Mauriac y las verdades del corazón
Héctor M. Magaña
A veces hay películas que se asemejan a libros sin siquiera pretender ser adaptaciones de estos. Hay visiones y perspectivas que se comparten entre directores de cine y novelistas. Esto ocurre con Mi noche con Maud (1969) de Éric Rohmer y El cordero (1954) de François Mauriac. En ambas películas la problemática es similar: el eterno conflicto entre fe religiosa y deseo.
En la película de Rohmer, un ingeniero católico se resiste al deseo que le provoca la amante de un amigo suyo; en la novela de Mauriac, un seminarista abandona la religión y vive en un matrimonio tan discordante como su fe (o su falta de ella). En ambas flotan las emociones. La batalla entre el Bien y el Mal se desarrolla en el corazón de sus personajes y es que para los dos artistas franceses hay un fantasma que se mueve en su trabajo: la dualidad pascaliana.
En una librería de París el ingeniero de Mi noche con Maud compra dos libros: un libro de estadística y Los pensamientos de Blaise Pascal. A lo largo de la película hay diálogos en que el personaje desarrolla varias ideas entre su fe, la matemática, las relaciones humanas y Pascal. En el caso de El cordero hay una clara dualidad entre las pasiones de sus personajes. Los personajes de Mauriac luchan por encontrar las “verdades del corazón” de Blaise Pascal en un mundo burgués hipócrita.
“No es necesario tener fe para rezar. Hay que rezar para tener fe”, dice un personaje de Mauriac. La novela de El cordero junto con otras obras suyas puede ser eso: un rezo escrito para tener fe, pero, ¿la fe es para el autor o para nosotros, sus lectores?