Intelectuales ilustrados y los semiilustrados

Mario Mijares

Inmerso en profundas cavilaciones, como consecuencia de este frío inclemente, recordé que en mis clases de marxismo nos hablaban sobre la consciencia de clase, con un leguaje y un énfasis con gran carga ideológica, y dividían en un binomio irreconciliable al intelectual defensor del proletariado y al que justificaba a la burguesía. De verdad, el marxismo como ideología fue un ciclo político bastante interesante. Recordemos que después de la Segunda Guerra Mundial el mundo fue dividido por dos imperialismos: el angloamericano y el soviético, en donde cada imperio tenía sus defensores, pues se llevaron a cabo transformaciones en casi todo el globo terráqueo; transformaciones políticas, pero también culturales, con la terrible situación de que al norte del mundo se llevó a cabo toda una industrialización, no así en el sur de los continentes, pues su desarrollo fue, y sigue siendo, desigual.

Así, en ambos imperios surgen clases dominantes. En el caso de occidente se dio el predominio de una casta boyante a pesar de las luchas sindicales, con efectos políticos dentro de las contradicciones de clases o de lucha de clases, sobre todo la participación de las clases obrera y campesina, las que tuvieron sus intelectuales brillantes quienes rompían esquemas de carácter orgánico. Sin duda, ambas corrientes imprimieron sus intereses pero que, a la larga, tales enfoques ideológicos llevaron no sólo a la teoría sino a la práctica de un terrible reduccionismo de clases sociales. En el marxismo son únicamente dos, o burgueses o proletarios; en el funcionalismo, tres: clases alta, media y baja.

En la teoría económica son la Doctrina Económica del Liberalismo, o bien la Doctrina Económica del Marxismo, capitalismo o socialismo. Sin duda, los intelectuales de ambos bandos juegan un papel importante, pero no determinante, aunque muchos de ellos ejercen una función en la manera de organizarse, sobre todo cuando se forman cuadros políticos, pues logran una actitud de enajenación, donde surgen los rompimientos e incluso los odios de manera constante. La teoría y la práctica son fundamentales, pues la mayoría de las ocasiones tanto burgueses como proletarios tienen una actitud servil hacia esa manera de pensar de acuerdo a las corrientes de cada interés.

Es pertinente recordar que en la mayoría de las universidades, los estudiantes los enajenaron con estas corrientes ideológicas, abandonando el análisis de la ciencia política, y es que cuando cayó el imperialismo soviético, gran parte de los académicos, estudiantes e intelectuales del mundo se quedaron con el sustento ideológico del marxismo, cobrando en contrasentido preponderancia la escuela funcionalista, que también se quedó sin el enemigo a vencer, que fue el clásico Fantasma del Comunismo que -galopaba por el mundo-. Así es como ahora las llamadas capas intelectuales, los profesores, identificados con el neoliberalismo, siguen en graves problemas, porque una gran parte de países vienen rechazándolo.

Urge rescatar a la ciencia política clásica, para lograr entender la realidad actual; hacer a un lado el análisis filosófico, donde la verdad no siempre es la misma; lo sociológico, que muestra una parcela de la realidad, lo económico e incluso lo jurídico. La teoría política clásica es fundamental para comprender el tema de la dialéctica entre los que gobiernan con los gobernados, donde existe un sinnúmero de clases sociales y maneras distintas de gobernar así como de organizarse dentro de un todo compuesto de partes, que es el Estado.