El lunático que ahora es mi mejor amigo (Primera parte)
*Por Mireya Hernández Hernández
Le gustaba su trabajo, era un médico que trabajaba en un hospital psiquiátrico y era uno de los pocos que decía sentirse satisfecho—rodeado de personas enfermas de la mente, ¿cómo podía hacer eso? –le decían sus conocidos—aunque no lo crean aprendo de ellos,–contestaba—me hacen crecer como ser humano, conozco historias tan impresionantes que me hacen valorar aún más la vida que llevo—tengo dos hijas, una de 3 años y una de quince, ellas junto con mi esposa son toda mi vida, de hecho hoy llega un paciente que me han dicho es insoportable, lo han sacado de muchos centros y dicen que este hospital es su última opción, un momento, viene llegando, parece un tipo serio, mirada ausente como todos los pacientes, no parece distinto, pero esa seriedad tiene algo que me llama mucho la atención, parece de unos 27 años, es un hombre delgado, a mi parecer no es guapo pero sí muy bien vestido, lo traen con camisa de fuerza y él me mira como si pareciera que soy alguien conocido para él, no es novedad, así me ha pasado con muchos de mis pacientes, pero me sigue pareciendo curioso algo que tiene que tengo que descubrir. Se está acercando, está sonriendo pero no parece sonrisa demoníaca, es más, parece feliz por venir aquí—hola—le digo—soy uno de los médicos del hospital y sería un placer atenderte— ¿médico? –parece sorprenderle—eres médico, ¿papá? –Yo me quedo sorprendido, al parecer este joven cree que soy su padre—acompáñame—le digo—quítenle la camisa de fuerza, estoy seguro que este joven es bueno y no me hará daño, ¿verdad? – ¡jamás! –Dijo él en un grito— ¡no te haré lo mismo que mamá! ¡Yo no voy a permitir que te maten! Regresaste por mí ¿verdad? vienes para que nos vayamos juntos. Yo no digo nada, le hago una seña y le indico que me siga, los guardias se quedan sorprendidos al ver que a la habitación que lo llevo no está tan segura como la mayoría, pero algo me dice que tengo que confiar en él porque sentí una sensación distinta a los demás pacientes, siento que con él no voy a tener ningún problema, voy a tratar de creer en eso, les digo a los guardias que yo sé lo que hago y les pido que me dejen solo con el muchacho, cierro la puerta y le digo—por qué creíste que yo soy tu padre si me acabas de decir que está muerto, ¿podemos platicar y me dices que fue lo que te pasó? –El joven lo miró y fingió ignorarlo—por mí no hay problema, te puedo esperar hasta el amanecer si así lo deseas, tengo mucho tiempo—OK, le digo después de algunas horas, yo confié en ti ¿sabes? Sé que aunque estés aquí eres tan inteligente que no te saldrás, sentí algo extraño cuando te vi, dicen que eres un chico problema pero a mí no me parece que sea así, es más, podemos ser amigos, ¿Qué te parece? –Mi papá era mi mejor amigo—me dijo con una tristeza que me puso melancólico a mí también—juntos éramos casi como hermanos, ¡pero ella lo arruinó todo! ¿Ella? ¿Quién es ella? ¿Una amante de tu padre? — ¡No! él no hacía eso, ¡fue ella! –me rendí, tal parecía por el tono de voz del muchacho que odiaba con toda su alma a una mujer, pero me di cuenta que no sacaría nada más en esa conversación, me levanté con cuidado y le dije extendiendo la mano—quizás no llegue a ser tu mejor amigo pero haré el intento, ¿me das la oportunidad? Él estrechó mi mano pero no me dijo nada, le dije antes de cerrar la puerta—mi oficina está al fondo del pacillo que está a la izquierda de esta habitación, así que si necesitas algo puedes gritar y yo vendré en seguida, buenas noches. Escuché como trataba de que su risa sonara espeluznante pero a mí en lo particular me daba cierta lástima. ¿Qué investigó doctor? –me dijo un guardia que me tomó por sorpresa— ¿Qué se sabe de este paciente? –pregunté sin estar seguro de revelar aun lo que el joven me había dicho—nada—exclamó el muchacho – ¿nada? –Dije sorprendido – ¡cómo puede ser posible! –cuando le dije que el joven era problemático –contestó—no fue porque se portara agresivo, bueno, a veces, cuando los médicos eran bastante insistentes se les lanzaba a los golpes, pero a lo que me refería era que su boca permanecía cerrada casi siempre, al principio cuando una mujer dijo que se lo encontró en la calle y que le ofreció ayuda y lo llevó a un psiquiátrico los médicos pensaron que no hablaba, hasta que antes de perder de vista a la mujer le dijo lleno de odio “¡te odio! ¡Asesina!” –eso fue lo último que lo escucharon decir hasta que en muchos centros se hartaron de su silencio he inventaron que era un joven problema, y así fue como llegó aquí, muchos médicos decían que usted se había ganado el cariño de muchos de sus pacientes y por eso lo enviaron a este hospital, tenían la esperanza de que a usted sí le dijera algo, porque para usted sus pacientes son más que solo eso, con el tiempo se vuelven sus mejores amigos, ¿y me permite decirle algo? desde que lo conozco nunca lo había visto tan seguro como cuando lo vio a usted, tiene mucho poder sobre los pacientes y algún día me gustaría saber cómo le hace—me gustaría saber todo sobre aquella mujer—dije pensativo—hay algo que quiero entender— ¿ya habló con usted? –Me preguntó el chico—al parecer odia con todas sus fuerzas a aquella mujer, pero por más que intento no logro saber por qué.
Continuará…
*Colaboración