El Telebachillerato de Chiltoyac y sus alfareras
Pueblo de origen prehispánico que desde sus orígenes el oficio de la alfarería ha sido realizado tradicionalmente más por mujeres, actividad que se ha transmitida de generación en generación desde la época precolombina. En visitas recientes a este ancestral lugar con el fin realizar una tesis doctoral, en el cual vinculamos Telebachillerato y comunidad a través de la alfarería; recorrimos algunas viviendas, primeramente llegamos a la casa de la señora Juana Cortés Cortés de 76 años, quien aprendió a los 20 años el oficio de la alfarería gracias a su mamá la señora Casimira Cortés Ortiz. Alrededor del fogón de leña con un comal en la lumbre del cual vemos esponjarse unas exquisitas tortillas que con tono amable, humilde, muy humano nos ofrece para degustar e inmediatamente aceptamos ese sabor del maíz que nos hermana como hijos de la madre tierra. Al calor del comal nos cuenta que en aquellos tiempos los hombres se encargaban de acarrear el barro, la leña, ellas moldeaban y cocían los comales en rústicos hornos de leña; mientras platicábamos los hermanos de doña Juana, se acercan en repetidas ocasiones al fogón para tomar unas tortillas y saborearlas calientitas; es necesario reconocer que este tipo de convivencia familiar es característica de estos espacios socioculturales. Nos cuentan que para la venta de los comales los estibaban de seis a doce comales y se iban a venderlos a lugares como: Las Aldas, Tepetates, Xalapa, La Concepción, Coatepec y Xico. Como el dinero era escaso intercambiaban comales por maíz, frijol, pipían entre otros productos que servían para su sustento. Nos cuenta que no había mucho que comer, que sus alimentos eran frijoles, tortilla, chile y puntas de chayote.
El “Comale” les dio el sustento para toda la familia durante muchos años, ahora ya con un rostro cansado por el paso de los años nos dice Juana que sus hijos no quisieron aprender el oficio, además tristemente el comal ya no es utilizado como antes para cocer tortillas de mano, porque en la actualidad se compra tortilla de máquina, ya pocas mujeres lo utilizan.
Siguiendo con nuestro recorrido llegamos a casa de la señora Amancia Villa Quiroz, mujer de rostro dulce, vivaz, con gran energía de 75 años de vida, dedicada desde los nueve años a la alfarería, nos cuenta que su señor padre la hincaba en un costal para que moliera el barro en el metate con el metapíl; era la elaboración de comales el sustento de toda la familia de 18 hermanos, siendo Amancia la menor. En el momento de nuestra platica se encontraba haciendo tortillas en el fogón de leña sobre el cual tenía un comal de barro, fue una charla cálida, amena y degustamos sus tortillas, frijoles hervidos con chiltepín hecho en molcajete y un café de olla. Recuerda que cuando era niña iban a Xalapa a vender sus comales, salían de Chiltoyac a las cuatro de la mañana, ella se cargaba seis en la cabeza caminando por veredas en el antiguo camino a Chiltoyac llegaban a Xalapa a las ocho de la mañana, en las primeras casitas vivía “Isidra” quien les fiaba un café y un choco como desayuno con la promesa de pagar al regreso con lo de la venta.
La tradición alfarera en su familia la heredaron de su abuelo el señor Filomeno Villa Hernández, aún conserva el banco de piedra en donde moldean el barro; de igual manera que Juana Cortés nos dice que intercambiaban comales por frijol, maíz, pipían, azúcar en toda la zona que incluye los pueblitos aledaños a Chiltoyac. La vida no ha sido fácil para Amancia pero está muy agradecida con la alfarería que le dio de comer toda su vida. Lamenta que ninguno de sus hijos practica la alfarería, sólo uno de sus nietos le ayuda a hacer comales, vive con su esposo, hijos y nietos, tiene una familia muy unida, comparten muchos momentos junto al comal.
También conocimos a la señora Angelina Hernández Landa, una historia de vida, lucha y trabajo, nos narró como al quedarse sola salió adelante elaborando comales, nos cuenta que a la fecha recibe personas procedentes de diferentes comunidades como San Marcos, Landero y Coss, Acatlán, entre otros, quienes le compran comales. Con la venta de pudo comprar un terreno, hacer su casa y mantener a sus hijos. Está muy orgullosa del digno trabajo que es ser alfarera, lo hace con gusto y gran alegría; de forma voluntaria se ofreció a enseñarles a los jóvenes del Telebachillerato el arte de hacer comales.
En Chiltoyac aún persisten varias mujeres alfareras o “comaleras” como ellas se auto designan, por mencionar algunas: Sara Gómez Romero, María del Pilar Carrillo Martínez, Amancia Villa Quiroz y Juana Cortés Cortés. Mujeres que cuentan historias de vida, trabajo y sacrificio, siempre unidas al arte de la alfarería, que dio sustento a sus familias pero hoy está por extinguirse porque las nuevas generaciones no les interesa realizar este oficio. En esta maravillosa visita a Chiltoyac, en especial a las comaleras, se hicieron presentes emociones que nos animaron a vincular esta tradición con los conocimientos que se imparten en el Telebachillerato Chiltoyac, a fin de recuperar y resignificar la alfarería en la vida de los jóvenes estudiantes y de la comunidad en general.