Cuarto centenario del natalicio de Moliére (I)
“El avaro.”
POR: Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez
En el siglo XVII la literatura europea cuenta con nombres que hoy son considerados verdaderos clásicos de las letras universales. Si pensamos en España, allí nos encontraremos con el afamado siglo de oro integrado por Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca, si nos acercamos a la literatura inglesa, aparecen nombres como Shakespeare, Marlowe, John Milton, y en el caso francés surgen figuras de la talla de La Fontane, Jean Racine, Corneille, Cyrano de Bergerac, y particularmente resalta el nombre de Jean Moliére, considerado el padre de la comedia francesa y una de las personalidades ineludibles en el universo literario, por lo tanto, este mes será dedicado a conmemorar a Moliére acercándonos a sus comedias e iniciamos el presente ciclo literario con la pieza: “El avaro”.
Cuando escuchamos el nombre de Moliére y realizamos nuestro primer acercamiento a su vida y obra, lo primero que señalan sus biógrafos es que fue un protegido del poderoso Rey francés Luis XIV, y este dato de automático nos hace ruido, incomoda, desagrada, no obstante, basta recordar que estamos en pleno siglo XVII, y que en aquellas épocas para poder triunfar literaria o artísticamente se requería la aprobación de la sociedad burguesa, ejemplos abundan, recordemos que el gran pintor Diego Velásquez fue un artista de la Corona española encabezada por Felipe IV, e incluso, figuras como Mozart o Beethoven ya en pleno siglo XVIII y parte del XIX, vivieron estas circunstancias. Lo anterior no resta en lo mínimo a la grandeza de estos genios, además, si bien fueron beneficiados por el poder político de la época, su espíritu crítico siempre estuvo firme, claro, lúcido, y en momentos sus posturas fueron valientes, verbigracia, la obra: “El avaro”.
Esta comedia se compone de cinco actos, si bien estamos ante una obra que en momentos se lee como una farsa, de igual forma la pieza tiene un alto contenido costumbrista y retrata a esa sociedad de manera crítica y desnuda sus prejuicios, miserias, su doble moral, su apego a las riquezas por encima de cualquier otro valor como el amor, la familia, la amistad, la honestidad, toda esta miseria humana la representa el personaje Harpagon, vayamos a conocer la historia.
Harpagon es un hombre rico, pero absolutamente miserable, avaro, tacaño, usurero, tiene tanto apego al dinero que logra ser mísero con él mismo. Come poco para no malgastar, si en un día tiene que comer lo mismo, aunque no sea de su agrado lo comerá, y si es regalado mucho mejor. Siempre busca comprar las cosas al más bajo costo no por ahorrar sino por su afán de no gastar. Este mezquino personaje vive con sus hijos Cleanto y Elisa, jóvenes que detestan la actitud de su padre, empero, lo respetan, porque la educación que recibieron les obliga a tener deferencia con su padre por avaricioso que este sea, aquí Moliére nos deja un testimonio de un valor que jamás debemos descuidar en la enseñanza de nuestras sociedades:
“Cleanto. –Sí, amo. Pero, antes de ir más lejos, añadiré que sé que dependo de un padre y que el nombre de hijo me somete a su voluntad; que no hemos de comprometer nuestra fe sin el consentimiento de aquellos a quienes debemos el ser; que el cielo los ha hecho señores de nuestros sentimientos y que no nos es dado disponer de éstos sino bajo su guía; que no obstándole ningún loco ardor, ellos se hallan en estado de engañarse azas menos que nosotros y de ver mucho mejor lo que nos conviene; que vale más creer las luces de su prudencia que la ceguera de nuestra pasión, y que el acaloramiento de la juventud nos arrastra con gran frecuencia a desastrosos abismos.”
No significa que si un padre es autoritario, déspota, los hijos tengan que soportar lo insoportable. No. Solo que los hijos deben guardar respeto y consideración, ahora bien, si el padre es un ser intransigente, los hijos aun así por el solo hecho de ser quien es, considero deben alejarse, guardar sana distancia, pero no entrar en contiendas que no llevan a nada, solo al odio, rencor, daños, amarguras, frustraciones. Claro está, si el daño provocado por un padre es mayor, que son casos excepcionales, el asunto debe analizarse de manera más detallada, pero en esencia, la educación que tiene que privilegiar en nuestras sociedades es el respeto mutuo, el diálogo, a determinada edad la sana obediencia de los hijos, sin caer en una sumisión que descontrole el sano desarrollo de la personalidad y el carácter, en fin…un tema complejo, difícil, y urgentemente necesario de abordar de manera profunda, por ahora continuemos con la obra de teatro.
Cleanto tiene el diálogo anterior con su hermana Elisa, porque él le confiesa que se encuentra enamorado de una bella joven llamada Mariana, el problema es que Mariana es pobre y su padre no aceptará contraiga nupcias con ella debido a su pobreza. Lo interesante es que Elisa se encuentra en la misma situación ya que está enamorada de Valerio, y no tan solo eso, su amor se lo demostró de cuerpo entero, por eso a ella le urge desposarse con el joven Valerio quien es trabajador de su padre.
Los jóvenes llegan decididos a platicar con su padre y expresarles sus sentimientos con la pequeña esperanza de que los apoye. Encontrándose en la sala de la casa hijos y padre, éste no les permite hablar y les platica su nuevo plan que ya tiene bien organizado y está a punto de llevar a cabo. Este plan consiste en casar a Elisa con un millonario llamado Anselmo, Harpagon le ofreció a su hija Elisa exigiendo por supuesto una buena dote, cosa que Anselmo se encuentra dispuesto a pagar, a esto hay que agregar que Hapagon resultó enamorado de una bella joven llamada Mariana y está operando todo con una Celestina llamada Frosina para que concrete su lazo matrimonial, con estas nuevas los dos hijos quedaron boquiabiertos, asombrados, anonadados, sin aliento, y lo peor sin derecho de réplica.
Los hermanos a solas llegan a un primer acuerdo de no decirle a su papá la verdad de todo, buscarán con inteligencia prohibir esas bodas y hacerlo entrar en razón. Conforme avanzan los actos y las escenas, es imposible que Harpagon no se entere que su hijo está enamorado de Mariana, la mujer que él pretende desposar, y, lo mejor, Mariana también se encuentra enamorada de Cleanto, mientras tanto:
“Harpagon. –¿Quién habla de concederte a Mariana? Cleanto. –Vos, padre. Harpagon. –¿Cómo? ¡si eres tú quien ha prometido renunciar a ella! Cleanto. –¿Yo? ¿Renunciar? Harpagon. – Si. Cleanto. –Nada de eso. Harpagon. –¿No te has apartado de pretenderla? Cleanto. –Por lo contrario, me inclino a ella más que nunca. Harpagon. –¿Qué dices, bellaco y dos veces bellaco? Cleanto. –Nada me hará cambiar. Harpagon. –Ahora lo verás, traidor. Cleanto. –Haced cuanto os plegue. Harpagon. –Te prohíbo presentarte más delante de mí. Cleanto. –Enhorabuena. Harpagon. –Te abandono. Cleanto. –Abandóname. Harpagon. –Dejas de ser mi hijo. Cleanto. –Sea. Harpagon. –Te desheredo. Cleanto. –Como queráis. Harpagon. –Y te doy mi maldición. Cleanto. – No sé qué hacer con tantos regalos.”
Como se puede apreciar, al inicio al padre le costó entrar en razón, pero como es un hombre tan razonable le hicieron una propuesta a la cual no pudo resistirse y con esta aceptó el matrimonio entre Cleanto y Mariana. Si hablamos que es un avaro, ya se imaginarán la propuesta ¡irresistiblemente razonable!…
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