La joya de La Joya
Por: Karla Martínez Escobar
12 de agosto de 2019*
Jamás creí que te me irías así de rápido y en esa forma tan especial que tiene la vida de decirte que en cualquier momento se te va quién menos crees.
Un año extrañando ir a verte los domingos para irnos a comer unos chilaquiles rojos (pero que no piquen), acompañados de un café de olla, o tu caldo de panza y de postre, claro, con pan de nata.
Un año dónde me ha hecho tanta falta verte sonreír, con esa dentadura de abuelita que ha probado los placeres de la vida.
Un año el cual no he escuchado ni un día de tus frases célebres que distinguían a doña Roquina.
Un año sin escucharte decir: «cada vez más vieja y más penca».
Un año sin poder apreciar la mujer tan grande que eres, fuerte, creativa, ideática, pero sobre todo con una actitud siempre llena de colores.
Un año sin ver esa cabecita blanca transformada en una peluca de colores, una trenza o simplemente un listón.
Un año sin verte lucir esos vestidos que cómo te encantaba usar.
Un año sin ver colgar de tu cuello todos esos adornos que decías, eran collares.
Un año sin escuchar a qué baile ibas a ir o qué grupo venía a la Joya porque obvio eras la primera en la fila.
Un año de no escuchar tus famosos remedios caseros, pues tenías toda una farmacia para cada mal.
Me he tenido que a acostumbrar a no esperar encontrarte caminando por la orilla de la carretera al lado de tu fiel compañero de aventuras, tú Bordón (que cabe aclarar que no es lo mismo que un bastón).
Gracias por haberme dado la dicha de ser parte de tu vida, de haber disfrutado de tu compañía, de tus pláticas, de conocer tu mal humor, conocer de tus etapas de vida, pero sobre todo gracias por haberme dado ese recuerdo de qué tuve a un gran ejemplo, y puedo decir que esa fue mi abuela, la que luchó hasta el último pleito con la vida para quedarse, pero ya era tu llamado de salida, Roqui.
Sí solo pudiera tenerte un ratito más te agradecería todas las anécdotas que me repetias como sí jamás me las hubieras contado, te abrazaría muy fuerte para ese aroma a viejita que anda por el camino alegrando el sentido de la vida se me quedará impregnada en la piel para que me acompañe lo que me queda de camino.
Te mando tantita de mi luz para que cuando quieras venir a verme sepas por dónde andar.
Te amo hasta donde quiera que estés solecito 💚
*A un año de su fallecimiento.