Un Colosio en las elecciones

Por Alejandro A. Hernández Romero*

El 23 de marzo de 1994, se suscitaría un acto inhumano, cruel y despiadado en Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California. Asesinarían a una persona humana, justa, con dignidad y de visión transformadora que velaba por la construcción de un México sin hambre y sin corrupción.

Ante unas elecciones presidenciales a Luis Donaldo Colosio le costaría la vida, por el simple hecho de defender sus ideales, y por atreverse a romper las cadenas del silencio, desenmascarando a la clase política y payasa que en ese entonces era parte del «sistema». Colosio cimbraría a todo México, no sólo con sus palabras, sino con lo que ya eran sus acciones, lo que notoriamente no era del agrado de muchos. El cambio positivo para nuestra nación no le convenía en su momento (como en la actualidad), a actores políticos, sátrapas del sistema y analfabetas del mismo, por lo que debían de hacer algo; apagando un fósforo, sin imaginarse que al hacerlo encenderían una llama de esperanza que aún después de tantos años sigue en pie de lucha. En la personalidad política de Colosio, se encuentra parte de la riqueza fundamental de lo que debe de ser la política de cualquier nación; HUMANA, SERVICIAL Y TRANSFORMADORA PARA LA VITALIDAD DE LA PAZ EN LOS INDIVIDUOS.

No lo que han hecho de ella: un burdel en donde a los pútridos actores «políticos» de la actualidad los carcome el dinero y la satisfacción personal. Admiro a Luis Donaldo y el mejor reconocimiento que le podemos brindar va más allá de recordarlo dos veces al año; incluso de debelar monumentos y placas en su nombre, o la de presentar documentales y eventos llenos de palabrería sin acción como los que ha realizado su partido. El mejor reconocimiento que le podemos brindar, es el de trabajar por alcanzar y recuperar la grandeza del significado de lo que realmente es la Política, impidiendo que chaqueteros incrédulos lleguen a ocupar cargos de elección popular.

En el interior de cada lector existe un voto, en él está la decisión de lograr un cambio en las actuales y futuras elecciones. El mejor reconocimiento para Colosio es recordarlo en las urnas, recordar las palabras de «México tiene hambre y sed de justicia», para tal vez lograr alcanzar su sueño; el sueño de todos; el de una nación unida y justa llamada México. ¡Colosio Vive!