Proyecto Nacional: destrucción de la destrucción en México
Héctor M. Magaña
Fabrizio Mejía Madrid en su video-columna para Sin embargo nos ayudó reconstruir los últimos episodios de la historia nacional: una breve historia de la destrucción de México. Es necesario que se haga un recorrido por la destrucción del país porque la oposición ha dicho que Morena de Andrés Manuel López Obrador y sus esbirros se dedican a su destrucción. Las “mañaneras” han sido puestas bajo un escrutinio total. Las palabras del presidente han sido seguidas con atención, los peluches AMLO han sido bloqueados porque, tal parece, que son el presidente mismo reducido a nivel de homúnculo. En fin, en tiempos donde la destrucción del país está al acecho en cada momento, no vendría mal que se hiciera una revisión de las destrucciones anteriores.
La destrucción del país empezó con Salinas de Gortari, nuestro primer destructor, lo hizo con las empresas nacionales. Después de vender varias de las empresas estatales que habían servido durante décadas, Gortari remató su destrucción con el fin de los ejidos comunales y con la crisis bancaria. Nuestro primer destructor ayudó a sembrar dos cosas, dos males que han sido difíciles de erradicar: el inicio del nuevo narcotráfico y la crisis bancaria de 1994 que llevó a una cadena de eventos a una serie de privatizaciones de más recursos y empresas del país, y aquí entra el siguiente destructor: Ernesto Zedillo, el destructor de la clase media mexicana. La clase media que venía gozando de una existencia apacible desde el “milagro mexicano” de los años cincuenta se desmoronó tras una serie de movimientos por parte de economistas de Harvard que solicitaron prestamos a E. U. A. y al FMI usando a Pemex como respaldo para cubrir su fraudes.
Nuestro siguiente destructor lo describe Fabrizio Mejía Madrid del siguiente modo: “Destruyó la expectativa de un futuro mejor al presente. Prometió, por ejemplo, un crecimiento del 7 por ciento de la economía y logró el 0.63 anual, lo que empobreció más al país y concentró mucho más la riqueza en unas cuantas familias.” Después de la destrucción del PRI, el PAN desarrolló su propio estilo de destrucción (el estilo Fox): “La idea era que el Gobierno se puede administrar como una planta de Coca Cola y que, por lo tanto, el valor de la política debe ser la eficiencia y no cosas como la justicia, la equidad, y la distribución de la riqueza.”
Con el PRI y el PAN aliados, Felipe Calderón inicia el período de violencia y, con su esbirro Genaro García Luna, el crimen organizado crece exponencialmente. Después, aparece Enrique Peña Nieto: “Lo que hace Peña Nieto en tan sólo dos acciones, el manejo de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa y la ‘explicación’ de la casa donde vive a cambio de contratos públicos, resulta desastrosa.”
He aquí a grandes rasgos lo que fue la destrucción de México. Ahora, con la 4T empieza un interesante giro en la serie de destrucciones anteriores. Inicia la era de la destrucción de la destrucción. El giro de tuerca empieza con la recuperación de Pemex, de tratar de salvar a la clase media a pesar de los efectos de la pandemia de COVID-19, de recuperar aunque sea un poco la seguridad nacional y de crear una nueva identidad nacional (aún en pañales, ciertamente). Mientras que “arriba, en la élite de los X González, se sigue pensando que haber nacido en México es una desventaja del destino. Arriba se sigue con la blanquitud que añora ser como los blancos privilegiados de Europa o de Estados Unidos, en un anhelo inconseguible, frustrante, suspirante. Abajo se ha recobrado la honra de pertenecer.” La destrucción de la destrucción de México es una amenaza para “los más ricos” que “lo son 15 veces más que los pobres” a diferencia de las destrucciones anteriores donde era “21 veces como cuando se midió en 2016, con Peña Nieto.”