Falsear para encontrar la verdad

Héctor M. Magaña

Hay una constante cuando alguien nos quiere convencer de que posee la Verdad (sí, con V mayúscula): no hay como ganarle. Ningún argumento sirve para hacerlo dudar, para tambalear su convicción. Una actitud que es tan común como peligrosa. Hay argumentos que solo sirven para sacar más argumentos de la manga. Deben de estar pensando que me refiero a la astrología, “energías” y demás, pero en realidad, el fenómeno está mucho más extendido. Entre curadores y políticos, entre pseudo-intelectuales y pseudo-ciencias.

Cuando alguien nos diga que todos los escusados son redondos, hay que buscar el escusado cuadrado. Una idea disparatada, pero es algo que el filósofo austríaco Karl Popper (1902-1994) nos recomienda altanamente. Aunque Popper es reconocido como filósofo de la ciencia, sus investigaciones y trabajos (incluyendo la del “falseamiento”, que es el método que ejemplifique anteriormente) también contribuyeron a la filosofía política. Su método de falsear los argumentos fue clave para avanzar en la búsqueda de la verdad, sea esta científica o política.

En un mundo donde los políticos nos seducen con sus argumentos vacíos la prueba del falseamiento (influida por David Hume) es vital para esclarecimiento de las ideas. ¿Cuántos de nuestros políticos o pseudo-intelectuales lograrían pasar la prueba del falseamiento? «Quien sea incapaz de hablar claro debe callar hasta poder hacerlo». Ante la era de la posverdad, ¿quién es capaz de realmente practicar la claridad en sus discursos?

Mientras las elecciones se avecinan es imperativa recordar: “No importa cuántos ejemplos de cisnes blancos hayamos podido observar, esto no justifica la conclusión de que todos los cisnes son blancos” o parafraseando la cita: “No importan cuantos ejemplos de avances y propuestas de dicho candidato hayamos podido observar, esto no justifica la conclusión de que todo sea avance o mejora en él.”