Los ricos también lloran

Por Víctor Hugo Gaytán Martínez* 

Las preocupaciones de los banqueros se dejan ver. Hay acciones que hacen perder a los acaudalados. Y esto no se torna más preocupante sino cuando a ellos se suman los preocupados por ellos, “porque se van a ir y luego quién va invertir y dar empleo” (https://bit.ly/2PXeAKP).

(Los bancos son como las personas tramposas en los juegos. Cuando verdaderamente se trata de respetar las reglas del juego, si no les favorece, quieren dejar de jugar.)

El problema con los banqueros es que cuando se piensa que defienden sus derechos, más bien, obvian que tienen obligaciones con el gobierno y la sociedad, y estas obligaciones no son directamente perjudiciales para quienes gobiernan, sino para los que son gobernados.

El pueblo debería saber dos cosas sobre el asunto; lo primero: cuando el rico pierde, el pueblo paga, porque hay una regla que asumimos después de varias crisis: ante el “riesgo moral” sistémico, que no es más que cuando los banqueros y ricos tienen grandes pérdidas por sus mismas causas, el pueblo es el que debe solventar la quiebra; lo segundo: la teoría (en términos científicos y de sentido común) de que el crecimiento económico genera ganancia para todos debe ser rechazada (a menos que haya una regulación adecuada por el Estado). Incluso, economistas liberales como Joseph Stiglitz, argumentan en contra de tan preciada joya, el crecimiento, defendida por el Fondo Monetario Internacional y los economistas clásicos: cuando hay crecimiento económico al pobre le cae apenas una gota de eso, pues no hay distribución equitativa o suficiente y la mano invisible coincidentemente reparte con la cuchara más grande a un pequeño grupo.

La cuestión es estar atentos a que las ganancias medidas a partir del crecimiento no han dicho mucho sobre la igualdad en las naciones, que el supuesto crecimiento por la igualdad para todos se acepta solo en cuanto es para unos pocos y que cuando un país se recupera de la crisis, no significa que el pueblo también se recupere.

(Esto último sucede cuando se habla de caída de la bolsa mexicana de valores o de la caída de los bancos. Aunque los valores aumenten o bajen algunos porcentajes, no se reflejan en la sociedad, pues hay otros factores que determinan la desigualdad social.)

El pueblo sigue igual y los ricos también. El pobre sigue siendo pobre y el rico sigue siendo rico. O si aún no se comprende: el rico no deja de ser rico porque el pobre debe dar la cuota correspondiente para que el rico no decaiga y siga generando ganancia; el pobre, pues, no deja de ser pobre porque, ya saben, “son los daños colaterales de la crisis….” “El pueblo, por tanto, debe defender la riqueza si no la mano invisible cobrará constancia sobre él”, se atreverán a concluir algunos.

(Si el gobierno tiene la “potestad” de trasladar el dinero de la parte alta a la parte baja, ¿por qué sigue habiendo desigualdad alta sabiendo que los gobiernos han existido desde hace cientos de años?)

El pobre por tanto debe seguir siendo lo que es; lo equivalente, como mínimo, a 12 horas de trabajo del niño en situación de calle al que no le alcanzan las manos y los pies; la mujer que trabaja, prácticamente, las 24 horas del día; y el señor que todos los días da las mismas vueltas vendiendo, incluso, el periódico que lo perjudica.

Los ricos se preocupan sí, por sus ganancias, pero no dude usted también que se preocupen, ante sus pérdidas, porque sus mismos defensores se revelen y que en algún momento se den cuenta que eso de la distribución de la riqueza y el crecimiento es la sólo una máscara con la que se ha protegido la economía capitalista.

(La economía se da en torno a la vida humana y una buena economía va precedida de una buena política. Si decimos que la economía actual es capitalista, decimos que la vida humana está envuelta también por la política capitalista. Si consideramos aquellos tres elementos dentro de un Estado, veremos que son problemáticos si no hay coherencia entre ellos, si no significan lo mismo, si no son del mismo modo adjetivados y si no tienen la misma dirección ideológica. Nos atrevemos a decir que hay codependencia entre las tres, pero no de la misma forma. Hemos dicho que la economía (capitalista) actualmente depende de la política capitalista: estas dos están antes sobre que debajo de la vida humana. Si a esta economía se contrapone una política no capitalista (o por lo menos algunas acciones), la economía capitalista tendrá efectos contrarios a los que espera y afectará la vida humana.)

De cualquier forma, mientras no llegue eso, hemos presenciado que los ricos también lloran. Lloran por un aeropuerto o porque les digan que ahora ya no cobrarán comisiones, esas que les generaban los extras que los mantienen como millonarios. De alguna forma es la idea, “hay que seguir (hac)siendo ricos”. Deberían aceptar los ricos que eso es como quitarle un pelo al gato. ¡Ah! ¿Pero verdad que hasta duele que te arranquen un pelo? ¿Será que ellos se preguntan por el sentimiento de que te arranquen la vida?

Contacto: hugoufp@hotmail.com

*Colaboración