Fiesta de Ciencias y Humanidades UNAM con temas sobre origen de cánceres
El 10 por ciento de las enfermedades crónicas y los diferentes tipos de cáncer son hereditarios y pasarán a la siguiente generación, en tanto el cáncer de ovarios es genético en 20 por ciento, reveló Patricia Ostrosky Shejet, del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
Al participar en la Fiesta de las Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su séptima edición, enfatizó en que el 90 por ciento de las enfermedades crónicas son producto de la interacción de genética con factores ambientales, entre ellas diabetes mellitus, cáncer, hipertensión, asma y trastornos de la conducta.
Detalló que de carácter hereditario lo son enfermedades como la Fenilcetonuria, en donde la persona no metaboliza la fenilalanina en hígado, y la Tay-Sachs, enfermedad rara, degenerativa que afecta al cerebro y al sistema nervioso central.
Mientras enfermedades causadas por el medio ambiente son alergias, infecciones, escorbuto -producida por la carencia o escasez de la vitamina C, que se caracteriza por el empobrecimiento de la sangre, manchas lívidas, ulceraciones en las encías y hemorragias- y heridas de bala.
Ostrosky Shejet enfatizó que el Gen P53 es el guardián del genoma humano, cuando hay daño lo repara y cuando hay mutaciones (cambios) en él ya no tendrá la capacidad de frenar la multiplicación de células cancerosas.
La especialista dijo que algunos factores de riesgo para contraer cáncer son las infecciones, radiaciones y exposición o ingesta de sustancias químicas como la acrilamida, que se forma cuando se fríen papas.
Alertó que un trabajador expuesto al material de asbesto tiene tres veces más riesgo de padecer cáncer, un fumador 14 veces y un trabajador expuesto al asbesto y además fumador 42 veces más.
Patricia Ostrosky refirió que el bisfenol A o BPA, que es un producto químico industrial utilizado en la fabricación de plásticos y resinas desde la década de los años 60, se encuentra en los plásticos de policarbonato que se utilizan a menudo en recipientes que almacenan alimentos y bebidas como botellas PET. Al someter a estos recipientes al calor desprenden el BPA que provoca cáncer.