Anecdotario 6: Sujeto sujeto

Por: Hugo Gaytán Martínez*

Paradójico, contradictorio es hablar del sujeto activo. Sujeto, literalmente significa “estar sometido” nos aclara Byung-Chul Han, filósofo surcoreano que es tan incalculable en sus argumentos como esclarecedor en sus reflexiones. Es realista y nos hace pensar en los sujetos que somos y en lo sujeto que estamos.

En derecho penal se conoce al sujeto activo como aquel que comete el delito, al sujeto pasivo como aquel que lo padece. ¿Qué es el sujeto activo sino el que intenta salir del sometimiento? ¿Qué es el sujeto pasivo sino el doblemente negado en su actividad?

(Advertencia: esta no es una reflexión sobre el derecho sino sobre el sujeto.)

Quedará claro que, en una nación, en un estado, en una sociedad somos literalmente sujetos, estamos sometidos. Sometidos al juicio desde dentro y desde fuera. Educados para ser observados continuamente desde uno mismo, nos sujetamos a nuestros pensamientos, luego a nuestras acciones, luego al lugar donde empezamos (a vivir, a soñar). Valemos como sujetos en la medida de nuestra inmovilidad. Razonable es que sean tan admiradas las sociedades sedentarias en cuanto a la inmovilidad de sus sujetos, se da valor a su conformismo, a lo que dentro de ella se ofrece. El nomadismo, por su lado, puede ser señalado como de falta de educación, de civilidad. Por eso es que al niño/a se le tiene vigilado todo el tiempo: a dónde va, qué hace, le queremos hacer padecer antes, cuando le estamos asegurando su padecimiento de adulto. Se crea en nosotros la pasión hacia la autoridad (la comenzamos a desear) y con ella la de la sociedad, la del estado. Es el punto culminante de la virtud. Hacemos religión aquellas figuras, las ideas e ideologías y ahí de ti si tocas aquellos objetos sagrados.

Podrá decirse: “¡pero si nuestras sociedades están en continuo movimiento!”. Mira cómo se mueve todo alrededor de ti; en ese mirar, date cuenta, eres el que mira el espectáculo, estás sentado en el asiento de una sala de cine, del teatro, admiras la representación, quedas fuera de ella. Solo unos se mueven.

Luego, en otros lados, hablamos de ciudadanías, unas legalistas, otras maximalistas. Las primeras muy sujetas a las normas, las otras un poco más sueltas, más libres. Como si ser maximalista significara quitarse la camisa de fuerza, quedan las fuerzas exteriores que lo impiden. Un estado impone orden con rudeza si te opones a él, porque él no se equivoca. Hay que seguir la ley.

Y así seguimos sujetados, como los caballos al lazo. Hay forcejeos y quien normaliza el lazo, difícilmente se desprende de él, difícilmente se mueve sino hasta que le ordenan. Sujetos a las órdenes estamos; sujetos a la instrucción; dependientes del adulto, del carisma, del líder, del de a lado, del de enfrente, nos da miedo el compromiso y qué mejor aquél que vaya por delante, aunque me tire al vacío o me deje solo, perdido. Porque aprendemos a seguir, pero no a interpretar el mapa.

Sujetos somos a las ideas que van y vienen, sin salirnos de la línea, no vayamos a parecer locos o enfermos, desorientados mentales. El diagnóstico puede apuntar a que eres un salvaje o un incivilizado: la civilización está sujeta y tiene miedo de soltarse.

Teóricamente se ofrecen soluciones. Algunos dicen: “debes responder a la comunidad, sólo así serás totalmente libre, en el acuerdo conjunto de las normas”. Otros apuntan: “la libertad proviene de ti únicamente, depender de la comunidad es entregar tu libertad”, ser sujeto. Ni A, ni B.  Como si el emprendimiento del desprendimiento fuera un asunto absoluto y de elección. Como si la respuesta fuera única y permanente. No. La teoría del sujeto es cambiante si la pensamos en los tiempos que le corresponden. ¿Qué debería ser el sujeto de ahora sino el que intenta zafarse de las ataduras del Estado como imposición de unos cuantos? ¿Qué debería pensarse del sujeto sino como un individuo asociado, independiente en su mente, en su recorrido cognitivo y social y al mismo tiempo interdependiente en la vida?

Somos sujetos sujetos y quien se opone a la sujeción es digno de admirar. Nada más no te vayas a sujetar de él.

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