¡Ni un minuto de silencio más!
Por Mario Raúl Mijares Sánchez*
«Le tengo rabia al silencio, por lo mucho que perdí, que no se quede callado quien quiera vivir feliz». Atahualpa Yupanqui
1.- A dos días después del asesinato del escritor y corresponsal de La Jornada, Javier Valdez, y dada al gran empuje de la opinión nacional e internacional, el jefe del Ejecutivo mexicano convocó a una reunión en Los Pinos, a la que asistieron gobernadores y representantes de las distintas embajadas. La idea, según la información pública, era: «generar una estrategia conjunta de protección a periodistas y defensores de derechos humanos».
No obstante, Enrique Peña Nieto, apenas se inició la intervención, solicitó un minuto de silencio por el periodista asesinado, fue entonces que se escucharon voces de fotógrafos y camarógrafos de la fuente de la presidencia. Los cuales exigieron «no más discursos», así mismo, reclamaron «justicia». Primero fue una voz aislada y luego conjunta, los reporteros reclamaron no más impunidad.
2.- Según el Diccionario Crítico Etimológico e Hispánico, de J. Coraminas, Ed. Gredos, p. 246, la palabra silencio deriva del latín silentium, «callar», «estar callado», y es esto lo que ya no más quisiéramos los muchos de los mexicanos que hemos luchado una y otra vez, para rescatar nuestra patria mexicana, tan dolida, pues históricamente hemos sido un «pueblo callado», y éste cuando ha logrado increpar al tirano, ha sido ya con las armas en las manos.
Recordé al gran poeta León Felipe, en su poema: «Porqué hablan tan alto los españoles», he aquí un pequeño epitome; […] los españoles tenemos la garganta destemplada y en carne viva. Hablamos a grito herido y estamos desentonados para siempre, para siempre porque tres veces, tres veces, tres veces tuvimos que desgañitarnos en la historia hasta desgarrarnos la laringe.
[…] La segunda fue cuando salió por el mundo, grotescamente vestido con una lanza rota y una visera de papel aquel estrafalario fantasma de la Mancha, lanzando al viento desaforadamente esta palabra de luz olvidada por los hombres: ¡justicia! ¡justicia! ¡justicia!… ¡También había motivos para gritar! ¡También había motivos para hablar alto! El otro grito es más reciente. Yo estuve en el coro. Aún tengo la voz parda de la ronquera. Fue el que dimos sobre la colina de Madrid, en el año de 1936, para prevenir a la majada, para soliviantar a los cabreros, para despertar al mundo […] Nadie le oyó. Los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho, cerraron todos los postigos, se hicieron los sordos, se taparon los oídos con cemento, y todavía ahora no hacen más que preguntar como los pedantes: ¿Pero por qué habla tan alto el español? […] Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: el español habla desde el nivel exacto del hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porque escucha desde el fondo de un pozo. (Véalo y escúchelo en vivo: http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_video.php&wid=274&t=Pero+%BFPor+qu%E9+habla+tan+alto+el+espa%F1ol?&p=Le%F3n+Felipe&o=H%E9ctor+Alterio)
3.- Aquellos que hayan escuchado los discursos realizados en el evento de Los Pinos, de inmediato se darán cuenta de que actualmente no hay oficio político en las autoridades ahí presentes. La misma invitación de realizar «un minuto de silencio» es de verdad un redacto absurdo y simbólico, digno de un gobierno mexicano «sordo», «ciego» y «mudo». Y así desde el primer gazapo de EPN, se dio toda una visibilidad jirafesca que fue de una a otra agitación, desde: la indignación; vergüenza; rabia, dolor, la impotencia y todas aquellas enfermedades del alma humana.
3.- La reunión es digna de ser analizada por los especialistas en psicoanálisis, pues las actitudes de todos ellos, puede caer en el psicosomatismo, el cual es un proceso de origen psíquico que tiene influencia en lo somático, y en lo corpóreo. Es importante no confundir trastornos psicosomáticos en los cuáles el organismo se ve afectado, con trastornos somatoformes en los cuales sólo se manifiesta una reacción física externa sin desprender patologías orgánicas visibles.
El enojo general de la clase ilustrada de este país es precisamente la postura del responsable del Ejecutivo y que prevalece desde inicio de su gobierno. Me refiero a la intolerancia feroz y pertinaz ante las críticas, y sobre todo a la ridiculización constante por la ineptitud de la máxima autoridad. La respuesta del presidente al igual que su antecesor Felipe Calderón, se da con toda la bilis hasta volverla negra de cólera.