de los principios rectores consagrados en la constitución sobre la conducción de la política económica del Estado y sin dejar de lado los conflictos jurídicos que puedan surgir a raíz de que han aparecido en el lugar de la obra restos de animales prehistóricos más los que puedan surgir por cualquier otra razón.
Siendo el problema que, por lo visto al ministro presidente no le preocupa en lo absoluto, que todos eso juicios se tienen que resolver por el poder que representa, ya que serán juzgados de distrito que son parte del poder judicial federal los que tengan que conocer y resolver esos amparos y sin olvidar que las segundas instancias de esos juicios estarán a cargo de tribunales de circuito o de la propia corte.
Lo cual deja al desnudo el conflicto de interés en que incurre el ministro presidente, ya que por una parte representa a los jueces a cuyo cargo estará resolver los amparos planteados e incluso pudiera tener personalmente el voto de calidad para resolver alguno que pudiera llegar al pleno de la Corte y por la otra va a supervisar la obra cuya legalidad está sometida a la jurisdicción de sus tribunales.
Lo anterior va a quedar mejor ilustrado con un sencillo ejemplo y este consiste en que imaginemos a una pareja que se está divorciando y el juez a cargo del divorcio va a cenar a casa de uno de los contendientes y de paso ve como convive con sus hijos y como lleva la casa; ¿díganme ustedes si creen que sería correcto que ese juez siguiera a cargo del asunto?
Pues la misma respuesta es la que aplica al señor Zaldívar Lelo de Larrea, ya que después de supervisar la obra del aeropuerto debería no solo de excusarse de conocer el asunto si alguno de los amparos llegara a la corte, sino que debe de renunciar a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia y a la del Consejo de la Judicatura Federal por prestarse sobre todo el segundo de esos cargos para presionar de alguna manera a los órganos jurisdiccionales sujetos a su competencia.
Así nos podemos dar cuenta como una imagen aparentemente inofensiva e incluso disfrazada de institucional, ya que a priori nadie cuestionaría una reunión de los representantes de los Poderes de la Unión para un evento pero sí observamos detenidamente lo que esa imagen nos muestra, vemos que el mensaje es muy diferente, sobretodo en el caso del poder judicial, ya que no se trata de un acto ceremonial previsto por la constitución como la rendición de un informe o la investidura de un presidente sino que se trata de la supervisión de una obra controvertida en los tribunales.
Imagen que además hecha por tierra a la gran cantidad de anuncios hechos tanto por el propio ministro presidente en sus redes sociales como por el Poder Judicial de la Federación tanto en su medio de comunicación como en los masivos, en los que hablan de un poder judicial recto e imparcial.
Sin embargo, lo que vemos a través de esta imagen es precisamente lo contrario: ya que vemos a un presidente de la Suprema Corte de Justicia revisando los avances de una obra que se encuentra sujeta a juicio o como se dice en el argot jurídico “subjudice”, con lo cual se genera inmediatamente la percepción de un poder judicial sumiso y parcial, ya que se pierde la confianza acerca del fallo que en su momento se diera, sobre todo si este es en contra de los peticionarios del amparo mas también si les resulta favorable, ya que se podría decir que quiso compensar.
En los dos casos lo que se pierde es la rectitud y la imparcialidad que debe de tener el juzgador.
Y como podemos darnos cuenta, la imagen del máximo jerarca del poder judicial en Santa Lucía dice mucho más que toda la propaganda que hace el poder a su cargo.
Twitter: @FelipeFBasilio