CON FILOSOFÍA

Mtra. Irasel Negrete Ronzón

 

Sin reflexión vamos a ciegas en nuestro camino, creando más consecuencias no deseadas y sin lograr nada útil.- Margaret Wheatley

  

Platicando con mi papá e intercambiando experiencias sobre nuestro quehacer docente y lo que vivimos en el aula, el me decía que  cuando  nosotros los maestros sólo damos  las clases pero no tenemos un rumbo claro de a dónde nos dirigimos con nuestra enseñanza y  no poseemos una filosofía de vida que pueda guiarnos como mentores, corremos  más riesgos de perdernos en este proceso de enseñanza – aprendizaje porque podríamos estarnos olvidando de brindar una educación integral y sólo nos estaríamos avocando a los contenidos, es por ello que decidí hablar de este tema en este mes.

Para poder enseñar con filosofía, lo primero es poseer una filosofía personal de vida, esto quiere decir que cada quien debe tener claros los valores, ideas y principios con los que se rige en todos los ámbitos de la misma, realizar esta construcción requiere de reflexión, de tomarnos un tiempo para investigar en nosotros mismos y respondernos: ¿Quién soy? ¿con qué estoy comprometido? ¿cuáles son mis valores? ¿cuáles son mis motivaciones? ¿cuáles son mis metas y sueños? ¿cuáles son mis talentos y fortalezas? ¿lo que hago me acerca a mis objetivos? ¿qué tan auténtico soy? ¿de qué manera lo que hago incide positivamente a mi alrededor?, una vez que hemos respondido estos cuestionamientos  (los cuáles no son fáciles de contestar porque para darles respuesta debemos hacer una exploración honesta de nuestro ser y eso en ocasiones es complicado debido a que nos cuesta reconocer lo que verdaderamente somos), habremos construido los cimientos de nuestra filosofía de vida, a  los que se le deberá procurar con hábitos coherentes que les refuercen.

En el aula, e inclusive en cualquier actividad en la que nos desempeñemos, si no poseemos una filosofía que guíe nuestro actuar, podemos estar perdiendo autenticidad, credibilidad y probablemente no estemos logrando lo que deseamos, o al menos no de la manera en la que podríamos sentirnos más satisfechos. Entre los beneficios de actuar con una filosofía propia podemos encontrar los siguientes: tomar decisiones con mayor claridad y firmeza, sentir empoderamiento al conocer de lo que se es capaz y de lo que se desea alcanzar, ser más consciente de las propias acciones, actuar con mayor sabiduría, vivir  con una mayor motivación, y tener al alcance notables  herramientas para sentirse  feliz.

Para concluir, vivir a través de una filosofía personal requiere de un ejercicio crítico sincero de nosotros mismos en donde evaluemos nuestras actitudes y acciones y la manera en que estas repercuten tanto en nosotros mismos como en los demás, midiendo qué tanto de nuestro comportamiento nos lleva a la autorrealización.

Dedicada a: HHNL