SEP, la posmodernidad educativa 2025-2030

En opinión de Juan Carlos Miranda Arroyo, las y los “agentes del cambio en la educación” no serán más evaluados como se hace hoy, serán observados por cámaras de seguridad y monitoreo

Mario Delgado, titular de la SEP

Con la declaración que Mario Delgado, titular de la SEP, hizo la semana pasada, en el sentido de que la capacitación y actualización del magisterio (quiso decir “formación continua”) se llevará a cabo a través de aplicaciones de Inteligencia Artificial (IA), recordé un texto que escribí en 2021 y que llevaba por título “La nueva Posmodernidad Educativa”, (SDP Noticias, 11 de julio, 2021).

Retomo ese mismo comentario, lo pongo en modo de parafraseo y lo adapto a la coyuntura de este inicio de sexenio 2024-2030 en México, el del 2º. piso de la transformación social; el de la continuidad con cambio.

El pasado 24 de enero, 2025, Mario Delgado destacó que el Sistema Educativo Nacional debe priorizar la inteligencia artificial (IA) en la capacitación docente. Esto, especialmente en comunidades vulnerables, para mejorar la conectividad y desarrollar plataformas de aprendizaje innovadoras. En su mensaje, Delgado comparó el impacto de la IA en la educación con el uso de la radio por José Vasconcelos en 1921 (Nota de SDP Noticias, 24 de enero, 2025).

Pienso que para el ensayo de reforma educativa que viene, en México, sin importar que ella se encuentre o no en crisis, observaremos, entre otras bellezas, que se nos vendrá encima también la reforma de los membretes y los títulos neoliberales nobiliarios. La posmodernidad del absurdo. Una mezcla de progresismo y gerencialismo en fase de reconversión.

“En 1996, en la obra “Las ilusiones de lo posmoderno”, Eagleton abordó el impacto ideológico, que según Martín Serrano (1986) se concentra en tres presupuestos: la fascinación por las tecnologías, especialmente las que envuelven el mundo de la comunicación; la realidad social y la cultura como fragmentos, rechazando las visiones globalizadoras del mundo y de la historia; la creencia en que toda relación social se resuelve en interacciones de carácter comunicativo.” (1)

La Secretaría de Educación Pública (SEP), no será más el nombre de la centenaria institución. Se reconvertirá, con la aprobación de la nueva mayoría en el Congreso, en la Secretaría de la Educación de Excelencia. Lo que queda de la extinta Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MejorEdu), será orientada, al interior de la SEP, hacia la búsqueda de la calidad total de la educación. El sindicato corporativo que conocíamos ya no será de “Trabajadores de la Educación”, sino de jóvenes emprendedores por la instrucción. O, como lo quisieran ver algunos especialistas y miembros de la “sociedad civil”, nacerá en breve el nuevo “Sindicato Nacional de Agentes del Cambio Educativo”.

Sin duda, se posicionarán pronto en la conversación pública los consensos innovadores. Los programas de formación continua para docentes y directivos escolares, de antaño, se convertirán en micro talleres virtuales de capacitación y actualización estilo coaching (bueno, eso ya se hace en algunos lugares, por ejemplo, en Querétaro).

La Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y de los Maestros (la tristemente célebre USICAMM) cambiará su rótulo a: “Sistema de Alto Talento para Agentes de la Instrucción”.

Los libros de texto gratuitos, antes en papel, no lo serán más. Tendremos un sistema de libre mercado digital de libros, que se comercializarán por medio de tarjetas de compra, como sucede con los videojuegos. Habrá una fotocopiadora en cada aula en lugar de libros. En las escuelas de educación básica contaremos con un lector óptico para procesar entradas y salidas, a través de código “QR”. Las niñas, los niños y jóvenes se preguntarán: ¿para qué sirven las bibliotecas?

El espíritu de la educación pública se convertirá en el sistema tangible de la instrucción como empresa. Así, las y los docentes –como dirían las y los colegas de Insurrección Pedagógica-, serán empresarios de sí mismos.

El Programa Sectorial de Educación 2025-2030 no se dará a conocer por escrito, sino que lo presentará un youtuber. Las y los “agentes del cambio y la transformación de la educación” no serán más evaluados como se hace hoy, sino que serán observados por cámaras de seguridad y monitoreo, que se instalarán en cada una de las aulas, patios, talleres y auditorios de la escuela pública. La Nueva Tele Escuela Azteca Mexicana estrenará este sexenio, de la mano de la empresa mundial de comercialización por envío o paquetería, el programa “Aprende en Casa XII”.

Según E. Lampert “Definir posmodernidad no es algo fácil, pues no se sabe con exactitud si ese fenómeno, relativamente reciente, representa un nuevo periodo en la civilización; es un cambio paradigmático, un movimiento cultural, o también puede ser considerado como una revalidación crítica de los modos de pensamiento modernos, pues cuestiona las dicotomías rígidas creadas por la modernidad entre realidad objetiva/subjetiva, hecho/imaginación, secular/sagrado, público/privado, científico/vulgar.”

En el ámbito educativo, la fragmentación y la insuficiencia serán el común denominador de la “posmodernidad” neoliberal reciclada. Además de su tropicalización o aclimatación en el tiempo y el territorio latinoamericano, México habrá de aportar algo dentro de esa lógica: por ejemplo, su sabia noción de “máximo logro de aprendizaje y enseñanzas”.

En la esencia posmoderna, “El conocimiento se constituye en la principal fuerza de producción. La fuente de todas las fuentes se llama información. La riqueza de una potencia no descansa únicamente en la abundancia de materia prima, sino en la cantidad/calidad de la información técnico–científica. A la ciencia, modo de organizar, almacenar y distribuir información, le corresponde mostrar que sin el saber científico y técnico no se tiene riqueza, y la universidad, institución importante en el cálculo estratégico–político del Estado, asume la investigación tanto financiada como la de relevancia social. La enseñanza y la investigación, funciones históricas de la universidad, que antes buscaban preparar a mujeres y hombres para descubrir la verdad, hoy en día buscan, principalmente, formar individuos competentes para insertarlos en el mercado capitalista.”

En la educación básica, las dicotomías del tipo “cierto-falso”, “sí-no”, “de acuerdo-desacuerdo”, serán cuestionadas y refinadas; por lo tanto, dominarán los escenarios de la programación, la ejecución y la evaluación en el aula. Los métodos cuantitativos tendrán más valor social y cultural que los cualitativos. Los registros de evaluación de los periodos bimestrales estarán mediados por tecnologías. (bueno, esto también ya es un hecho).

No de manera casual, sino intencional, prevalecerá la lógica del marketing educativo, así como el “performance” didáctico en lugar de la palabra y la discusión de ideas, de teorías o de métodos.

En las escuelas, las y los docentes, junto con las y los directivos escolares seguirán, a profundidad, el guion prefabricado para redactar la misión, la visión, los valores y las políticas institucionales del sistema de “gestión de la calidad”. La racionalidad del diagnóstico, el pronóstico y la estrategia (con y sin táctica) prevalecerán por delante de la intuición, la crítica y la autocrítica.

La posmodernidad educativa será la tierra prometida de E. Deming: el discurso de moda que se impondrá será el del retorno a la línea del “mérito”, la “eficiencia”, la “competencia” (como paquete de aprendizajes orientados a un fin y con criterios de desempeño), la mejora continua, la planeación o planificación y la “competitividad” como criterios de productividad, valor y relación costo-beneficio.

Habrá una subsecretaría de asuntos empresariales de la instrucción, así como una dirección general de acuerdos con la OCDE. Y no podrá faltar, en el nuevo organigrama de la SEP, una subdirección de asuntos especializados sobre métrica y PISA.

La posmodernidad educativa se encaminará, de la mano con la renovada generación del “pragmatismo” y el eclecticismo sin resistencias, hacia la automatización de las ciencias sociales y a la programación de las humanidades.

“En 1989, J. Harbermas, uno de los opositores de la posmodernidad, pronunció en Frankfurt una conferencia con el título de “Modernidad, un proyecto incompleto”, en la que hizo una relación drástica del posmodernismo y el neoconservadurismo. Atacó al mismo tiempo el neoconservatismo social y el posmodernismo artístico.”

La fuerza moral de la posmodernidad educativa también se pondrá a prueba, y no sobre la mesa, sino sobre las plataformas digitales o virtuales. La ética posmoderna triunfará. Ya no habrá posibilidades de que los y las docentes ejerciten sus habilidades “copiadoras” (en exámenes estandarizados y en serie), puesto que las evaluaciones sistemáticas serán “personalizadas”, únicas, individuales y singulares (como se supone que ya lo son).

El metadiscurso de la posmodernidad educativa, con la lógica inercial de los y las creadores-defensores y herederos tecnócratas del “Nuevo Modelo Educativo” (2015-2018), de Aurelio Nuño y colaboradores, tendrá como palabras clave a la “excelencia”, la “idoneidad”, el “individualismo” y la “libertad”, es decir, la negación de lo colectivo y del interés público. Pondrá en primera fila a la “evaluación para controlar” más que para formar; al aprendizaje por encima de la enseñanza (en la lógica de la supremacía ética y jurídica del estudiante, en detrimento de los derechos y las reivindicaciones del docente); y se regresará al reactivo cerrado o de opción múltiple en vez de la reflexión y la argumentación de ideas.

Volverán con más legitimidad la planificación estratégica y la evaluación por resultados (el discurso y el orden del marco lógico). La posmodernidad instruccional privilegiará, aún más que ahora, a las nuevas tecnologías educativas; establecerá más controles que contenidos, más procedimientos que ideas; e impondrá más algoritmos que conceptos; más premios y castigos que convicciones.

Fuente consultada y citas textuales tomadas de:

(1) Ernâni Lampert (2008) “Posmodernidad y universidad: ¿una reflexión necesaria?”. Perfiles educativos, vol.30, No.120. México.