El hombre de las mil palabras

Por Fernando Hernández Flores

Hace unos días participamos en la presentación del libro “El hombre de las mil palabras” de Edgar Landa Hernández. Precisamente: “Me quedé asombrado ante tal gracia con la que se expresaba aquel poeta, porque era un poeta el que había escrito semejante alusión a su Dulcinea, a su bella musa. Sonreí de una manera extraordinaria, jamás imaginé que el loco, el que todos tildaban de enfermo. ¡En realidad era un creador!” (2019:134) En ese sentido, Edgar Landa es un creador literario, que juega con las palabras y construye distintos textos, narraciones, episodios, pasajes de vida, llevándonos entre la ficción y las vivencias experienciales.

En cierta ocasión, “Contaba sus relatos, sus cuentos, sus historias, como aquella del cangrejo y la tortuga, la del portal del bosque, así como infinidad de pensamientos que al final nos detenían a reflexionar acerca de la vida. Él quería que nos transformáramos en amantes de la vida, de nuestra existencia, quería compartir la forma en la que describía sus imágenes, su cielo y su luna, a quien le dedicaba cada relato creando un enamoramiento sin igual.” (Ídem., 94,95) Esa es una de las razones de Edgar, su esposa, sus hijos, sus seres queridos, sus amistades, es un enamorado constante de la vida, que siempre nos regala una sonrisa franca y sincera.

La prologuista del libro “El hombre de las mil palabras”, Maricarmen Delfín Delgado comenta: “El autor nos convida en cada aventura la esencia del hombre noble de gran corazón, virtud que lo caracteriza, en sus renglones percibimos la traición, el dolor, la angustia y el amor con profundidad, desde el punto de vista de quien realmente siente y entiende la realidad cotidiana sin juzgar, sólo para analizar sin prejuicios lo que está frente a nosotros y tal vez no queremos ver, una expresión atinada de ciertas vivencias, una mirada al exterior y al mismo interior del ser.”

Por su parte, Mario Millán Soto opina que, de Edgar, “Brota su palabra de la observación cotidiana, su sensibilidad casi inocente le da el sentido acucioso e importancia a los detalles que en otros escritores pasan a segundo plano.” El autor se transforma en ánima que regrese por las fechas de Todos Santos para que le pongan sus tamales y chocolates, al estilo huasteco, tal como se los prepara Pau, su apreciable esposa.

Edgar, es un escritor xalapeño proveniente de la cultura del esfuerzo. Es en la convivencia con sus amigos de la ciudad de las flores, desde su niñez y juventud, donde va construyéndose su destino, siendo ahora una persona apasionada por la lectura y la escritura, además de cuidar su trabajo que tiene que ver con la reparación adecuada de distintos vehículos. Se da sus espacios para impartir el taller de creación literaria en la secundaria 4 David Alfaro Siqueiros junto con sus compañeros escritores del Colectivo Café Literario que dirige Luis G. Mendoza; también va los jueves a compartir sus textos a los adultos mayores de la Quinta de las Rosas, además de ser columnista en algunos medios de comunicación.

Landa Hernández en su libro comparte distintos escenarios que enriquecerán al lector en aprendizaje, lo que le permitirá conocer más al autor. Edgar tiene algo de filósofo, literato y psicólogo especializado en la risoterapia permanente. Paxkatkatsini (Gracias)

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