Diario Del Doctor Murph

Por Samuel Ian Tapia Delgado*

El trabajo iba bastante tranquilo, hasta que se recibió una llamada alterada del cuerpo de policías de la ciudad, al parecer traían un asesino para hacer una autopsia debido a su forma de muerte. Yo imaginé un hombre mayor, tal vez el cadáver de un chico rebelde con problemas mentales y emocionales, pero no.

Había entrado a la morgue el cadáver de una dulce niña, su rostro era hermoso, fino, de tez blanca como leche, su cabello era largo con un color negro azulado magnífico que le daba el aspecto de estar brillando, sus ojos de iris azul claro parecían un océano inmenso con un remolino que dirigía, no a las entrañas de las profundidades marinas, sino a una galaxia interminable, un universo entero en completa obscuridad, un infinito conectado con más de un millón de galaxias y dimensiones desconocidas por la raza humana.

La niña no tendría más de seis malditos años.

En su aspecto reinaba la inocencia, resaltada por ese precioso y bien confeccionado vestido rosa con un lindo decorado banco, además de esos zapatitos negros del diario. Lamentablemente estaba muerta y aún peor, no era una niña.

Según el informe que nos trajeron, la chiquilla se había vuelto loca en la oficina sede de Industrias Groff, ese edifico enorme de color negro con hermosos jardines flotantes en el centro de la ciudad. Se alocó en el recibidor específicamente. La única testigo viva dijo que se había lanzado contra una secretaria desgarrándole el rostro y desmembrándola a mordidas, para después hacer lo mismo con un asistente cerca, pero él sufrió muchísimo, pues no murió al inicio del ataque, no, el siguió vivo, gritando de manera desgarradora mientras la niña lo despedazaba.

«Una carnicería macabra, perversamente grotesca» dijo la chica sobreviviente.

La niña iba de un lado a otro matando a todos en la sala, sin derramar una sola gota de sangre en su tierna vestimenta. Después de haber cumplido su brutal masacre, se sentó en un sillón del pasillo a esperar a algo, a alguien. El cuerpo  policiaco supone que su objetivo principal era una joven que salió persiguiendo por media ciudad, luego de que esta se encontrara fuera de la sala de juntas. La niña esperó muy tranquila, nadie podía creer que fuera malvada, tal vez  a excepción de esa sobrenatural ternura que poseía.

De la sala de juntas, salió una mujer mayor junto con un caballero, seguidos de esta chica, de la cual solo se conoce su apellido. La táctica de la niña fue la misma,  pero esta vez fue la señora a la que le tocó llevar la parte de la tortura. Según la testigo la niña se lanzaba como si de una araña rápida se tratase. Sus miembros se contorsionaban formando lo que serían las patas del arácnido, solo que en vez de ocho, cuatro. Con el cuello recto levantando la cabeza hacia su espalda para poder ver hacia arriba,  dejaba mostrar tres hileras de afilados dientes,  detrás  de esos dulces labios rosados. Además soltaba una especie de quejido o grito gutural que le daba el aspecto de ser un demonio maldito de las profundidades, tal vez el mismísimo satanás reencarnado en la forma de una tierna bebe de seis años de edad.

Yo no creería tal historia si no tuviera frente a mí el cadáver de este ser tan aterrador, en conjunto con esos sangrientos dientes de piraña.

Cuando el monstruo salió corriendo en pose arácnida, tras el camión que tomó la muchacha perseguida, no se sabe nada, hasta que la joven llegó a su casa aterrada. Su familia no tenía ni la menor idea de lo que la chica decía, y tampoco comprendieron porque una niña en una extraña posición, entró a la casa destruyendo la ventana en cientos de pequeños cristales que se incrustaron en las manos de la bestia. Lo que se dice es que la joven logró capturar a la niña en una sábana mientras está se revisaba las heridas recién hechas, para después azotarla contra la pared varías veces hasta quebrar todos su huesos y romper su pequeña y delicada cabeza. La familia no recibió explicación alguna de la muchacha, pues esta salió de inmediato dejándolos atónitos a todos. No les quedaba nada, más que llamar a la policía y relatar lo sucedido. Fue entonces cuando, gracias a la descripción por parte de la familia del itinerario de la muchacha, y la llamada de una chica aterrada en el recibidor de Industrias Groff, la policía pudo hilar los hechos llevando a conformar la crónica ya relatada, fuera de eso no tienen nada, además de la desaparición de un profesor, más o menos a la misma hora en que la muchacha y el monstruo infante abandonaron el edifico, para llevar a cabo esa persecución de la cual nadie se enteró.

Los policías me prohibieron hablar de ello a alguien, pero necesito un lugar donde pueda deshacerme de esta situación tan extraña, tan alarmante y aterradora. Me tendré que conformar con mi diario, pues tampoco sería buena idea andar divulgando la aparición de un ser asesino en la ciudad.

Industrias Groff tampoco ha revelado algo, tan solo evacuaron su edifico por las nuevas escaleras de evacuación en caso de incendios, argumentando que se trataba de un simulacro, evitando a toda costa que alguien pasara por el enorme recibidor de esa alta y vistosa construcción. Parece que han tenido éxito, pues no ha circulado ninguna noticia sobre una masacre en el lugar, ni si quiera en internet. La testigo, el director de la sede y la familia de la muchacha perseguida, se encuentran en la oficina de policía.

No es tan terrible encontrarse con la autopsia de un asesino, pero de una niña asesina que dijeron, fue azotada repetidas veces contra una pared y el suelo, y que no tenga un solo hueso roto, es otra cosa, algo extraño, además de perturbador. Pues no fue lo único malo hoy en la morgue.

Con sus órganos y huesos descubiertos, la chiquilla se levantó de un brinco, lanzándose contra mi colega. Sus gritos penetraban en las paredes, resonando por todo el lugar, pues de inmediato entraron a la sala de autopsias los oficiales que custodiaban el cadáver, y bajaron varias personas que escucharon los alaridos de terror.

Los oficiales me sacaron de inmediato mientras la bestia con sus órganos saliendo por todos lados, se comía a mi compañero. No estaba actuando con tanta rapidez como había presumido la testigo. Incluso parecía sentir una especie de dolor, el cual fue incrementado cuando los oficiales abrieron fuego para deshacerse de aquel monstruo antropófago insensible. Las interminables y rápidas descargas de sus metralletas se alcanzaban a percibir en todo el edificio. Después de un par de segundos que parecieron una miserable eternidad, por fin, la niña estaba muerta y desfigurada. Sus órganos estaban regados por todo el suelo, mezclándose con la sangre y trozos de carne mordisqueados de mi difunto colega. Una carnicería macabra, perversamente grotesca, sin duda alguna.