¿Es la verdad lo que busco?
Justo ahora podría decirte con toda certeza que sí, pero si me lo preguntaras en un par de horas seguramente te diría que no lo sé, porque la verdad en su mayoría duele demasiado.
Entonces, ¿qué es lo que preferimos? Para empezar, debemos aclarar que todos hemos mentido en algún momento, casi siempre por no lastimar, aunque al final de cuentas lastimamos aún más.
¿Cuándo hemos mentido? Yo ahora te voy a mentir cuando te diga que no estoy llorando, al pensar en todo lo que ha destrozado mi corazón, también te mentiré si te digo que soy la persona más desdichada del mundo, y si te dijera que no me acuerdo de mi nombre y de ti, también te estaría mintiendo.
Todos hemos dicho que siempre preferimos la verdad, por más dura que esta sea, ¿pero realmente eso es lo que queremos?, ¿algún día estaremos preparados para enfrentar la verdad? Definitivamente no.
Algo que nos enteramos dos meses después, nos dolerá de la misma manera que si nos lo hubieran dicho en ese momento, o quizás un poco más, porque nos lo ocultaron, pero debemos tener en cuenta que justo ahora que lo sabemos, podremos analizarlo con mayor detenimiento, aunque en un principio no lo veamos así, porque la verdad llega cuando es el momento, y no cuando nos empeñamos en buscarla.
Te voy a decir las ventajas de una mentira: a veces nos ayuda a ser felices, aunque finalmente termina por destruirnos. Nos permite conocer hasta dónde puede llegar una persona por esquivar a la verdad, y eso finalmente nos ayuda a tomar una decisión de alejarse o permanecer al lado de aquella persona. Nos prepara para enfrentar a la vida, sí, aunque no lo creas, después de haber superado cualquier mentira, será más fácil aceptar la verdad, o al menos aprender a vivir con ella si así lo decidimos. Nos permite elegir entre seguir mintiendo, o procurar ser siempre sinceros, una de las tareas más difíciles a las que nos enfrentamos día a día.
Las ventajas de la verdad son las más fáciles de describir: no viviremos en un cuento de hadas, pero quizás no pensaríamos de la misma manera que ahora, y posiblemente seríamos un poco más fríos, ya que todo lo diríamos sin tacto. No guardaríamos secretos, porque quedarse callado también va de la mano con las mentiras. Seríamos más felices, ¿estamos seguros de eso?, ¿qué es lo que realmente nos hace felices?
Las mentiras, las ilusiones, los secretos y la verdad son los cuatro elementos motivos de nuestras emociones: si nos mienten podemos ser felices o las personas más desdichadas del mundo, si nos ilusionamos podemos sentir que volamos hasta las nubes, o sentirnos lanzados al suelo súbitamente cuando algo nos rompe el corazón, cuando guardamos un secreto podemos decir que nos sentimos satisfechos, o las peores personas en este mundo. ¿Pero qué sucede con la verdad? Cuando decimos la verdad nos sentimos liberados, pero en casi todas las ocasiones lastimamos, y cuando vemos lágrimas en las mejillas de personas que amamos, ya no es tan agradable, pero al final de cuentas no mentimos; también sucede que la verdad puede hacernos felices, pero como siempre sucede, nada es eterno.
Todo está lleno de caritas felices y tristes, de momentos malos y buenos, ¿pero te digo algo? No sé que pienses tú al respecto, pero al menos yo nunca estaré lista para enfrentar la verdad, para dejar de ilusionarme, para poder decir siempre todo lo que pasa por mi mente y mi corazón, y así dejar de guardar secretos y ya no mentir cuando lo crea necesario. Todo esto es parte de la vida.
Sé que seguiré llorando cuando la verdad, un secreto, una mentira o una ilusión rota formen parte de mi vida, pero también sé que esa verdad, ese secreto, esa mentira o esa ilusión me levantarán cuando sienta que ya no puedo más.
No te culpo por haberme mentido cuando lo consideraste necesario, yo lo haría por ti si eso te levanta el ánimo, no te odio por haberme ocultado un secreto, todos guardamos secretos a prácticamente todo el mundo, no te guardo rencor por haberme ilusionado, pero te confieso que eso sería lo único que yo no hubiese hecho contigo, y finalmente, te agradezco por haberme dicho la verdad, aunque yo con la puerta cerrada lloré en silencio, o quizás sonreí como nunca lo hubiese imaginado.
Te podría decir muchas cosas que he aprendido, muchas razones por las que he llorado, muchos momentos que me han hecho realmente feliz, recuerdos que no cambiaría por nada, y otros que me duele al pensar en ellos, pero si de algo estoy segura, es de que no quiero que nadie me mienta, me oculte un secreto, me ilusione, me diga la verdad solo por lástima.
Puedo perdonar que me mientas, por lastimarme o porque creas que es lo mejor para mí, lo dejo a tu criterio. Puedo perdonar que no me digas todo lo que está dentro de tu mente y corazón. Puedo superar que me hayas ilusionado, por los motivos que hayas tenido. Te agradezco por haberme dicho la verdad, aunque lloré, o quizás algunas veces reí. Pero escúchame bien, el día que empieces a sentir lástima por mí, te voy a pedir que salgas por la ventana, que siempre estará abierta, y que no me lo notifiques, (yo me daré cuenta), y por favor, si quieres tocar nuevamente la puerta, quiero que lo hagas cuando dejes de tener aquel sentimiento de compasión.
Yo nunca me acerqué a ti por lástima, si estoy a tu lado no es por eso. Quiero que hagas ese único favor que te pido, y podremos seguir adelante.
Y ahora dime tú, ¿es la verdad lo que buscas?
Fin.