Modernizar el bachillerato, entre los planes de Graue Wiechers
El próximo rector de la UNAM, consciente de la atención que requiere ese nivel. Cambios en planes de estudio y reforzar la planta docente, algunas de las acciones que plantea.
Emir Olivares Alonso
En el proyecto de trabajo de Enrique Luis Graue Wiechers, rector designado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para el periodo 2015-2019, se pone énfasis en la atención y modernización que requiere el sistema de bachillerato.
Detalla que los 14 planteles de ese nivel (nueve de la Escuela Nacional Preparatoria y cinco del Colegio de Ciencias y Humanidades) se encuentran saturados, las instalaciones están deterioradas, requieren innovación frecuente y la carga docente es notable. “Si aspiramos a tener un bachillerato de calidad, será necesario continuar mejorando instalaciones, condiciones educativas y fortalecer la planta docente”, asevera.
Para conseguirlo, propone 20 líneas de acción, entre las que sobresalen la elaboración del diseño, junto a profesores, de un nuevo programa de formación docente; continuar con la revisión y modificación de los contenidos de asignaturas de planes de estudios e incrementar las horas de aprendizaje del inglés con profesores calificados y que los grupos no sean de más de 20 alumnos.
En el proyecto de trabajo que entregó a la Junta de Gobierno –órgano que el viernes pasado lo eligió para sustituir a José Narro Robles, quien termina su gestión el próximo 16 de noviembre–, Graue Wiechers hace primero un diagnóstico de las actuales condiciones de ese nivel de estudios.
Destaca que desde 2006 el número de alumnos de nuevo ingreso se mantuvo en 35 mil por año. De ellos, dos terceras partes provienen de secundarias públicas y más de 60 por ciento son hijos de familias en las que el ingreso es menor a cuatro salarios mínimos. Además, uno de cada 100 habla alguna lengua indígena.
Mejorar la formación
“Estamos obligados a conseguir su mejor formación como ciudadanos, inculcarles hábitos de estudio y de búsqueda de información; propiciar que se desarrollen en ambientes académicos saludables, donde además puedan disfrutar de esparcimiento, y llevarlos a la conclusión de sus estudios con la mejor calidad posible para su buen desempeño en licenciatura.”
Reconoce que el personal académico experimenta una disminución en términos reales y relativos, pues actualmente hay un profesor de carrera por cada 85 alumnos inscritos y uno de asignatura por cada 20. Si se quiere mejorar el aprendizaje, dice, es necesario reforzar al cuerpo docente.
Otro tema es el de la evaluación. Plantea permear gradualmente esta cultura en el bachillerato, lo que “favorecería una mejor integración de los colegios de profesores por área de conocimiento, con la consecuente generación de reactivos adecuados y uniformes aplicables a todos los alumnos de una generación (…) La implantación de un sistema de evaluación de esta naturaleza no es factible en el corto plazo, pero hay que comenzar y mantener el objetivo. A través de la búsqueda de consensos, y con argumentos académicos encontraremos los mecanismos que nos permitan conseguirlo en un mediano plazo”.
Otras de las líneas de acción que el próximo rector de la UNAM –quien asumirá el cargo el día 17– emprenderá para el bachillerato son: crear espacios para que representantes académicos de las carreras de la universidad expongan a maestros de nivel medio superior cuáles son los conocimientos mínimos que requieren los alumnos para ingresar a las licenciaturas.
También elaborar un programa de creación de nuevas plazas para profesores con el grado mínimo de maestría y que se hayan capacitado en técnicas educativas; continuar el programa de modernización de espacios y mantenimiento de los planteles; coordinarse con autoridades federales y locales para que quienes tengan beca en el bachillerato la sigan recibiendo en la licenciatura; implantar un sistema permanente de información sobre sexualidad, acoso y maltrato, entre otras.
En materia de seguridad, Graue incluye líneas como continuar con la capacitación del cuerpo de vigilancia y dotar a las escuelas de mejores sistemas electrónicos, como cámaras y monitores; mantener comunicación “eficiente” con autoridades públicas en los alrededores de los planteles y fomentar la cultura de la denuncia. La Jornada)