24 de marzo. Ángel Ortega, en el centro cultural de Los Ángeles, California
- Es estudiante de la Facultad de Música desde los 14 años; el MEIF le sirvió para avanzar en sus materias.
- «He vivido como en 25 lugares, siempre comiendo en restaurantes, fondas, comida corrida y llevando mi ropa a la lavandería”, relató.
- Ya se presentó en el Carnegie Hall de Nueva York, y el próximo 24 de marzo lo hará en un centro cultural de Los Ángeles, California.
Por Karina de la Paz Reyes Díaz*
Ángel Ortega prefería el deporte a la música, pero su papá se empeñó en que aprendiera a tocar guitarra. Estaba por cumplir 14 años cuando llegó a vivir solo a Xalapa e ingresó a la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV). Su virtuosismo en el instrumento afloró y lo ha llevado a presentarse en importantes escenarios, uno de ellos ícono en Estados Unidos de Norteamérica, el Carnegie Hall de Manhattan, Nueva York.
Para Ángel, las grandes oportunidades para los músicos están en el extranjero, pero aclaró que eso no significa que el país se quede sin ellos. “Muchos músicos se van a otros países y se olvidan de México, sin embargo considero que puedes ir, adquirir conocimientos, regresar y compartir, no tanto en las grandes ciudades, sino ir a la sierra, a las zonas rurales y marginadas, porque ellos son mayoría”, justificó.
Es más, Ángel está seguro de que la música, y la cultura en general, son pieza clave que para en el país cambien las condiciones de pobreza y marginación que padece buena parte de la población.
“La cultura siempre será una pieza clave, porque es sinónimo de educación, respeto, obligación, responsabilidad, sobre todo de disciplina. La cultura no es tocar bonito la guitarra. Si más personas tocaran instrumentos, practicaran la danza, el teatro, yo creo que eso les generaría otro tipo de pensamientos.”
Ángel se encontró con este bello arte cuando era niño: “Mi papá es músico, pero popular, autodidacta. Él canta y toca la guitarra, lo cual a mí no me gustaba, lo que me gustaba, y mucho, era el deporte, pero una vez me dijo ‘qué te parece si aprendes un poquito y me ayudas a enseñarles a mis alumnos’. Aprendí, pero muy rápido, e inmediatamente me vio aptitudes musicales y empezó a buscarme clases en otro nivel”.
Por ello se trasladó de Fortín de las Flores a Córdoba, para tomar clases con Jesús Peña, quien resultó ser su vía para encontrarse con la música clásica. “Me puso una pieza que se llama Asturias (de Isaac Albéniz) y me gustó mucho. Me enamoré de ella y fue cuando dije ‘sí me gusta la guitarra’ ”, relató sonriente.
Fue también ese maestro quien lo impulsó para que ingresara a la Facultad de Música en 2009, cuando no tenía ni 14 años cumplidos.
“No tenía ni 14 años, pero aun así me vine aquí a vivir solo, como hasta ahorita. Al principio no me ubicaba muy bien, era muy pequeño, apenas tenía la secundaria y sólo venía a clases. Me gustaba mucho, pero no me daba cuenta de la magnitud que era estudiar una carrera de 10 años. He vivido como en 25 lugares, siempre comiendo en restaurantes, fondas, comida corrida y llevando mi ropa a la lavandería”, relató.
Actualmente, a sus 22 años, está a uno de concluir la licenciatura y ha aprovechado el Modelo Educativo Integral y Flexible para cursar varias experiencias educativas y agilizar su egreso. Además, ya tiene en la mira varias maestrías para continuar su profesionalización, la principal está en la University of Music and Dramatic Arts Mozarteum, en Salzburgo, Austria.
“En Xalapa no estamos tan perdidos”
En 2015 William K. Anderson, académico de la Escuela de Música «Aaron Copland», visitó la Facultad de Música de la UV para impartir clases magistrales y un año después, teniendo presentes las habilidades de ejecución de Ángel, lo invitó a tocar junto con el ensamble que dirige.
En la invitación estuvo implícito el reto, pues ésta fue el 18 de diciembre de 2016, una semana después le envió las partituras y la presentación fue el 31 de enero pasado.
“En cuanto a música tienen muy buen nivel en Nueva York, pero me hizo valorar que aquí en Xalapa no estamos tan perdidos. Cuando llegué allá y veía a los guitarristas decía ‘tocan muy bien, pero en Xalapa no estamos mal, vengo con buenos conocimientos y muy bien preparado’”, relató de su experiencia al presentarse en una de las salas de concierto más ilustres del país vecino, famoso por su belleza, historia y acústica.
Estando allá le afloraron más propuestas de presentaciones, entre ellas está la del próximo 24 de marzo, en un centro cultural de Los Ángeles, California.
La música clásica tiene su raíz en la popular
El universitario compartió que si bien el origen de su profesión estuvo en la música popular, ésta no le agradaba. “Siempre había un límite, nunca salía de lo mismo, siempre tocaba y hasta ahí llegaba, hasta acordes o requintos, de ahí no pasaba y en la música clásica vi un universo completamente diferente, eso me gustó”.
No obstante, de manera paulatina rectificó su pensamiento: “Cuando llegas a cierto nivel de la música clásica, crees que es lo máximo y que la popular simplemente es algo autodidacta, que no requiere de muchas cosas, pero he conocido increíbles maestros que me han enseñado muchas cosas al respecto.
”He entendido que la música clásica es académica, increíble, pero todo se generó por la popular. Incluso, piezas de (Johann Sebastian) Bach tienen raíces populares. Es algo que no tiene que estar peleado, con las dos se puede hacer algo muy grande. Ambas son igual de importantes y tienen su propio peso e impacto cultural.”
A su reencuentro con la música popular se suma una actividad que nunca dejó, y que incluso en algún momento significó un motivo para dejar la Facultad de Música: el deporte.
En la UV estuvo en natación y basquetbol, después conoció a un judoca profesional, quien lo introdujo en las artes marciales mixtas, lo cual disfruta placenteramente, pese a la disputa que por ello tiene con sus maestros de música.
“Es una pelea total con los maestros por mis uñas –los guitarristas debemos tenerlas un poco más largas de lo normal y con un limado específico, para lograr otra calidad de sonido en el instrumento–. Una vez una maestra me dijo ‘o las artes marciales o la guitarra’. Entonces trato de cubrirme bien las uñas y los dedos, porque una fractura implicaría dejar de tocar por un tiempo considerable.”
Pese a lo contradictorio de ambas disciplinas, la musical y la deportiva, Ángel ha logrado compaginarlas. “No puedo dedicarme sólo a la música, me gusta mucho, pero también me gusta hacer otras cosas. Por ejemplo, disfruto mucho nadar, pelear, el flamenco, estoy en una agrupación donde tocamos tríos. Soy hiperactivo y siempre me gusta estar haciendo varias cosas. No puedo estar quieto”, concluyó satisfecho.