¿Elitista? Si, y a mucha honra
POR: Héctor M. Magaña
José Ortega y Gasset, filósofo español, fue tachado de elitista en su tiempo (y en el nuestro). Gasset, hubiese respondido: Si, y a mucha honra. Ahora, en pleno 2024, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre sus palabras.
Cuando se menciona la palabra “elitismo” en una conversación es inevitable que salten las alarmas. “¿Elitismo?” Si, elitismo, pero lejos del lugar común que se refiere a la élite económica y que ostenta el poder. Esos son “el hombre-masa” y de esos hay de sobra en la sociedad. ¿Qué es el hombre masa? No, no tiene nada que ver con la lucha del proletariado. El hombre-masa es sutil y siniestro. Es el hombre común y silencioso que nos encontramos en la calle, pero que ante la pregunta sobre la sociedad y la política, alza la voz como experto. Todos conocemos casos similares. Encendemos la televisión y algún personaje famoso: actor, músico, artista, escritor, etc., escribe, habla, comenta sobre lo que ignora. “¿Qué opina sobre la situación política de X nación?” Entonces, el personaje en cuestión alza la voz: “Yo opino que…” Pero ojo. No es un experto. Ignora por completo la realidad de ese país. Se enteró solamente por los medios de comunicación (por poner un ejemplo) y por lo que dijo un conocido nada más. Ese es el hombre-masa.
Ante ese mal, José Ortega y Gasset, en sintonía con el sociólogo Winfredo Pareto, desarrollaron el concepto de la élite en circulación. La élite que pensaba Gasset no se parece a la especialización extrema planteada por Platón en su celebre República. Para el filósofo español, la sociedad debería de estar educada en bases fuertes, comunes para todos, tener su profesión, hacer carrera, pero respetando de algún modo ese límite. Todo ello sin caer en la ciega idolatría hacia el especialista. Un ejemplo sencillo podría ser el siguiente:
<< Un hombre con una enfermedad visita el consultorio médico de cierto doctor. El doctor lo examina y le diagnóstica “X” enfermedad. El hombre, que, aunque de profesión contador, sospecha del diagnóstico, ya que ha leído sobre medicina y posee conocimientos básicos y elementales. Por lo tanto, el hombre, decide visitar otro médico. El nuevo le diagnóstica “Y”, algo que parece verosímil, por lo que acepta el diagnóstico, y por lo tanto, el tratamiento.>>
Este ejemplo, sencillo, debería hacernos reflexionar sobre la élite que pensaba Gasset. Una élite dinámica, constantemente siendo comprobada, puesta a prueba o verificada. Para ello se necesita una población bien educada e informada. La población reconoce su ignorancia en los temas, ¡pero la reconoce porque conoce las bases elementales! ¡Hay que estar alerta!
El elitismo es necesario, si, pero para eso necesitamos a una población lo suficientemente preparada para solicitarle a nuestros gobernadores que rindan cuentas. Usted, amable lector, ¿piensa que estamos preparador para una élite, tal como la veía Gasset?