A la velocidad del vagón más lento
Ariel López Alvarez
Domingo, 6 de octubre de 2019
La globalización efectiva, una economía más justa, el impacto positivo de las nuevas tecnologías y más atención a los problemas de seguridad son retos de todo estado nación que se precie de ser moderno. Es un permanente repensarse a sí mismo. Los temas se magnifican cuando se trata de relaciones supranacionales, como las establecidas dentro de la Comunidad Económica Europea.
En principio, quedamos expectantes de las palabras del presidente francés Emmanuel Macron, respecto a que los pueblos europeos necesitaban apropiarse de la idea europea, a través de un debate democrático organizado, con consultas ciudadanas que se harían entre abril y octubre de este año; también de cuando se refirió en el Palacio de Versalles a recobrar el espíritu de los padres fundadores de la Unión Europea; para después hablar en la Sorbona de París de la creación de un grupo de refundación europea.
Al comienzo del gobierno del presidente Trump (2017), éste le había declarado la guerra al Tratado de Libre Comercio firmado con México y Canadá, al comercio con China y a la Comunidad Económica Europea. Por tanto, era de esperarse su beneplácito tras el anuncio de la salida del Reino Unido de la Comunidad Económica Europea, reprogramada ahora para el inmediato 31 de octubre.
Si la idea supranacional de la Unión Europea nunca ha sido bien vista por el presidente estadounidense, tampoco los gastos que representa mantener la Organización del Tratado del Atlántico Norte, donde ha acusado a los europeos de mantener un gasto militar por debajo de lo justo. Por tanto, en su primera visita a la OTAN (2017), puso en alerta a la Unión Europea completa.
En consecuencia, la canciller alemana Angela Merkel refirió que estaban terminando los tiempos en los que podían fiarse completamente de los otros; por su parte, Macron pedía a los europeos una reflexión exhaustiva sobre las consecuencias del final de la Guerra Fría con todos los socios de Europa. Asimismo, Merkel se pronunció a favor de crear un ejército europeo, que los especialistas ven difícil, toda vez que su gasto militar no rebasa actualmente el 2 por ciento de su PIB.
En economía, tiempo ha que el italiano Romano Prodi (2004) dijera que el tren de la Unión Europea no podía siempre moverse a la velocidad del vagón más lento. De hecho –decía, “tengo la impresión de que algunos de los vagones no quieren moverse o incluso quieren ir hacia atrás.” Esta expresión se usaría después para referirse a las condiciones en la que los países participan en la convergencia económica europea. Años más tarde (2008), llegaría el comienzo de la crisis económica europea.
En Europa, como en México, el impacto de las nuevas tecnologías ha conducido a una globalización que parece significarse por el individualismo y el cosmopolitismo de la sociedad abierta. Los credos y valores colectivistas y tradicionalistas van perdiendo terreno. El análisis implica salirse de las fronteras de Europa, toda vez que debe hablarse de la globalización ética. El tema requiere una reflexión en particular.