El lugar donde muere la esperanza

Por: Mireya Hernández

En este lugar, casi todos los que entramos con el tiempo empezamos a perder la esperanza, porque aquí, en este pequeño mundo todo es gris. Los días pasan sin ilusiones, las noches son frías y solitarias en estas cuatro paredes.

Aquí, podemos conocer a los mejores amigos, que lucharán siempre a nuestro lado, porque después de este lugar, lo peor que nos puede pasar es la muerte, no existe un castigo más cebero que estar aquí. Pero también en este lugar conocemos a nuestros enemigos, que lucharán hasta la muerte por arruinar cada uno de nuestros días, y créeme, que tener un enemigo aquí, es buscar o provocar la muerte, porque no hay otra salida.

Aquí no existen las palabras sutiles, aquí las palabras de aliento nos han dado la espalda, porque si no tuvimos compasión de hacer lo que sea para, como consecuencia haber llegado hasta este lugar, tampoco vamos a darle un abrazo a aquel desconocido que es igual o peor que nosotros, y si alguien lo hace, es quien aún no ha abierto los ojos a la única y cruel realidad, y que la injusticia del destino, lo arrastró a un mundo al que no pertenece.

Yo sí soy merecedor de mi castigo, y lo acepto sin bajar la mirada, porque cuando alguien que amas ha sido herido, te conviertes en quien más odias y juzgabas, porque en este mundo a quien daña y no respeta la integridad y vida de alguien más, y se mete con lo más sagrado, ha firmado su sentencia de muerte. Sí, sé que podrías decirme que estoy loco y que actúo por impulso, pero puedo responderte que no, simplemente defiendo a como dé lugar a quien es importante en mi vida, seguramente tú harías lo mismo, y si no lo piensas, es que no amas lo suficiente como para dar tu vida a cambio de la de alguien más.

Mi historia parece muy intensa, y sacada de un cuento de súper héroes, pero no, soy un ser humano, bastante intenso si te gusta decir esa palabra, pero pude haber llevado una vida tranquila, si tú no te hubieses aparecido en mi vida, y despertado a aquel que no tiene compasión por nadie, sí, justamente así como tú.

Y sabes, no sé porque te escribo, si ya estás muerto, pero solo quiero decir, que después de haberlo hecho una vez por alguien que amo, así lo haría mil más por quien es importante en mi vida, porque tú que aún vives, estás advertido.

No todos son como yo, y tampoco todos están aquí porque realmente hayan hecho algo, a veces nuestro pobre destino está en manos de alguien que ha sabido cómo utilizarnos a su conveniencia, y nos encontramos en una situación vulnerable. Y por eso no todos pueden ser como yo, porque la tierra que pisamos, y la cara que nos mostró el mundo a cada uno de nosotros, han tenido diferentes ángulos y matices.

Así que tú puedes juzgarme o adorarme, lo cual me da igual, pero si aún tú sabes lo que es la libertad y la esperanza, no las tires a la basura por cualquier cosa, utilízalas y consérvalas como si fueran un tesoro, porque después de que pierdes a alguna de ellas, tu vida es sombría, y ya nada te sorprende, nada te llena y mucho menos nada te da aquella paz que sientes cuando llevas una vida tranquila, y peor aún, nada te conmueve.

Seguramente si pudiera regresar el tiempo, volvería a hacer lo mismo, y estaría nuevamente aquí, pero sabes lo único que pido, que tú, aquel que no debería estar aquí y que aún le duele cuando se da cuenta de que alguien más en este contaminado mundo ha muerto, tú que aún puedes dormir tranquilamente, deseo que puedas gozar de aquella libertad que se te fue arrebatada, porque tú, aún tienes la oportunidad de abrazar, y de estar cerca de las personas que amas.

Y con esto no te estoy diciendo que me arrepiento, pero sí que valores los privilegios de los que gozas y que los que estamos aquí perdimos, algunos por decisión propia, y otros por deseo de alguien más.

Que irónico puede parecer que te diga esto alguien que ya ha perdido la libertad, y peor aún, la esperanza, porque debo aceptar, que algunos de los que están aquí siguen aferrándose a ella. Pero sí, te lo dije, y grábate bien estas palabras, porque no creo volver a repetirlas, y la verdad no sé que podrá suceder conmigo mañana, así que de ti depende las decisiones que tomes, y no te lamentes por las consecuencias de tus impulsos, y si eres una víctima, te deseo buena suerte, porque si es ese el caso, estar aquí no te lo merecerás, aunque te confieso que estar en un lugar como estos, ni siendo el peor sobre esta tierra, te lo desearía jamás.

Fin.