Internet inálambrica y cáncer
Por MARIO MÉNDEZ ACOSTA.
Es importante señalar que la intensidad de las emisiones de ondas de radio de un módem de WiFi es notablemente inferior a la de un celular común y corriente, el cual, en poco se distancia de la potencia de emisiones de radiofonía que cubren el planeta o aun de las que nos llegan habitualmente del Sol.
Todo nuevo fenómeno social de origen tecnológico es, por lo común, motivo de temores infundados entre la población fomentados, sobre todo, por algunos vividores.
La generalización del acceso a la Internet inalámbrica no es ajena a este fenómeno. Ha cundido, así, a través de diversos medios y redes informáticas la versión de que el servicio doméstico o en lugares públicos —denominado WiFi— es causante de graves daños a la salud de los usuarios, argumentando que la exposición prolongada o permanente a las ondas electromagnéticas de radio o microondas que emite cualquier módem inalámbrico —sobre todo en los lugares en los que se pernocta— provocan daño, en especial, al material genético (es decir, el ADN) de las células reproductivas (óvulos o espermatozoides) de los jóvenes usuarios.
Esta versión está muy relacionada con el rumor, previamente divulgado, e igualmente infundado, de que el uso de celulares o teléfonos móviles puede ocasionar cáncer entre los usuarios habituales.
Es importante señalar que la intensidad de las emisiones de ondas de radio de un módem de WiFi es notablemente inferior a la de un celular común y corriente, el cual, en poco se distancia de la potencia de emisiones de radiofonía que cubren el planeta o aun de las que nos llegan habitualmente del Sol.
Entre los principales promotores de esta versión alarmista sobre el WiFi se encuentra el británico Barrie Trower,1 profesor de física en nivel secundaria, quien afirma haber llevado a cabo una investigación para la Marina Real británica, y la inteligencia militar, sobre los efectos de la energía de microondas. 2 Asevera, además, haber trabajado para la agencia de inteligencia británica M15 y, en la actualidad se ha dedicado a hacer campaña para divulgar la idea de que la radiación emitida por la tecnología WiFi es muy dañina para los seres humanos, al igual que otros electrodomésticos que, según él, también emiten el mismo tipo de energía dañina para todos los seres vivos.
Según Trower —quien trabaja con un cierto “Instituto de Geopatología”— los ancianos y personas con mala salud son los más propensos a mostrar menos tolerancia a la radiación WiFi, es por eso que considera inadmisible promover la instalación de WiFi en áreas densamente pobladas o en lugares como escuelas, donde los niños pasan una gran cantidad de tiempo.
La verdad es que la afirmación de Trower está basada en un estudio que fue retirado después de mostrar ser un ejemplo de fraude científico.3 Ningún estudio científico, debidamente conducido, ha demostrado que exista daño en el ADN o que las microondas emitidas por aparatos que funcionen dentro de los márgenes y normas de seguridad vigentes causen algún efecto dañino. La casi totalidad de las autoridades de salud pública del mundo industrializado, incluyendo la OMS, han revisado las publicaciones científicas pertinentes, concluyendo la inexistencia de evidencia de que el WiFi o los celulares tengan efecto alguno en la salud.4
Las radiaciones electromagnéticas pueden ser ionizantes (que rompen los átomos de la materia viva y separan electrones de sus órbitas), como los rayos X, los cósmicos y los gamma. Pueden, por otro lado, ser no-ionizantes: las microondas y las ondas de radio, así como otras formas de radiación son no ionizantes y no pueden afectar nuestras moléculas, pues no poseen energía suficiente para separar electrones de los átomos de la materia. Las ondas de infrarrojo y las microondas también son no-ionizantes.5
En algunos lugares, como Ontario, Canadá, los maestros de ciencia han respondido a los argumentos y exigencias de Trower y de otros de sus seguidores, y han logrado que se mantengan los servicios de Internet inalámbrica en centros de enseñanza y lugares públicos.6
(http://www.cyd.conacyt.gob.mx/275/articulos/ciencia-y-sus-rivales.html)