Razonar el voto: me han convencido el PRI y el PAN
Por Artemio Ríos Rivera*
Razonar el voto
Me ha convencido el PRI contundentemente, me ha convencido el PAN sin duda alguna, me han convencido los aliados de estos dos partidos de Estado, me han convencido los intelectuales orgánicos del actual Régimen.
No voy a votar por ellos, el PRI o el PAN. Me da gusto que sus cúpulas tengan miedo, pero no que lo hayan manifestado de tantas maneras a lo largo de las campañas, precampañas y demás. No me agrada su propensión a la calumnia y la ofensa para degradar a sus contrincantes políticos, a los ciudadanos de a pie. Parecen dispuestos a cualquier cosa para no perder las elecciones, son un verdadero peligro para México. Hay pocas propuestas, muchas ofensas y mucho rollo gastado.
Tal vez estas afirmaciones se pudieran decir de todos los participantes en la contienda electoral. Pero, ya lo señalamos en otro momento: no es lo mismo el rencor social que se expresa vehementemente en las redes sociales, como pronunciamiento ciudadano motivado por el coraje y la impotencia, que lo que desde arriba se cocina: en el CISEN, la Segob, la Presidencia de la República, en reuniones de cúpulas empresariales.
Esa inmundicia, la que desde arriba se evacua, nos cae a todos, a los de abajo. Con la virtud, para los estrategas del Estado, que nos batimos en esa basura y nos agredimos unos a otros en las redes sociales y otros medios, como si nosotros fuéramos los señores del dinero, esos que se aterran nada más de pensar que pueda bajar en uno por ciento su tasa de ganancia. Como si nosotros aspiráramos a pensiones millonarias. Esos que mueven los hilos están muy cómodos arriba, pero les asusta tener que recomponer sus dividendos, aunque sea poquito, no están dispuestos a ceder una renta que ya no afecta a sus riquezas, a su activo fijo, como es el caso de los expresidentes y sus pensiones.
El fetichismo de ese “terror” cumple su función, tiene su efecto en los de abajo y algunos defienden a sangre y lodo a los verdugos que, instalados cómodamente en la esfera más alta de la sociedad mexicana encuentran legiones de defensores gratuitos (una gorra, una camiseta, una torta, un trabajo eventual y mal pagado no son siquiera migajas). Por suerte estamos cada vez más claros de tomar lo que nos ofrezcan y emitir el voto con libertad. Por suerte están cada vez más menguados estos ejércitos de “votantes de reserva”.
Por eso nos han hartado con encuestas telefónicas amañadas; con las agresiones a las autoridades constitucionales, legítimamente electas, con unos días en funciones, pero que no son del gusto de los dueños del país y sus autoridades; me harta que no muestren voluntad política para coordinarse y gobernar.
Nos han lastimado al ver cómo se gastan el dinero del erario público en botargas, volantes, mantas ofensivas, en pagar policías para que hagan el trabajo sucio y amedrenten a la población. A los ciudadanos comunes y corrientes, sin partido, nos han ofendido con tantas noticias falsas, campañas de miedo (de su miedo), con tanta basura visual, auditiva.
Ahora sí, con gusto me pueden anotar en la lista de los chairos; en la de Pejechairos, según Calderón Hinojosa; de la perrada, según otro expresidente, Fox; en el padrón de la Miseria humana, según Enrique Krauze; en los inscritos en la feligresía irracional, como dijera Isabel Turrent, a quienes define como “votantes irracionales que son especialmente desinformados e ignorantes, con un bajo nivel de estudios». Con gusto me pueden anotar en la lista de los Pejezombies; en la Legión de idiotas que son azuzadas por ya saben quién, según Ricardo Alemán del grupo Milenio y un largo etcétera.
Lo curioso es que todavía hay quienes usan los argumentos de groseros y violentos para los seguidores del Peje. La gente, el común de la gente, se defiende de todas estas ofensas como puede. Por eso a mí también me regocija pensar que un patán, que ofende a la ciudadanía, como Vicente Fox pierda su pensión.
Es ofensivo para la inteligencia ciudadana escuchar, leer, los sofismas inteligentes, por ejemplo de Federico Reyes Heroles para llamar al candidato de mayoría: Farsante. No se trata de que lo sea o no, pero es lógico el endurecimiento de voto al ver el encarnizamiento desde arriba contra quien sólo les disputa el poder del Estado y no claramente un cambio de régimen.
Retomo lo que escribíamos en otra ocasión: los que sí son un peligro para México son quienes abonan para el linchamiento mediático del “Mesías Tropical”, del “Lagarto de Macuspana”, de “Lopitos”, en fin, pongan ustedes cualquier epíteto que hayan escuchado y piensen en quiénes y desde dónde han acuñado ese desprecio. No son del populacho quienes han puesto en circulación esas descalificaciones, vienen de expresidentes, de intelectuales “orgánicos”, del CISEN. Los orígenes del desprecio, hacia el candidato y sus seguidores, definen en mucho su peso y función social.
Estoy en la nómina de la Perrada. Insisto, que me apunten en la lista de los votantes irracionales que son especialmente desinformados e ignorantes, con un bajo nivel de estudios.
*Colaboración