¿Por qué Internet es más lento en América Latina?
Un especialista habla de los retos de la región en cuanto a conectividad, que para estar a la altura de EU y Europa deberían invertir 400 mil mdd en infraestructura hasta 2020.
Por Mauricio Agudelo, Experto en telecomunicaciones de CAF–Banco de desarrollo de América Latina
Ciudad de México, 13 de noviembre (SinEmbargo/HuffingtonPost).- Imagine esta escena: va caminando por la calle y la vibración de su celular le anuncia una videollamada de Skype. Si vive en España o en Estados Unidos, lo más seguro es que no tenga ningún problema en contestar, hablar y ver nítidamente a su interlocutor. Y si le apetece, incluso pueda recrearse mostrando la calle por la que pasea.
Pero si contesta esa llamada desde América Latina, los resultados no siempre serán los mismos. La razón es la siguiente: la velocidad de las conexiones a internet en la región está muy por debajo del promedio de las regiones más avanzadas -la velocidad de descarga promedio en banda ancha para América Latina es de 7.26 Mbps, y para los países más avanzados, de 32.20 Mbps. Solo cuatro países de la región -Uruguay, Chile, Brasil y México- están por encima del promedio regional.
Una parte de este problema tiene que ver con no tener una adecuada infraestructura de conectividad interregional.
En este sentido, el ejemplo de la videollamada sirve para ilustrar uno de los principales desafíos que enfrenta la región en el ámbito de las telecomunicaciones: expandir las redes de banda ancha y, a la vez, mejorar la calidad de la conectividad en cuanto a velocidad y latencia para cerrar la brecha de digitalización que nos separa de las regiones desarrolladas.
Se calcula que la región debería invertir unos 400 mil millones de dólares en infraestructura de banda ancha hasta 2020 si quiere equipararse a los países de la Unión Europea. Y al ritmo de inversión actual, para esa fecha faltarían 143 mil millones, o lo que es lo mismo, unos 28 mil millones al año (lo equivalente a 0.8 por ciento del PIB de América Latina).
Estas inversiones, aparte de mejorar y ampliar el acceso a Internet, también deberían contribuir a que las empresas desarrollaran e implementaran nuevas tecnologías de forma masiva, hecho que mejoraría tanto la competitividad como la productividad de los países de la región, dos factores esenciales para el crecimiento económico, especialmente en el contexto de bajo crecimiento actual.
Según cifras del último estudio de CAF, CEPAL, cet.la y la Fundación Telefónica, el capital TIC contribuyó en un 4 por ciento al crecimiento del PIB regional entre 2005 y 2013 y, según el informe Transformación Digital en América Latina, la industria de las telecomunicaciones representa, en promedio, el 5 por ciento del PIB de latinoamericano.
De todas formas, cabe destacar que en los últimos años América Latina ha registrado avances considerables. En 2009 solo el 5.4 por ciento de los latinoamericanos tenían acceso a banda ancha móvil, en contraste con el 40.8 por ciento de la actualidad. En Estados Unidos este porcentaje llega al 98 por ciento de la población, en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) al 61 por ciento y en Asia y Pacífico al 46 por ciento.
HACIA UN MERCADO DIGITAL
Las mejoras de las telecomunicaciones regionales aspiran a crear un mercado digital latinoamericano y a generar una industria potente que pueda competir a nivel global. Estados Unidos -con Silicon Valley a la cabeza- y China ya cuentan con industrias punteras, y la Comunidad Europea está proyectando un mercado digital único entre los 28 países miembros.
Para que estas proyecciones se conviertan en realidad, será imprescindible mejorar las capacidades del capital humano y reducir las brechas de inversión en el ecosistema digital, hecho que permitiría innovar y generar un valor agregado a nuestros productos y, con ello, podríamos comenzar a competir con los países punteros.
Además, la incorporación de procesos digitales en el día a día económico de la región también ayudaría a mejorar la productividad, siempre y cuando estos esfuerzos estuvieran acompañados por marcos institucionales que impulsaran tanto la mejora de las infraestructuras como la aplicación de servicios públicos digitales.
Tenemos ante nosotros el reto de desarrollar una verdadera industria digital latinoamericana que nos equipare a los países más avanzados. Pero quizás lo más importante, también tenemos la oportunidad -y la obligación- de ofrecer un acceso universal al mundo digital que contribuya a la igualdad de oportunidades para todos los latinoamericanos.