— Tú, tú y tú van pa’ bajo —gritó uno de los delincuentes para empujar a tres marineros en el cuarto de congelación donde almacenaban el camarón.
—No golpeen a la tripulación, vamos a hacer lo que nos digan —les dijo.
Al resto de los tripulantes los encapuchados ordenaron que cargaran los costales de camarón azul a su embarcación, una panga que interceptó al buque camaronero con motores gran potencia, similar a los que usan los narcotraficantes para transportar droga a alta velocidad por esta zona del Mar de Cortés tratando de no ser detectados por la Marina.
“Nos quitaron 58 jabas, 50 de exportación y ocho de piojo (camarón pequeño); un promedio de dos toneladas y media de producto, el resultado del esfuerzo de 23 días de trabajo«, recuerda este capitán con 28 años de experiencia, quien reconstruye aquel episodio ocurrido hace nueve años con tal detalle como si hubiera ocurrido ayer. Él como otros trabajadores del mar aceptó contar su historia a condición de reservar su identidad ante el riesgo que viven a diario.
Porque hoy día para los armadores la actividad pesquera se ha convertido en un oficio de muy alto riesgo. Aseguran que, pese a que siempre ha existido la delincuencia, en los últimos años el crimen organizado opera de forma descarada sin que ninguna autoridad ponga un alto.
(ElsoldeMexico)