Las Brujas de San Miguel de Allende

Por: Armando H. Noriega

Estaba llorando Juan José en el atrio de la catedral de San Miguel Arcángel, es un niño de 10 años, estaba perdido, no sabía que a sus papás los acababan de asesinar momentos antes en un asalto a mano armada en una cafetería de la zona, fue un asalto donde los delincuentes entraron disparando sus armas hacia los encargados del lugar, eran tres, dos hombres y una mujer, les pedían sus pertenencias y a los primeros comensales les disparaban sin piedad, los padres del niño estaban en la entrada del lugar, cayeron abatidos al momento, una vez dentro del lugar en una mesa estaban tres policías desayunando, reaccionaron al momento liquidando a los delincuentes de inmediato, el líder de los delincuentes fue el primero en caer al recibir un tiro en la cabeza, la mujer cayó herida con un disparo en el abdomen, el tercer delincuente cayó con dos disparos en el pecho y uno en el cuello, uno de los policías se acercó a la mujer que pedía ayuda, el policía le disparó a una pierna, la mujer le decía que también tenía derechos y el policía le contestó que tenían más derechos las personas que había matado y sin pensarlo le dio el tiro final en la cabeza, momentos más tarde llegaron las ambulancias y empezaron a ayudar a los heridos, a los padres de Juan José los subieron a las ambulancias forenses en bolsas negras sin que él se diera cuenta, ya que en cuanto llegaron el niño corrió al área de juegos infantiles, acto que le salvó la vida; por aquella trifulca el niño estaba buscando desesperadamente a sus padres, al no verlos dentro del lugar salió a la explanada del centro de San Miguel de Allende a buscarlos, el niño estaba desesperado, confundido, no los veía por ningún lado, la gente caminaba indiferente, muchos asustados por lo sucedido en aquel lugar, otros ni cuenta se habían dado, entre turistas locales y extranjeros la indiferencia predominaba en ese lugar. Un joven vio al infante llorar y al contarle lo sucedido le dijo que se fuera a la iglesia, seguro ahí lo iban a buscar, al llegar decidió sentarse en una esquina de aquel atrio sin darse cuenta que ahí estaba una señora recargada en una de las torres de estilo gótico del templo parroquial que su historia se remonta a 1555 con la fundación de la Villa de San Miguel el Grande, lo estudiaba cuidadosamente, su vestimenta era sencilla, portaba lentes obscuros, se dirigió hacia el niño, trató de darle consuelo, el infante le decía entre sollozos que no encontraba a sus papás, aquella mujer que en realidad era una bruja, lo estaba analizando para poder llevar a cabo su plan. Cuenta la leyenda que las brujas se sacaban los ojos y los escondían en las cenizas del fuego que hacían para comenzar sus rituales, volaban sobre San Miguel, buscando a niños para poder llevar a cabo sus rituales, ya había muchos niños desaparecidos en la ciudad, ninguno fue con violencia, todas las desapariciones se dieron por descuidos de los padres, en su gran mayoría por ir atendiendo el móvil ya sea con mensajes de texto, llamadas telefónicas o simplemente por ir atendiendo redes sociales, ellas huelen la sangre, la desesperación y el llanto de los niños, pero sobre todo aquellas arpías tenían como aliado la inocencia de los niños, muchas se acercaban ofreciendo algún dulce o juguete, algo que llamara su atención para poder llevárselo sin que el niño hiciera ningún escándalo. Antes de cometer sus raptos pasan por un ritual en el cual se sacan los ojos, se reúnen en llanos y praderas muy cerca de la ciudad donde no levanten sospecha alguna para poder sacarse los ojos y ofrecerlos como ofrenda a la bruja mayor, ésta las dota de poderes especiales para poder detectar a sus víctimas, entre más víctimas tengan más juventud adquieren, de esa manera se vuelven inmortales, de lo único que tienen que cuidarse es de la mordedura de algún infante, porque a través de esa mordedura ellas pierden todos sus poderes hasta morir en poco tiempo y así liberar el alma de las criaturas que no podían descansar en paz. Se acercan silenciosamente a las presas, se guían por el olor infantil, las risas, el llanto, el sonido de sus pasitos, las víctimas oscilan entre recién nacidos hasta los diez añitos de edad, obvio entre más grande sea la víctima más poderes adquieren; un niño de diez años tiene fuerza, vitalidad, arrojo, atrevimiento, pero sobretodo no conocen el miedo, ésta última es lo que más atrae a las brujas, las vuelven temerarias y ágiles, se cree que existen brujas que tienen más de quinientos años y siguen con su macabro plan -la bruja mayor según la leyenda tiene unos mil quinientos años-, las hechiceras se ganan la confianza de los pequeños y cuando tienen oportunidad les chupan la sangre desde los pies hasta la cabeza, algunas veces las brujas más jóvenes los dejan vivos pero muy débiles, se logran recuperar pero son niños muy enfermizos, débiles, les cuesta trabajo razonar convirtiéndose en adultos inseguros, con falta de carácter y decisión, son personas infelices y tienden a ser manipulados, y los que no logran sobrevivir al momento de sacarles la sangre generalmente mueren instantáneamente, una muerte rápida pero muy dolorosa al sentir como le van succionando todo el líquido vital van sintiendo como se les escapa la vida en sólo segundos.

Aquella hechicera se acercó a Juan José a brindarle consuelo, le ofreció un algodón de azúcar para ganar su confianza, le preguntó por qué estaba llorando a lo que el niño le contestó que no encontraba a sus padres, los estaba esperando ahí sentado para que lo pudieran encontrar, aquella arpía lo tomó de la mano diciéndole que le iba a ayudar a encontrarlos, él confundido le dio la mano, lo único que quería era estar con sus papás, aquella arpía sabía que estaban muertos y que no habría nadie que le reclamara por llevar de la mano a un niño que no era de ella y menos si el niño estaba comiéndose un algodón de azúcar, iban caminando con mucha naturalidad, por momentos el niño se tranquilizaba y por momentos le preguntaba a la mujer que si ya casi encontrarían a sus padres, ella lo único que le decía era que no se preocupara, que disfrutara de su algodón de azúcar, poco a poco se iban alejando del centro, el pequeño le preguntó a la bruja que porqué estaba tan fría, y porque caminaba de una manera tan extraña a lo que la hechicera sólo le contestaba cosas triviales; después de un rato la mujer le preguntó a Juan José que si le gustaría volar, el niño después de pensarlo y según su lógica desde el cielo sería más fácil encontrar a sus padres y de inmediato contestó que si, la hechicera le dijo que tenían que llegar a un lugar donde no hubiera gente para poder emprender el vuelo y así lo llevaría a dar una vuelta volando, el niño comentó que sería más fácil su búsqueda desde el cielo a lo que la arpía con una risa socarrona aceptó, mientras tanto seguían caminando con rumbo a las afueras de la ciudad, a un lugar seguro para poder emprender el vuelo prometido; Juan José seguía nervioso pero era la única esperanza que tenía para poder encontrar a sus padres, el algodón de azúcar ya estaba por terminarse razón por la que le había dado mucha sed y preguntó a la hechicera si no tenía algo para beber, y con una risa socarrona le preguntó si él creía en la magia, el niño contestó que sí, ella le prometió que iba a aparecer su bebida favorita a la cuenta de tres, tenían que contar juntos, el chico gustoso aceptó, juntos empezaron a contar uno, dos, tres, y la bruja de la nada apareció un refresco de uva en la mano del niño, estaba asombrado, sus ojos se abrieron tanto que se puso contento, la inocencia del niño no daba crédito a lo que estaba sucediendo, le preguntó que cómo lo había hecho y cómo sabía que esa era su bebida favorita, la arpía contestó que era un truco de magia, que no le podía revelar su secreto porque entonces se perdería la magia, le dijo también que debía terminarse rápido su bebida para poder emprender el vuelo para buscar a sus padres, el niño sin pensarlo se lo empezó a beber, pero por lo frío no se lo podía tomar rápido, cuando al fin se lo terminó ya se encontraban en una calle sola y de la misma manera le dijo a Juan José que tenían que contar hasta tres y que se sujetara fuerte de su mano para no caerse, de nueva cuenta empezaron uno, dos, tres y se comenzaron a elevar, el niño no podía creerlo, tenía una sensación de susto y asombro, mientras más se elevaban aumentaba la velocidad del vuelo, y fue así que empezaron a sobrevolar el lugar, el niño buscaba desesperadamente a sus papás, la hechicera en el vuelo le comentó al pequeño que ya sabía dónde estaban, en pleno vuelo cambió la ruta y se dirigió a una presa, sigue siendo muy sonado el tema de las reuniones de las brujas en las presas de San Miguel de Allende, como la Presa Ignacio Allende, la Presa Las Colonias y la Presa del Obraje; se dirigieron a ésta última donde le comentó que ahí estarían sus padres, al llegar el niño no los veía por ningún lado, la hechicera le dijo que los iba a aparecer con magia, así que tenía que cerrar los ojos mismo que él hizo sin pensarlo, el rostro de la bruja se empezó a transformar y de su enorme boca salieron tres líneas de dientes filosos y puntiagudos, de manera suave le mordió el cuello al niño que al mismo tiempo empezó a sentir dolor y debilidad, cuando de pronto vio una luz muy brillante y al final de ella estaban sus papás esperándolo, el pequeño corrió a sus brazos y al llegar se abrazaron con mucho amor, todo era felicidad en la familia, la bruja en ese momento al ya no sentir rastro de sangre en el cuerpo de Juan José le dijo “Duerme tranquilo bebé y ve con tus papis”.

FIN