Cien años… identidad del barrio de San Bruno

POR: Mtro. Carlos Cabrera 
La historia de lo que hoy es el barrio de San Bruno comenzó a escribirse hace mucho tiempo, empezó a escribirse con base en el esfuerzo y el trabajo de un grupo de personas que buscaba nuevos horizontes de desarrollo, desarrollo que representaba empezar a abrir caminos para los trabajadores. Trabajadores que tenían muy claro que sus objetivos dependían, en gran medida, de su esfuerzo. Esfuerzo que no era muy bien remunerado por los dueños de las empresas, empresas que fueron el principio del crecimiento de Xalapa…
Pero, contar la historia de San Bruno no es el motivo de esta publicación porque de eso ya se han encargado muchos otros. Sólo pretende comentar lo que un puñado de hombres lograron en esta cuidad con base en su esfuerzo, con su lucha y con su trabajo. Hicieron que este rincón xalapeño figurara de manera importante en nuestra ciudad, consiguieron que fuera respetado y tenido en cuenta con el fuerte soporte que significó el peso social de un sindicato que siempre luchó por los derechos de los trabajadores y, por añadidura, de sus familias. Y eso comenzó hace más de cien años…
Esos hombres le dieron no sólo renombre e identidad a este barrio, consiguieron darle a sus familias una mejor perspectiva de vida, un mejor futuro, pues con su ejemplo y su esfuerzo hicieron de sus hijos hombres y mujeres de bien, muchos de ellos profesionales en diversos ámbitos sociales y, los que no, trabajadores honrados, dedicados, responsables… Pero todos con una característica muy particular de los nacidos a la sombra del esfuerzo realizado dentro de los muros de la fábrica: ¡¡orgullosos de ser de San Bruno y de tener un padre que dejó gran parte de su vida entre los hilos y las telas de esta importante fuente de trabajo!!, así como del algodón con el que diariamente se cubría su ropa cuando volvía de trabajar…
Hoy, muchos de esos trabajadores se han ido, al igual que su querida fábrica, de la cual sólo quedan partes de lo que fue en su mejor época. Sin embargo, estos muros, que hoy parecen abandonados, nos hablan del nacimiento y desarrollo de un barrio y de lo importante que es tener un lugar que refiera, también, a nuestro nacimiento y desarrollo personales… Estos muros nos cuentan, sin palabras, todas las vivencias que se quedaron atrapadas en el tiempo dentro de ellos… Estos muros, de manera silenciosa, nos hablan de trabajo, de esfuerzo, de lucha, de historia, de identidad y, más que nada, ¡¡de orgullo!!
Y así como las raíces son las que hacen que un árbol sea fuerte o se caiga a la menor ráfaga de viento, que crezca erguido o sea un árbol torcido el resto de su vida, si es que ésta es larga, esos hombres de los que hablo son las raíces, fuertes, que hicieron que muchos crecieramos como árboles sanos pues todos en esta vida somos como árboles: fuimos sembrados en un momento determinado, crecimos al lado de otros árboles que nos compartieron su sombra para desarrollarnos de la mejor manera posible y, si el cuidado fue bueno, florecimos y fructificamos en alguna etapa de nuestra vida…
Particularmente, les comento que mis raíces se formaron, crecieron y se fortalecieron (a la sombra del roble que fue mi padre) en esta parte de la ciudad a la que todos conocen como «San Bruno», pues de entre las paredes de su fábrica salió la savia que hizo de mí lo poco o mucho que ahora pueda ser; en ese lugar, y con el esfuerzo, el trabajo y el sudor de un hombre, se formaron mis ramas y dieron forma a la sombra que hoy pueda brindar a alguien más…
Y es en este popular barrio en donde se forjó toda una historia, una parte de la vida de muchos que, como yo, crecimos al amparo de esta industria que hoy está en ruinas. Muchos somos (poco o mucho, insisto) hombres de bien gracias a lo aprendido de otros hombres que como mi padre se forjaron día y noche en el fragor de la lucha con las máquinas para arrancarles el fruto de su labor… Hoy este árbol, que dio sombra y savia a muchos retoños, se encuentra talado, le arrancaron las raíces… ¡pero no los frutos! Porque éstos han, a su vez, florecido y fructificado y ahora son los encargados de dar sombra a nuevas semillas…
Y, todo este preámbulo sirve de marco para conmemorar un siglo del hecho histórico que marcó a nuestro barrio: la muerte de un grupo de trabajadores sacrificados para tratar de apagar la llama del sindicalismo, algo que no lograron pues, tras esos hechos, el Sindicato Emancipador Revolucionario de San Bruno se fortaleció y fue un pilar que ayudó a sostener lo que es hoy este barrio. Hoy se cumplen cien años conmemorando a los «Mártires del 28 de agosto de 1924» y ojalá nunca se olviden esos acontecimientos pues dieron nombre a nuestras calles y a una escuela por la que transitamos la mayoría de los hijos de estos trabajadores. Pero, más que eso, lo más importante, nos dieron identidad y orgullo de formar parte de este barrio… Hoy se cumplen cien años… y contando…
¡¡Loor eterno a los Mártires del 28 de agosto de 1924 y larga vida a nuestro querido Barrio de San Bruno!!