El peso de la monotonía

Por: Mireya Hernandez

¿Que si me pesa hacer prácticamente lo mismo todos los días? Debo reconocer que a veces mi vida me empieza a cansar, pero tu recuerdo de persona grandiosa, siempre me impulsa a tomarle un nuevo sabor a las cosas.

Muchos dicen que el punto clave para seguir, es la disposición y ganas que empiezan por nosotros, pero yo podría agregar, que otra motivación para no navegar en la monotonía, es pensar en alguien, en alguien como tú.

Cuando pienso en que tú has vencido la rutina, en que aquella sonrisita tierna siempre encontraba la mejor manera de terminar en paz un día, me impulsa a seguir tus pasos.

Te confieso que a solas, a veces quisiera salir huyendo, olvidándome de todo y de todos, pero eso tú nunca lo vas a saber, porque eres mi motivación, y no te mereces a alguien que borre tu buena vibra.

No sé si algún día te lo diga, pero siempre te he admirado, sabes cómo hacer de un segundo el mejor de toda una vida, y que los minutos se conviertan en horas, mientras me dejo conducir por la melodía de tu voz.

Sé que detrás de tu sonrisa y de mi se esconde una historia, una historia que no siempre ha estado llena de buenos momentos, pero eres tan genial, que yo nunca te he visto caer, aunque a veces me doy cuenta de que cargas en tus hombros un equipaje bastante pesado, sinceramente no entiendo cómo puedes caminar con todo aquello encima, si yo me desintegro cuando algo me hace sentir triste.

Y no es que seas buen actor, es que sabes que tu único papel en esta vida es ser una persona increíble, y es una bendición haber podido formar parte de tu vida.

Que a los peores momentos les tomas un buen sabor, que la monotonía no está en tu vocabulario, y que mis problemas, comparados con los tuyos, son pequeñísimos, aunque claro, tú y yo somos distintos, y tu historia la has sabido guardar con llave en el cajón más apartado de tus labios, para que no termine dañándote, o dañando a alguien más.

Me has dicho que nadie tiene por qué saber todo sobre ti, que a la única persona que debería importarle quien eres, eres tú, pero me has confesado que tu vida te duele, que tu historia ha sido desafortunada, pero que ya es suficiente con tantas desgracias e historias tristes, y que el hecho de sonreír no significa que a solas no has llorado, el punto se encuentra en que si no permites que el aire entre a ti y te limpie, puedes ahogarte si respiras con rapidez.

Es tu historia, la que como el aire, si no te andas con cuidado, puede conducirte a su antojo, y a esta vida no vinimos a ser controlados por las circunstancias, lo mejor es tomar las riendas, y si no queremos que nos vean llorar está bien, pero el secreto se encuentra en que después de derramar todas las lágrimas, podamos andar a ciegas, tocando todo lo que nos rodea para no tropezarse en el mismo obstáculo, la monotonía.

Aquella ha sido tu peor enemiga, y mi falsa compañera.

Fin.