Cuatro monstruos

Wenceslao Vargas Márquez

Se ha dicho que nunca segundas partes han sido buenas. Si esto es regla, hay excepciones: Son mejores los Viajes tres y cuatro de Gulliver (de Swift) que los viajes uno (gigante entre enanos) y dos (enano entre gigantes). Son mejores los capítulos tres, cuatro y cinco de los bellos y simpáticos gigantes comilones Gargantúa y Pantagruel (de Rabelais), que el uno y el dos. Es mejor la segunda parte del Quijote que la primera; es superior Alicia y el Espejo como segunda parte, que Alicia y las maravillas, que es la primera. He de referirme a esas segundas partes y a sus aniversarios:
La Academia de la Lengua Española (y su diccionario, Fobias predilectas del fallecido Nikito Nipongo) reconoce siete acepciones de la palabra monstruo; tres de ellas son las siguientes, consultadas en su diccionario en línea: 2. m. Ser fantástico que causa espanto; 4. m. Persona o cosa muy fea; 6. m. coloq. Persona de extraordinarias cualidades para desempeñar una actividad determinada. Quiero usar en este texto las tres acepciones para referirme a los dos monstruos literarios Cervantes y Dodgson; y a los dos monstruos de ficción el Endriago y al Jabberwock. Los cuatro monstruos se conjugan en El Quijote y en Alicia en el País de las Maravillas y en Alicia a través del Espejo. El Quijote (segunda parte) cumple 400 años; Alicia y el espejo, 150.
Estimo que El Quijote (segunda parte, 1615) existe gracias al Endriago (del Amadís de Gaula, 1508), monstruo de ficción que aterrorizó a nuestros tatarabuelos en el siglo XVI. Don Quijote alaba interminablemente a Amadís y lo considera su modelo a seguir en sus andanzas justicieras. Don Quijote combate en el siglo XVII al monstruo de la maldad humana; en el XVI Amadís combate al monstruo físico que es el Endriago. Dice la Academia de la Lengua que es probable que Endriago sea una palabra resultante de la unión de las palabras hidra y dragón; deja este origen como hipótesis. El Endriago aparece en el libro tercero, capítulo IX, del Amadís de Gaula (mi edición es la de Porrúa, otras ediciones hacen una numeración continua de manera tal que el capítulo es el 73).
El Endriago está descrito así: “Tenía el cuerpo y el rostro cubierto de pelo, y encima había conchas, sobrepuestas unas sobre otras, tan fuertes, que ninguna arma las podía pasar, e las piernas e pies eran muy gruesos y recios, y encima de los hombros había alas tan grandes, que fasta los pies le cobrían, e no de péñolas (pluma para escribir, W), más de un cuerpo negro como la pez, luciente, belloso, tan fuerte, que ninguna arma las podía empecer, con las cuales se cobría como lo ficiese un hombre con un escudo; y debajo dellas le salían brazos muy fuertes, así como de león, todos cobiertos de conchas más menudas que las del cuerpo, e las manos había de hechura de águila, con cinco dedos, e las uñas tan fuertes e tan grandes, que en el mundo no podía ser cosa tan fuerte que entre ellas entrase, que luego no fuese desfecha. Dientes tenía dos en cada una de las quijadas (dos dientes como el Jabberwock, W), tan fuertes y tan largos, que de la boca un codo (entre 40 y 50 cm, W) le salían, e los ojos grandes y redondos muy bermejos como brasas; así que, de muy lueñe, siendo de noche, eran vistos, e todas las gentes huían dél”.
Sigue: “Saltaba e corría tan ligiero, que no había venado que por pies se le podiese escapar; comía y bebía pocas veces, e algunos ningunas, que no sentía en ello pena ninguna; toda su holganza era matar hombres e las otras animalias vivas, e cuando fallaba leones e osos, que algo se le defendían, tornaba muy sañudo, y echaba por sus narices un humo tan espantable, que semejaban llamas de fuego, e daba unas voces roncas, espantosas de oír; así que, todas las cosas vivas huían antél como ante la muerte, olía tan mal, que no había cosa que no emponzoñase. Era tan espantoso cuando sacudía las conchas unas con otras, e facía crujir los dientes e las alas, que no parecía sino que la tierra facía estremecer”.
El Endriago era hijo de un incesto consciente y aceptado entre dos gigantes, Bandaguido y su hija Bandaguida. Esta última mató a su madre para quedarse con su padre y para vivir como marido y mujer (nada que ver con los preciosos gigantes de Rabelais). A este monstruoso Endriago mató Amadís de Gaula. Amadís fue el Supermán, el Kalimán, el agente 007, el Ethan Hunt del siglo XVI. Hace 400 años, en octubre de 1615, Amadís es la guía central de Cervantes.
Swift ‘diseñó’ el bello nombre ‘Vanessa’; El Quijote existe porque Amadís luchó contra el Endriago y porque el autor generó dos de los más bellos nombres propios femeninos de la literatura universal: Elisena, su madre, y Oriana, su enamorada. Cuando Amadís huye hacia la Peña Pobre se hace llamar Beltenebros. Me atrae el enigmático nombre Beltenebros (simultáneamente ‘bello y tenebroso’ según una edición de 1833). Elisena, Oriana, Beltenebros. Vayamos ahora hacia Charles Dodgson, hacia su seudónimo, hacia Lewis Carroll.
A Alicia en el país de las maravillas le sucede Alicia a través del espejo. En el capítulo uno, Alicia atraviesa el espejo y llega a la sala donde se encuentra con un libro conteniendo un poema titulado Jabberwocky que es una jerigonza intraducible. En el poema un niño (‘boy’, y no Alicia que está leyendo) mata al Jabberwock. La descripción es confusa, intraducible. La imagen del monstruo la fijó el ilustrador oficial Tenniel. La imagen de Tenniel ilustra a un enorme monstruo saliendo de frente desde un bosque intentando agredir a una niña (cuerpo femenino, cabello largo) que está en el lado derecho del primer plano, de espaldas al espectador, blandiendo una espada. No dudo que es de este cuadro de donde Hollywood centra sus historias de Alicia luchando contra el horroroso Jabberwock, cosa que Carroll no propone. Los parecidos entre el Endriago y el Jabberwock son sorprendentes: dos y dos dientes enormes, dos alas, dos brazos bajo las alas, brazos y piernas fuertes, manos como de águila, ojos de fuego (eyes of flame), entorno boscoso, muerte por espada.
Los niños no necesitan ayuda ni para leer Alicia y las maravillas ni para leer Alicia y el espejo. Los adultos sí necesitamos la ayuda. Quizá el mejor báculo para adultos sea el libro comentado por Martin Gardner. La nota 37 de Gardner (Alicia anotada, p.184) anuncia un posible origen de la idea del Jabberwock en la mente de Lewis Carrol a través de una balada alemana pero ¿y si el origen del Jabberwock fuese el Endriago? Dejo la respuesta a los especialistas.
La primera parte de El Quijote cumplió 400 años en 2005 y el presidente Fox firmó y regaló miles de quijotes bajo el sello Alfaguara (el colofón no dice cuántos libros se imprimieron). Diez años después, en este 2015, se cumplen los cuatro siglos de la segunda parte y no he sabido de conmemoraciones al respecto (el titular de la SEP, “ubicado en el centro del sistema educativo”, anda ‘evaluando’ docentes). Los monstruos literarios Cervantes y Dodgson se apoyaron en dos monstruos que son el Endriago y el Jabberwock para crear sus monumentales obras. Cervantes redacta El Quijote porque Don Quijote admira interminablemente a Amadís y Amadís es admirable por haber matado al Endriago. Dodgson no se propone, pero Hollywod sí, hacer admirable a Alicia por matar al Jabberwock.
Cada obra tiene un autor (Cervantes y Dodgson-Carroll); teratológicas, cada obra tiene un monstruo en el que descansa su estructura y su existencia, un monstruo en el que conviven el autor, el siglo de cada autor, y el monstruo humano (nuestro holograma) que al tiempo que nos devora en incesante autofagia, logra pervivir extrañamente en nosotros.(La Jornada Veracruz)