Empresarios vs trabajadores

Héctor M. Magaña

La batalla eterna entre el empresario y el trabajador no es nueva. No resulta extraño del todo que se haya mantenido hasta nuestros días las mismas fórmulas de antes. Es decir, no resulta extraño del todo que la misma perorata del sector empresarial y conservador se haya mantenido durante décadas.

Fabrizio Mejía Madrid en su video-columna para Sin embargo nos comenta que los procesos neoliberales del país han tenido pocos cambios desde los años cuarenta. Discursos que se generaron desde la época del cardenismo y que se han mantenido en vigencia hasta ahora.

 

Con las visitas del famoso economista austríaco Ludwig von Mises (1881-1973) a México, muchos pudieron escuchar de primera mano las propuestas “libertarias” y neoliberales que estaban ebullendo en el país. La propuesta es simple: la intervención gubernamental en los asuntos económicos de los particulares es un gran atentado a la libertad.

 

“No hay esperanza de construir una industria próspera en un país que considera a cada empresario como un explotador y trata de castigar su éxito. Envidiar el éxito de los compatriotas más afortunados es una debilidad común del hombre. Pero un patriota honrado no debería ver con disgusto la fortuna de empresarios eficientes.

La política de acortar las jornadas de trabajo, de elevar costos forzando al empresario a proveer de vivienda a los trabajadores y de fijar tasas de salario mínimo, ya sea por interferencia directa del gobierno o por dar mano libre a las presiones sindicales, es vana en un país cuya producción industrial aún está por crearse.

Lo único que tiene México frente al resto del mundo es su mano de obra barata”.

Tal parece que la visión de von Mises se ha mantendio hasta el momento. Se ha estado repitiendo a lo largo de la historia de diversos modos, pero el mensaje es el mismo: “Lo único que tiene México frente al resto del mundo es su mano de obra barata.”

Von Mises no es el único. Ha habido otros estilos similares. Faustino Ballvé es otro ejemplo. Escribe Ballvé:

“Hablar de justicia social o de justa o injusta distribución de los recursos es como hablar de astronomía surrealista o de química filosófica, porque economía y justicia son dos elementos que no son ni afines ni opuestos, sino neutrales entre sí. El fin de la economía es el aumento creciente de mercancías y la única distribución justa de los recursos económicos es aquella que mejor sirva a este fin. Justo, en el fondo, no quiere decir otra cosa que acertado. El fin de la justicia propiamente dicha es, como decían los romanos, dar a cada uno lo que es suyo […] dar, en este sentido, es proteger el derecho de propiedad”.

¿Qué es entonces lo que podemos concluir de todo ello? ¿No es acaso sostenible decir que los grupos neoliberales han manteido desde a medidados del sigo XX el mismo discurso inalterable que se ha ido pasado de generación a generación para desprestigiar cualquier cambio social y mantener el status quo? La eterna batalla entre empresarios y trabajadores se acrecienta mucho más ante la negativa de los primeros de intentar comprender que la organización social es necesaria. No todo se puede reducir al demonio del “comunismo”. Es necesario destruir los fantasmas neoliberales.