El Género del Retrato
Renatta Vega Arias.
Un retrato es la representación artística de una persona o de un grupo de personas. Puede estar hecho en pintura, grabado, escultura o cualquier otra disciplina o técnica, pero para que un retrato lo sea, no solo tiene que “parecerse” físicamente, en realidad un retrato exitoso debería mostrar elementos de la vida y la psicología del individuo o individuos que representa, para conocer su personalidad.
Como he mencionado en la anterior entrega, los géneros del arte no están delimitados con regla y precisión, porque muchas veces se combinan en forma o en concepto, como es el caso del cuadro que describí antes, donde Napoleón arenga a su ejército a cruzar los Alpes, que también es un retrato del emperador y recurre al paisaje para dar un contexto que haga verosímil la acción.
Pues bien, el retrato nació con la historia misma de la pintura. Sea cual fuera la intención con la que lo hiciera, fuera mágica o no, el hombre de la edad de cobre plasmó retratos una vez que tomó consciencia de sí mismo y de sus compañeros, por una necesidad de expresar su interés; y lo hizo de manera abstracta, sintetizando las formas y luego marcando las características que ponían en evidencia la maternidad, la virilidad o la fecundidad, de lo que dependía su sobrevivencia.
Más adelante los pueblos antiguos empezaron a representar cómo era la vida, sus vestimentas, sus ceremonias; a retratar a sus gobernantes y dioses, creando cánones, es decir, modelos de belleza. Así, podemos identificar la manera específica que cada pueblo creó y adoptó, y ese es su estilo.
Pero no fue sino hasta el renacimiento que este género se ocupó de plasmar con fidelidad la apariencia del retratado. Y eso es porque en el renacimiento algo muy especial sucedió: Cambió el centro del pensamiento y de la vida. Hasta antes de éste, el centro de la vida y de las sociedades era Dios, los santos, vírgenes y todos los seres ligados a la divinidad. Pero en el Renacimiento el ser humano pasa a ser la medida de todo lo que se hará a partir de ahí. Un ejemplo muy visual está en la arquitectura. En la edad media fue creado el estilo gótico, que se manifiesta principalmente en las iglesias, catedrales y templos que elevan sus torres en puntas de alturas impresionantes, para llegar a Dios. Su interior es enorme, majestuoso, con alturas que consiguen que el ser humano no olvide su pequeñez infinita. En el renacimiento se van bajando esas alturas y crecen los palacios y edificios que dan confort al humano que los habita, para mostrar su majestad. El boato y la pompa son buscados para posicionar a las personas en la tierra. Y los retratos son una de las más efectivas formas de mostrar al mundo la importancia y belleza de los personajes, porque eso son: PERSONAJES, que tienen una historia y una forma de ser. Y les interesa que se pueda ver eso en los cuadros.
Aparecen entonces las imágenes que hoy nos permiten conocer la apariencia de una persona, sus accesorios, sus creencias. El que tiene poder, utiliza el arte para que no quede duda de ello.
Si usted se encuentra ante un retrato, mire más allá de una persona que posea o no belleza. Hay un mensaje en la actitud, en la mirada. Vea los elementos del entorno, porque ello le ayudará a captar mucho de la psicología del personaje.
Hay algunas obras, como el famoso “Retrato de la familia Real”, hecho por Francisco de Goya, en España, en el que el autor se incluye en el cuadro, igual que Diego Velázquez en su conocidísimo cuadro de “Las Meninas”, porque es del interés de artista dejar huella de la importancia de ser el pintor de la corte. Y más lejos todavía; aparecer en un retrato pintado antes de la invención de la fotografía era la posibilidad de pasar a la posteridad. Si hoy sabemos cómo son algunos personajes de los siglos anteriores al XIX, es porque un artista los retrató. Claro está que es muy probable que la persona que paga el cuadro querrá lucir favorecido y el artista, seguramente a regañadientes, tendrá que disolver algunos defectos y recalcar ciertas características que potencien la belleza del retratado, pero bueno ¿qué le vamos a hacer?
Hay notas muy interesantes en este género; por ejemplo, que los personajes que podían darse el lujo de ser retratados en una pintura pagaban un precio según el tamaño del lienzo y éste variaba según apareciera una o ambas manos, estuviera sentado, parado, con o sin ventanas, con o sin objetos, etcétera. Los objetos que acompañan a la persona retratada tienen un significado, son símbolos de su actividad o creencias.
Al llegar la fotografía, el retrato se populariza porque ya no era necesario hacer un gran gasto para poseer una imagen de sí mismo, de su familia o de las personas que le son significativas. El arte moderno aportó nuevas visiones de la representación, acordes a sus planeamientos estilísticos y ni el arte abstracto, ni la nueva figuración, ni ninguna de las tendencias que surgieron después y que han integrado la tecnología a su ejercicio, dejaron a un lado el retrato, porque al ser humano le gusta verse y dejar constancia de su paso por el mundo.
Para terminar, quiero compartirles una experiencia personal. Cuando yo contaba con unos 27 años y una abundante melena rizada, mi sobrino-nieto Emilio, de unos tres años, me anunció que haría mi retrato. Lo vi con mucha dedicación, haciendo un rayoneo por toda la hoja en forma de círculos y espirales. Toda la superficie de la hoja estaba llena con esos trazos sueltos y vertiginosos; solo en una esquina hizo dos círculos aislados y bien definidos. “Aquí está tu retrato” – me dijo – y me presentó aquella maraña de espirales negras y esos dos puntos negros. ¡Qué bonito! – le dije, pensando que, después de todo, el pequeño estaba aún en la etapa del garabateo. Entonces, su comentario me dejó deslumbrada: “Son tuyos tus pelos, son tuyos tus ojos”- me dijo, señalando las dos partes del dibujo-. Así conocí cómo me veía ese artista maravilloso, que, a los tres años, supo captar la esencia de mi personalidad.
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